EN MALLORCA

Muere Birgitta de Suecia, hermana del rey Carlos Gustavo, a los 87 años

La princesa Birgitta ha fallecido a los 87 años en Mallorca

En Mallorca había establecido su residencia desde hacía varias décadas

Birgitta era la hermana mayor del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia

La princesa Birgitta en un acto oficial. (Foto: Gtres)
La princesa Birgitta en un acto oficial. (Foto: Gtres)
Marta Menéndez
  • Marta Menéndez
  • Televisión, Moda y Corazón. Graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad de Lleida. Antes, redactora y locutora de informativos en la 'Cadena SER' y redactora de Cultura y nuevas tendencias en 'El Independiente'.
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La princesa Birgitta ha fallecido a los 87 años en Mallorca, donde había establecido su residencia desde hacía varias décadas. Hermana mayor del rey Carlos XVI Gustavo de Suecia, era además tía paterna de los príncipes Victoria, Magdalena y Carlos Felipe. Viuda del príncipe alemán Juan Jorge de Hohenzollern, Birgitta llevaba una vida discreta pero cercana a su entorno, combinando sus raíces reales suecas con su amor por la isla que consideraba su hogar.

«Con gran tristeza he recibido hoy la noticia del fallecimiento de mi hermana, la princesa Birgitta. Mi hermana era una persona pintoresca y franca a la que mi familia y yo extrañaremos profundamente. Junto con toda mi familia, envío hoy mi más sentido pésame a los hijos y nietos de la princesa Birgitta», han sido las palabras con las que el monarca ha dado a conocer la triste noticia a través de la cuenta oficial de Instagram de la Casa Real de Suecia.

Nacida el 19 de enero de 1937 en Estocolmo, Birgitta Ingeborg Alice es la segunda de los cinco hijos del príncipe Gustavo Adolfo y la princesa Sibila de Sajonia-Coburgo y Gotha. La princesa Birgitta pasó su infancia estudiando junto a otras niñas en el Palacio Real de Estocolmo. Durante su adolescencia asistió al internado Château-d’Œx en Suiza, donde amplió su formación en un entorno internacional. En 1959 decidió trasladarse a Múnich para aprender alemán. Fue allí donde conoció a Johann Georg von Hohenzollern-Sigmaringen, príncipe e historiador de arte, con quien compartiría su vida. Conocido cariñosamente como Hansi, él se convertiría en su esposo y en un importante apoyo en su vida personal y profesional.

Fue en 1961 cuando Birgitta contrajo matrimonio con el príncipe, miembro de la familia real alemana. El matrimonio atravesó dificultades con el paso de los años, y la pareja optó por vivir separada pero sin divorciarse formalmente. Una situación poco común en el seno de la realeza europea de la época. Para su gran día, la princesa Birgitta lució como única joya la icónica tiara de la reina Josefina, una pieza histórica de la familia real sueca. Complementó su atuendo con un elegante vestido de seda duquesa diseñado por Märthaskolan acompañado de un velo de tul. El vestido contaba con una cola desmontable que había sido utilizada previamente por la reina Silvia en su propia boda con el rey Carlos Gustavo.

La princesa Birgitta de Suecia en Estocolmo. (Foto: Gtres)
La princesa Birgitta de Suecia en Estocolmo. (Foto: Gtres)

Fiel a sus preferencias personales, Birgitta incorporó su color favorito, el amarillo, en el ramo nupcial, compuesto por rosas amarillas y blancas. Además, el bouquet incluía una ramita de mirto tomada del árbol que su abuela, la princesa heredera Margarita, había llevado desde Inglaterra y plantado en el castillo de Sofiero, un gesto cargado de tradición y simbolismo.

El vínculo de Birgitta con Mallorca

Birgitta se mudó a mediados de los años 90 a Mallorca. Allí encontró un refugio ideal para su estilo de vida. La isla se convirtió en su residencia principal, un lugar donde disfrutaba de actividades como el golf y el contacto con la naturaleza. Durante décadas, Mallorca fue testigo de su cercanía con otras familias nobles y su participación en eventos sociales locales. «Estoy encantada de hablar bien de la Isla en mi país, en correspondencia a lo bien que me tratan los mallorquines en Mallorca», dijo en una ocasión.

A pesar de residir fuera de Suecia, la princesa mantuvo su título real y desempeñó roles representativos en ocasiones oficiales. Su personalidad accesible y su presencia habitual en la vida mallorquina la convirtieron en una figura querida tanto en España como en su país natal.

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