UN TÍTULO ESPECIAL

La ‘maldición’ de Edimburgo de la que escapó el príncipe Felipe

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El príncipe Felipe en una imagen de archivo. / Gtres
  • Andrea Mori
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El pasado 10 de marzo, después de meses de especulaciones y rumores, por fin, el Palacio de Buckingham confirmaba una de las noticias más esperadas de los últimos tiempos. El rey Carlos concedía a su hermano menor, el hasta ahora conde de Wessex, el título de duque de Edimburgo. Un gesto con el que el nuevo monarca cumplía con el deseo tanto de su madre, la Reina Isabel, como de su padre, el príncipe Felipe, que habían acordado con el príncipe Eduardo que, llegado el momento, sería él el que ostentara este título.

Edimburgo

Los duques de Edimburgo en el Día de la Commonwealth. 

Un regalo de cumpleaños muy esperado para el príncipe Eduardo, con algunas condiciones ya que, al tratarse de un título de mayor importancia, el hermano del Rey lo ostentará hasta su muerte, y no podrá transmitirlo a sus herederos, como sí ha ocurrido con el título de conde de Wessex. Y es que no hay que olvidar que el ducado de Edimburgo tiene unas connotaciones muy especiales para la Familia Real Británica.

A pesar de que el anterior duque de Edimburgo ha sido el príncipe Felipe, lo cierto es que la historia de este ducado no siempre ha sido positiva, sino más bien lo contrario. Por ejemplo, el primer duque de Edimburgo, el príncipe Federico, en el siglo XVIII, fue un royal que murió con tan solo 44 años, por el golpe de una pelota de cricket.

Balmoral

La Reina Isabel y el duque de Edimburgo en Balmoral. 

La Historia recuerda a este príncipe como una persona a la que sus padres no tenían mucho aprecio hasta el punto de que su padre, el rey Jorge II, no le reconocía como su hijo y su madre tenía predilección por su segundo hijo que, por cierto, tampoco es que fuera una persona especialmente afable.

A pesar de que no era un hombre querido, este primer duque de Edimburgo sí que tenía muchos talentos, sobre todo artísticos y deportivos. Amante del arte, compositor, poeta, cazador y pescador, pero un hombre que no fue nunca feliz en realidad. De hecho, tuvo varios desencuentros con su padre, al que reclamaba siempre más dinero del que le correspondía, hasta el punto de que llegó a acudir al Parlamento, sin éxito.

Edimburgo

La Reina Isabel y el duque de Edimburgo en una imagen de archivo. 

A su muerte en 1751 en circunstancias bastante peculiares, el título pasó a su hijo, que se convirtió en Rey como Jorge III. Sin embargo, solo lo llevó durante nueve años, antes de su proclamación. Este monarca fue el responsable de la compra del Palacio de Buckingham y se caracterizó por su talante liberal. No obstante, sus últimos días fueron complicados, tanto que perdió el juicio a consecuencia de la tristeza por la muerte de su hija Amelia.

Antes del actual duque de Edimburgo y de su padre, el más recordado de todos, hubo otros royal que llevó este título. El príncipe Alfredo, segundo hijo de la Reina Victoria, al que, al igual que en el caso del príncipe Eduardo, se le otorgó el título por su cumpleaños. Fue un consumado soldado, que formó parte de la Royal Navy, e incluso el primer miembro de la Familia Real en visitar Australia.

Duque de Edimburgo y el príncipe Carlos/Gtres

El anterior duque de Edimburgo y el rey Carlos juntos. /Gtres

Sin embargo, no pudo traspasar el título a su hijo, ya que falleció de manera prematura. Algunas fuentes aseguraron que por un tumor cerebral, mientras que otras decían que se había quitado la vida, a consecuencia de un escándalo por una amante.

El ducado de Edimburgo cayó en el olvido hasta que el padre de la Reina Isabel no lo hubiera recuperado. Fue Jorge VI el que decidió darle a su yerno el ducado de Edimburgo y con esta decisión, romper una estela de ‘infortunios’ asociados a un título que ahora es uno de los más valorados de la Corona, gracias al trabajo del príncipe Felipe.

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