Doña Pilar de Borbón y la difícil relación con Letizia
Tras la muerte de Pilar de Borbón, se recuerda la adoración mutua que se profesaban el rey Juan Carlos y su hermana mayor y la difícil relación, mejor dicho, la inexistente relación de doña Pilar y la reina Letizia.
Nada es casualidad y en estos meses en los que me llegaban malas noticias sobre la delicada salud de la infanta Pilar, todos los comentarios coincidían en dos puntos: la adoración mutua que se profesaban el rey Juan Carlos y su hermana mayor y la difícil relación, mejor dicho, la inexistente relación de doña Pilar y la reina Letizia. No es casual tampoco que al buscar en archivo imágenes de ambas, entre las miles que ilustran los más de 15 años desde que la entonces periodista entrara a formar parte de la Familia tras su boda con el príncipe Felipe en mayo de 2004, encuentre menos de 10 ocasiones en las que se les ha fotografiado juntas.
La última vez en la que coincidieron en un acto fue en enero de este reciente 2019, durante la entrega de los Premios Nacionales del Deporte. Un mes después y de urgencia, doña Pilar viajaba de Palma de Mallorca a Madrid para ser intervenida quirúrgicamente. Ya llevaba meses enferma. No recuerdo haber visto nunca a la reina Letizia visitando a la hermana de don Juan Carlos en sus últimos ingresos hospitalarios (al menos públicamente), ni que se buscaran en Palma ni que compartan Navidad hace años. Su ausencia más sonada fue en el 80 cumpleaños de doña Pilar que se celebró en Palma. Asistieron, además de todos los hijos y nietos de la homenajeada, don Juan Carlos, doña Sofía, la infanta Elena e incluso don Felipe, pero la Reina se quedó en Marivent. ¿No es extraño? Solo ella faltó, además de la infanta Cristina y los suyos, dada la fractura entonces con la familia.
Una fotografía llama especialmente mi atención: doña Pilar hace la reverencia a la reina Letizia. El 10 de julio de 2018 los Reyes reciben en Zarzuela a miembros de Nuevo Futuro, asociación benéfica a favor de los niños en riesgo de exclusión de la que la infanta era Presidenta de Honor desde sus inicios hace 50 años, y doña Pilar se inclina ante doña Letizia, quien le sujeta los brazos para evitar la veneración. «La infanta siempre ha tenido muy claro quién es quién y cómo comportarse. Ya decía su padre que fue educada como una princesa», me revela un amigo experto en protocolo.
La infanta Pilar de Borbón se inclina ante doña Letizia (Foto: Gtres)
Termino de ver las imágenes y compruebo que coincidieron un año después de su boda en un acto oficial en apoyo a la candidatura de Madrid como ciudad olímpica; después en otros relacionados también con el deporte y uno en honor de la Guardia Real; obviamente, en bodas y bautizos familiares, en la misa por el centenario del nacimiento de Don Juan, en junio de 2013 o en el funeral de Alicia de Borbón, en mayo de 2017. Son familia.
Haciendo honor a su nombre, la infanta ha sido columna y pilar en la familia del Rey, en la de don Juan Carlos y doña Sofía; en la de don Felipe, todo es de otra manera, y empieza y acaba en el Monarca, su esposa y sus dos hijas. Atrás quedaron los años del rey padre y su familia, incluidas SS.AA.RR las infantas Pilar y Margarita, sus sobrinos, sus maneras, sus tradiciones y la unión familiar, al menos aparente. El terremoto Nóos-Corina-Botsuana-, que cesó en junio de 2014 con la abdicación de don Juan Carlos y la proclamación de don Felipe, abrió en la familia una tremenda grieta, semejante a las que quiebran la tierra en dos tras un fuerte sacudida en la escala Richter. Pero el seísmo iba más allá de la infanta Cristina y la imputación de su marido, Iñaki Urdangarin: a un lado, el rey Felipe y su esposa; el resto de la familia, al otro. «Doña Pilar y sus hijos la evitaban; digamos que no se caían precisamente bien», me dice mi confidente intentando ser lo más correcto posible. Sin embargo, la respetaba, y en las contadas ocasiones que se refirió a ella en público fue siempre positiva. De doña Letizia dijo, cuando aún era princesa, que era «mucho mejor y más lista que Lady Di». Si tenemos en cuenta que la desparecida Diana Spencer fue la piedra en el zapato de la reina Isabel II, puede ser un halago o, tal vez, una sutil reprobación en su momento. Después sí la calificó de gran ayuda para su marido, siendo ya doña Letizia reina consorte. Chocó desde el principio con los 5 hijos de la infanta Pilar, primos de don Felipe; con su vida, su forma de ser y de estar; especialmente, con Simoneta, hasta tal punto que no acudió ni a su 50 cumpleaños ni a la Primera Comunión de su hija. Tampoco fue a los 40 de Beltrán, celebrado en casa de doña Pilar. No, con los Gómez- Acebo Borbón no parece que haya encajado ni encaje.
El del pasado 5 de enero fue un cumpleaños triste para el rey Juan Carlos. La mala noticia de que una neumonía postraba de nuevo a su hermana mayor en la cama de un hospital presagiaba que el final estaba cerca. Tres días después se despedía de ella para siempre. En sus peores años, con problemas de salud, distanciado de la reina Sofía y más solo que nunca, doña Pilar fue una de sus pocas referencias. Su casa, en las afueras de Madrid, se convirtió en refugio en más de una ocasión, en almuerzos compartidos cuando su familia se rompía. Doña Pilar siempre tuvo mucho que decir y lo dijo. Qué le gusta y qué no y también quién sí y quién no. Durante la celebración anual del Rastrillo Nuevo Futuro de hace dos años, se sinceraba con el diario ABC y aseguraba que no escribía sus memorias «porque tendría que hablar mal de algunas personas».
La infanta Pilar de Borbón junto al rey emérito Juan Carlos I (Foto: Gtres)
La relación con su hermano Rey fue siempre muy especial, queriéndose y respetando lo que el destino le deparó a cada uno. Primogénita de don Juan de Borbón y doña María de las Mercedes de Borbón y Orleans, la infanta Pilar vio como su padre fue relegado por Franco en la línea de sucesión en favor de su hermano menor Juanito, a quien proclamó su sucesor a título de Rey. Siendo la mayor, nunca hubo atisbo ni posibilidad de ser reina. El dictador anuló a su padre y además ella era mujer, o sea, nada que hacer. Su hermano Juanito- como cariñosamente lo llaman en su familia- sería el Rey y ella estaría a su lado: en su infancia de exilio en Portugal, tras el trágico accidente que se llevó la vida de Alfonsito, su otro hermano varón; en la separación cuando Juanito vino a estudiar a Madrid; en sus primeros años como Príncipe; después, en la difícil, pero serena Transición; en lo bueno y lo malo; antes de Letizia y también cuando la periodista llega a sus vidas para ser la reina de su sobrino Felipe y después, junto a él, la de todos los españoles. Por España, todo por España, Alteza. Descanse en paz.