Secretos, anécdotas y la soledad de un Rey: La intrahistoria de la gran cita de la realeza
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Noche de emociones a flor de piel en Noruega. El Palacio Real de Oslo acogió este viernes la celebración del cumpleaños de la princesa Ingrid. La hija mayor de los príncipes Haakon y Mette Marit cumplió en el mes de enero dieciocho años, pero las complicadas circunstancias del momento no han permitido que se celebre por todo lo alto hasta ahora.
Numerosos rostros conocidos de la esfera royal acudieron a la cena de gala, en la que Ingrid no solo lució su nueva tiara, sino también con los guiños a su madre. Y es que, al igual que en sus fotos oficiales apostó por un look reciclado del armario de Mette Marit -de Alberta Ferretti-, también lo hizo en esta cena, en concreto, un vestido color berenjena que la esposa de Haakon de Noruega había llevado en una cena de gala en 2005. Del brazo de su abuelo, el Rey Harald, la Princesa apenas pudo contener la emoción, en más, incluso se saltó el protocolo y bebió un poco de agua antes de que todos los invitados estuvieran sentados a la mesa. Un pequeño error que su madre le apuntó.
En su discurso, la futura reina dedicó entrañables palabras de cariño a su familia. A sus padres, a sus abuelos, a sus hermanos y a sus tíos. No faltaron los detalles personales o las anécdotas que Ingrid compartió con el resto de royals: “Gracias mamá y papá por todo lo que me habéis dado”, dijo la joven sin poder contener las lágrimas. Ingrid y también recordó que en ocasiones aprovechaba para ver películas de vaqueros con su abuelo o que sus padres le dejaban disfrutar de capítulos de Sexo en Nueva York.
Mientras que la mayoría de las royals veteranas apostaron por modelos ‘reciclados’, las más jóvenes sí que estrenaron. Máxima de Holanda, una de las más impresionantes con un vestido de Jan Taminiau con el que acudió a la entronización de Naruhito en el otoño de 2019, la última gran cita royal antes de la pandemia. Sobre su cabeza, la imponente tiara Stuart. Mette Marit de Noruega y Victoria de Suecia también lucieron looks reciclados. La madre de la protagonista, un vestido rosa que llevó en la boda de Victoria de Suecia, precisamente, y su tiara nupcial. Por su parte, la hija de los Reyes Carlos Gustavo y Silvia apostó por un delicado modelo estampado y la tiara de Laurel.
Especial atención acapararon los más pequeños. Estelle y Óscar de Suecia y Charles de Luxemburgo debutaron en una gala en la que se echó de menos a la Reina Letizia y a sus hijas. Estelle, que aún no ha alcanzado la edad para llevar tiara, apostó por una preciosa diadema floral.
A pesar de la ausencia de la Reina Letizia y sus hijas -justo ayer terminaba las clases la Princesa Leonor y resulta lógico que se quedara en Madrid para recibirla-, el Rey Felipe demostró, una vez más, su fantástica relación con el resto de royals. El monarca conversó largo tiempo con Mette Marit de Noruega y Máxima de Holanda, mientras que llegó a la gala del brazo de una impresionante Amalia de Holanda. Con un vestido capa en color rosa de Marchesa, la Princesa de Orange siguió la estela de su madre y se ‘coronó’ con su tiara nupcial, una de las piezas que más importancia tiene para la argentina y que ha sido un claro guiño a sus padres, que celebraron este año veinte años de su enlace.
Mientras que Matilde de los Belgas mantuvo un perfil bajo, su hija, la duquesa de Brabante debutó vestida de Armani Privé al que adaptó el escote y con una imponente diadema que hacía mucho tiempo que no se veía en público. Se trata de una pieza de grandes dimensiones que probablemente haya sido un regalo de sus padres por su decimoctavo cumpleaños.
Aunque es cierto que la diadema de Máxima de Holanda fue una de las más imponentes de la velada, también es necesario prestar atención a la tiara de la Reina Sonia. La consorte quiso sacar la artillería pesada para homenajear a su nieta, con la impresionante tiara de esmeraldas. Una pieza que, por cierto, tiene una relación directa con su hija Marta Luisa. La Princesa debutaba también de alguna manera en un acto de estas características junto a su prometido, el chamán Durek Verret, al que vimos desenvolverse con soltura. Marta Luisa, al igual que alguna de sus hijas -en concreto Leah que rebuscó en el armario de su madre-, lució un vestido de su madre, en una actitud que refuerza su compromiso con la sostenibilidad. No faltó el impresionante anillo de esmeralda y diamantes con el que el chamán le pidió recientemente matrimonio.
No faltaron personalidades de monarquías no reinantes, como Bulgaria, con la reaparición de Kyril, Rosario Nadal y sus hijas tras la boda de Mafalda y la presencia de Marie-Chantal y Pablo de Grecia. Un encuentro que hubiera sido incómodo para doña Letizia de haber acudido, ya que se sabe que su relación con ella no es buena. Pese a que el Rey ha sido durante mucho tiempo uña y carne con sus primos, apenas se les pudo ver juntos.
La velada ha quedado grabada en el recuerdo como una de las citas más importantes de la esfera royal, aunque es inevitable pensar en la soledad del Rey Felipe y en la llamativa ausencia de la Princesa Leonor en el que podría haber sido su gran debut. Quizás solo sea cuestión de edad y que los Reyes prefieren a que haya cumplido los dieciocho. El tiempo dirá.