El Pacha III: el espectacular yate al que Carolina de Mónaco nunca va a renunciar
La princesa recibió el barco como regalo de Stefano Casiraghi poco antes de su muerte
Carolina de Mónaco siente un gran apego por la nave y pasa allí todos los veranos

La cuenta atrás para el inicio de la temporada de verano ya ha comenzado. A pocos días del inicio del mes de junio, muchos están pensando ya en los días de sol y playa. Algunos afortunados incluso en surcar las aguas de los mares a bordo de un espectacular velero o de un majestuoso yate. Son los menos, pero entre ellos se encuentra la princesa Carolina de Mónaco quien, año tras año, disfruta del verano a bordo de su Pacha III.
Mientras que los magnates y empresarios de todo el mundo presumen de la última tecnología en sus barcos y de sus estructuras modernas y sofisticadas, la hermana de Alberto de Mónaco lleva varias décadas siendo fiel a su embarcación y no tiene la intención de decirle adiós. No en vano, el Pacha III es muy especial para la princesa de Hannover y su historia está directamente relacionada con el romance con Stefano Casiraghi, fallecido trágicamente a principios de octubre de 1990 en un accidente náutico. La pérdida de su segundo marido -dicen que la persona de la que más enamorada ha estado la princesa- marcó profundamente a Carolina de Mónaco, que pasó un tiempo alejada de los focos y refugiada en la Provenza con sus hijos.
El barco de la princesa Carolina de Mónaco. (Foto: Gtres)
Un yate simbólico
Aunque la princesa tiene en sus hijos mayores el mejor recuerdo de Casiraghi, no es el único. El barco en el que la vemos cada verano se ha convertido en una especie de santuario para ella. Un lugar de paz y tranquilidad en el que disfruta del tiempo en familia y por el que han pasado todos sus nietos.
El Pacha III fue un regalo de Stefano Casiraghi a su esposa en 1989, poco antes de perder la vida. El barco no era nuevo, sino que fue construido en la década de los años 30. Según algunas fuentes, la hermana de Alberto de Mónaco lo vio en el puerto del Principado y se encaprichó de él. Stefano no dudó en adquirirlo y ponerlo a punto para que ella pudiera cumplir su sueño de dar la vuelta al mundo. Invirtió 600 millones de pesetas, tal como trascendió en su momento. El sueño se vio truncado por la inesperada muerte de Casiraghi.


Carolina de Mónaco durante unas vacaciones en el Pacha III. (Foto: Gtres)
El nombre de la nave era Arlette II, pero Casiraghi decidió cambiarlo con un guiño a sus tres hijos: Pierre, Andrea y Charlotte. El barco había llevado antes otros nombres, como Briseis, Cardigrae V y Priamar. Entre sus propietarios se encontraban Jean- Louis Renault, o el pintor expresionista Bernard Buffet. Tras la trágica muerte del marido de Carolina, la princesa realizó una serie de reformas para poner al día el barco y que contara con todas las comodidades.
No quiso deshacerse de él y tampoco le dio la espalda al mar que le había arrebatado a su marido, sino todo lo contrario. Optó por pasar todo el tiempo posible a bordo de la nave, convirtiéndola en un hogar flotante para la temporada de verano, que ha resistido al paso del tiempo y de las modas. El Pacha III tiene un aire solemne y majestuoso que destaca entre los barcos más modernos. Una de sus señas de identidad son sus cubiertas de teca de máxima calidad y su estructura de acero.


Carolina de Mónaco, a bordo del Pacha III. (Foto: Gtres)
Está construido con una cubierta de teca, una de sus señas de identidad, un casco de acero y una superestructura de acero. El Pacha III navega bajo bandera monegasca y todavía está considerado uno de los mejores barcos del mundo. Sus más de 35 metros de eslora, 5,6 de manga, su estética inspirada en la década de los 30 del siglo XX y su decoración interior de Jacques Grange hacen del Pacha III un verdadero tesoro del que Carolina nunca se va a desprender.