El momento de auténtico pánico que Lady Di vivió en España
Corría el año 1987. Un verano muy caluroso en Mallorca y más de 15 fotógrafos esperando frente al palacio de Marivent a que la Familia Real española, acompañada de los príncipes Carlos de Inglaterra, Lady Di y sus hijos, Harry y Guillermo posaran en las escaleras que daban acceso a la residencia de verano de los Reyes.
Además de la prensa nacional, había un gran número de reporteros ingleses que seguían los pasos de la princesa de Gales allá donde fuera. La rivalidad entre unos y otros era latente, pues en aquel entonces, a diferencia de hoy, era costumbre que los españoles hicieran la primera tanda de fotografías en el posado y después pasaran los ingleses. En esta ocasión no se había organizado así y estos últimos habían llegado con escaleras, trípodes y todo tipo de herramientas de trabajo que, a ojos de los españoles, no hacían más que obstaculizar su propio trabajo.
Esto provocó que, indignados, decidieran hacer lo que en la profesión se entiende por un plante, que no es otra cosa que negarse a hacer fotografías. Por unanimidad decidieron no levantar las cámaras cuando los protagonistas salieran a la escalinata. Y así lo hicieron. Pero, para su sorpresa, vivieron uno de los momentos más surreales que se recuerdan en torno a las dos glamurosas familias.
Lady Di, el príncipe Carlos y sus hijos Harry y William visitan a la familia real española / Gtres
El primero en salir fue Don Juan Carlos, sonriente y acompañado por un pastor alemán enorme, que entonces era una de sus mascotas. Apenas dos pasos más atrás Doña Sofía, con su perrito en brazos y Lady Di a su lado. Tras ellas el resto de sus familias. Todo parecía entrar dentro de lo normal hasta que, en el momento en que empiezan a colocarse y saludan a la prensa, el pastor alemán salta contra el perrito que doña Sofía tenía en brazos, un pequeño bichón maltes que en ese momento no pudo más que echarse al temblar. Don Juan Carlos, ayudado por el príncipe inglés, trató de separar al pastor alemán de su improvisado oponente. La cara de Diana, a la que la disputa canina le pilló en medio, era de auténtico pánico. A ella, que era todo espontaneidad y soltura, este percance la dejó fuera de juego. Finalmente, todo quedó en un susto que ningún fotógrafo español inmortalizó.