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ANNUS HORRIBILIS 2.0

Los Windsor, tras la estela de los Borbones: la crisis que podría llevar a recortar la Familia Real

El escándalo del príncipe Andrés y la actitud de los Sussex ponen en jaque a la reina Isabel

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1992 fue uno de los años más difíciles para la Monarquía Británica. La reina Isabel no olvidará aquellos doce meses, como tampoco podrá borrar de su memoria este 2019. Curiosamente, el comienzo y el final de dos décadas marcadas por una profunda crisis en la Familia Windsor.

En 1992, Isabel II, fue testigo no solo de varias rupturas sentimentales y escándalos en el seno de la Familia Real que dejaron la popularidad de la Corona bastante afectada, sino también de un grave incendio en una de sus residencias predilectas, el castillo de Windsor. La propia monarca calificó el año como ‘annus horribilis’ en su mensaje navideño, con la esperanza de que no volvería a ser testigo de una crisis de tal magnitud. Lo que Isabel II no imaginaba es que, a los 93 años, la Corona sufriría un fuerte revés y que su hijo Andrés sería uno de los mayores responsables.

La reina Isabel se enfrenta a una de sus peores crisis / Gtres

Hace apenas unos días, el duque de York emitía un comunicado en el que confirmaba su retirada de la vida pública. Un anuncio que no resultaba tan inesperado si se tiene en cuenta el desastroso resultado de la entrevista que dos días antes había concedido a la BBC para aclarar su situación sobre el caso Epstein. La relación del tercer hijo de la reina Isabel con el financiero acusado de pederastia que se suicidó hace unos meses en su celda de una prisión de Nueva York ya había empezado a poner a los Windsor en el centro de la polémica tiempo atrás, pero desde que se iniciara la investigación federal, la situación se ha agravado. Debido a esto, el duque de York decidió dar la entrevista -al parecer sin consultar a la Reina-, pero el resultado no fue ni mucho menos el esperado.

La renuncia del duque de York ha abierto el debate sobre si es necesario un profundo cambio en la Monarquía Británica, sobre todo ahora que la reina Isabel cada vez reduce más su agenda institucional por una cuestión tan lógica como su avanzada edad.

La reina Isabel y el príncipe Andrés / Gtres

La monarca no tiene ni mucho menos intención de abdicar, pero ello no es óbice para que en el momento en que ella no esté se produzca un cambio en la Familia Real. De hecho, pese a que no se ha confirmado de manera oficial, parece que el Duque no tenía intención de renunciar motu proprio, sino que fue la Reina quien se lo sugirió, más aún, el príncipe Carlos podría haber jugado un papel esencial en esta decisión.

Sin embargo, aunque de cara al público Andrés ya no tenga un papel institucional ni vaya a recibir una asignación económica por sus servicios a la Corona, no se le van a cerrar las puertas de ‘palacio’. De hecho, cabe la posibilidad de que rehabilite su imagen de cara al futuro, por muy complicado que pueda parecer. Aún así, se espera que siga participando en algunos actos ‘familiares’, como el Trooping the Colour, el Remembrance Day o los servicios religiosos a los que acompaña a su madre.

Está siendo un año complejo para los Windsor / Gtres

No obstante, existe una cuestión que siempre ha perseguido al Príncipe. Andrés ha intentado desde hace años que sus hijas obtengan un papel como representantes de la Corona y puedan contar con una asignación oficial. Una realidad que no se ha producido y que ahora está más lejos que nunca. De hecho, según el periodista especializado en realeza Richard Palmer, “el príncipe Carlos siempre ha pensado en retirar a Andrés de la vida pública en el momento en que fuera rey, pero este tema ha acelerado el proceso”.

Aunque el escándalo del príncipe Andrés es quizás el golpe más duro para la familia Windsor en lo que va de año, lo cierto es que no es el único escollo al que ha tenido que enfrentarse la Reina en los últimos meses. El accidente de tráfico del duque de Edimburgo, que abrió la polémica sobre la idoneidad de que a su edad pudiera conducir y el afán de privacidad de los duques de Sussex no se lo han puesto fácil a la monarca, que vive las consecuencias de una nueva crisis de popularidad de la Institución. Son los duques de Cambridge y el tándem Carlos-Camilla la nueva esperanza para la Monarquía en un momento en el que resulta difícil adaptarse a los nuevos tiempos.

Don Juan Carlos cedió el testigo a don Felipe en 2014 / Gtres

Hace unos meses, Carlos Gustavo de Suecia tomó una insólita decisión: reducir la Familia Real a su núcleo central, igual que en 2004, los múltiples escándalos de la Casa de Borbón -especialmente Noós y Botsuana- provocaron la abdicación del rey Juan Carlos apenas un año antes de celebrar su cuadragésimo aniversario.

Improbable que Isabel II siga la estela de don Juan Carlos, sobre todo si se tiene en cuenta la vigencia de las Cartas Patentes de Jorge V, quien ya trató de reducir la Familia Real en 1917 a la línea masculina y al hijo mayor del hijo mayor del príncipe de Gales. Una situación que la Reina revertió con unas nuevas Cartas poco antes de que Kate Middleton diera a luz a al príncipe George y gracias a la cual todos los hijos de los Cambridge son príncipes y tienen tratamiento de Altezas Reales. Algo que no incluye a la descendencia del resto de miembros de los Windsor, como, por ejemplo, Archie Harrison. Por tanto, cuando Carlos sea rey, la Familia Real ya quedará reducida de manera muy significativa.

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