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Circular por carretera no es sólo cuestión de conducir: implica estar atento a múltiples señales que regulan y ordenan el tráfico para que todos los usuarios puedan desplazarse con seguridad. En España, el código de circulación establece una serie de señales de tráfico diseñadas para informar, advertir, o imponer normas específicas sobre cómo debemos actuar en la vía. Sin embargo, pese a su importancia, hay señales que incluso los conductores más experimentados encuentran confusas o difíciles de interpretar.
Una de esas señales, poco conocida pero crucial, es la que indica el «fin de prioridad» en una calzada. ¿Qué quiere decir esto? En términos simples, esta señal indica a los conductores que la vía por la que circulan deja de tener prioridad frente a otra calzada. Es decir, a partir de ese punto, los usuarios que estén en la vía señalizada con R-4 deberán ceder el paso a quienes circulan por la calzada con prioridad.
Entendiendo la señal R-4: el fin de prioridad
Una de las señales menos entendidas y que genera dudas es la conocida en el reglamento como R-4, cuyo significado oficial es «fin de prioridad». Normalmente, se coloca unos kilómetros después de su señal opuesta, la R-3, que indica «calzada con prioridad». La R-3 avisa a los conductores de que, en las intersecciones que se encuentren, tienen preferencia sobre otros vehículos. Por lo tanto, ambas señales funcionan en conjunto para marcar el inicio y el final de un tramo con prioridad.
Las señales R-3 y R-4 suelen encontrarse en vías que se cruzan con otras carreteras. Por ejemplo, en un tramo de carretera donde inicialmente tienes prioridad para cruzar o incorporarte a una vía, la señal R-3 te indicará que ese tramo tiene esa preferencia. Sin embargo, pasado un determinado punto, puede que la prioridad cambie y entonces aparece la señal R-4 para avisarte que la calzada ya no tiene prioridad y, por tanto, deberás ceder el paso a los vehículos que circulan por la otra vía.
La importancia de estas señales radica en evitar confusiones y accidentes en las intersecciones. Cuando dos o más calzadas se cruzan, saber quién tiene prioridad es fundamental para mantener un flujo de tráfico seguro y ordenado. Estas señales actúan como un aviso claro para que cada conductor conozca en qué momento debe frenar, ceder el paso o continuar sin detenerse.
Sanciones
El incumplimiento de la señal R-3 o el no respetar el «fin de prioridad» indicado por la R-4 es considerado una infracción grave en el Reglamento General de Circulación. La multa económica asociada a esta falta puede ascender hasta los 200 euros y, lo que es más relevante para muchos conductores, la pérdida de cuatro puntos en el carnet de conducir.
En la conducción diaria, mantener la atención en todas estas señales y respetarlas es esencial para evitar accidentes y garantizar la fluidez del tráfico. Muchas veces, los despistes o la falta de conocimiento generan situaciones peligrosas que podrían evitarse con una simple acción, como reducir la velocidad o ceder el paso cuando la señal lo indica.
Jerarquía de las señales de tráfico
Para evitar situaciones de riesgo y confusiones entre conductores, la normativa española establece una jerarquía específica entre los distintos tipos de señales de tráfico.
En primer lugar, la señalización de los agentes de tráfico se sitúa en lo más alto de la jerarquía. Esto significa que cualquier orden dada por un agente se debe cumplir de inmediato, por encima de cualquier otra señal presente en la vía. Su autoridad es fundamental especialmente en situaciones excepcionales como accidentes, obras, desvíos temporales o congestiones, donde pueden modificar la circulación habitual para garantizar la seguridad.
En segundo lugar, encontramos la señalización circunstancial o de balizamiento. Este tipo de señal incluye conos, paneles luminosos, luces intermitentes o cualquier elemento provisional que se instale para advertir sobre obras, desvíos o condiciones anómalas en la vía. Su carácter temporal no la hace menos importante, ya que tiene prioridad sobre semáforos y señales permanentes debido a la necesidad de adaptarse a situaciones específicas.
A continuación, se sitúan los semáforos, que regulan el tráfico mediante luces de colores. Si están en funcionamiento, sus indicaciones prevalecen sobre las señales verticales y las marcas en el pavimento. Sin embargo, si están apagados o intermitentes, será necesario atender a la señalización complementaria que exista en la vía.
Luego, están las señales verticales, como la señal R-4 de «fin de prioridad». Estas señales, fijas e instaladas en postes, informan sobre normas, peligros u obligaciones. Aunque importantes, deben ser obedecidas siempre que no contradigan instrucciones de niveles superiores en la jerarquía.
Finalmente, las marcas viales, como líneas continuas, pasos de cebra o flechas de dirección pintadas en el asfalto, ocupan el último escalón. Aunque cumplen una función clave, su cumplimiento está supeditado a las señales de mayor rango en la jerarquía vial.