NORMAS DE 'LA FIRMA'

El rey Carlos y el ‘as en la manga’ para ‘controlar’ a los hijos de Enrique y Meghan

Rey Carlos
El Rey Carlos en una imagen de archivo. / Gtres
  • Andrea Mori
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Los últimos días han estado marcados por los cambios en el ámbito de la Familia Real Británica. A pocas semanas de la Coronación de Carlos III, los preparativos para este histórico evento están en marcha, con todo lo que ello implica. Poco a poco se van conociendo algunos detalles de las celebraciones, así como el papel que cada uno de los miembros de la Familia Real desempeñará durante los actos. Ya se sabe que el monarca ha suprimido el juramento de lealtad de los duques reales y lo ha limitado al príncipe de Gales, de manera que varios de los integrantes de la familia, como es el caso del príncipe Enrique, el duque de York o el nuevo duque de Edimburgo, no tendrán un papel representativo. Una manera de evitar que acaparen la atención algunos de ellos después de las polémicas de los últimos tiempos.

El rey Carlos III de Gran Bretaña, Camilla, la reina consorte, Meghan Markle, la duquesa de Sussex y el príncipe Harry / Gtres

El rey Carlos III en el funeral de la Reina Isabel en Londres. 

A la espera de que Buckingham confirme más detalles, en los últimos días ha habido modificaciones fundamentales en la estructura de la Corona. Por un lado, coincidiendo con el cumpleaños del príncipe Eduardo, el rey Carlos le ha otorgado el ducado de Edimburgo, con lo que sigue los deseos de su madre, la Reina Isabel, y de su padre, el príncipe Felipe. El otro cambio significativo tiene que ver con los hijos de Enrique y Meghan que, después de que una fuente cercana a los duques de Sussex revelara que la hija menor del matrimonio había sido bautizada y se refiriera a ella como princesa Lilibet, se ha actualizado la web de la Casa Real incluyendo a Archie y a la pequeña con este título. Un cambio sobre el que no ha habido comunicado oficial, a diferencia del nuevo estatus del príncipe Eduardo, quizás porque los Sussex ya no ejercen como royals en activo y porque la modificación no implica, en realidad, ningún cambio sustancial.

Carlos

Carlos y Diana en el anuncio de su compromiso. 

Tal como revelaron fuentes cercanas a Enrique y Meghan, los hijos de la pareja tienen derecho de nacimiento a llevar el título de príncipe y princesa, como nietos del jefe del Estado. Esto es una realidad, aunque, por ejemplo, no se les ha concedido el tratamiento de Alteza Real, dado que tampoco sus padres tienen permitido utilizarlo, por haber renunciado a su papel oficial. Lo curioso es que hayan sido los propios Enrique y Meghan los que hayan filtrado que sus hijos ya llevan el título de príncipe y princesa, cuando a su salida de ‘La Firma’ expresaron que su deseo era llevar una vida independiente de la Familia Real.

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Carlos III y Camila Parker-Bowles la pasada Navidad. / Gtres

No obstante, los títulos de Archie y Lilibet no implican, en realidad, ningún cambio para el resto de la familia: «No afectarán a la familia mucho, en realidad, desde que Carlos es Rey, tenían los títulos y la familia era consciente de ello, no creo que nadie se haya sorprendido», explica a este digital la experta en realeza Brittani Barger.

Tal como comenta la especialista, de acuerdo con la norma, los nietos del monarca son príncipes -a no ser que pidan específicamente no serlo, como fue el caso de los hijos del actual duque de Edimburgo-, algo que no ocurría como bisnietos de soberano. Por eso llamó tanto la atención cuando Meghan Markle dijo que al estar embarazada de Archie no querían darle un título por el posible color de su piel. En realidad, no le correspondía, salvo que la Reina hubiera decidido lo contrario.

Camila Parker y el Rey Carlos III / Gtres

Camila Parker y el Rey Carlos III el pasado mes de septiembre.  

Más allá del tema de los títulos, hay otras cuestiones que también afectan a los hijos de los duques de Sussex ahora que su abuelo es el Rey. Una de ellas tiene que ver con la custodia. Y es que, según una antigua ‘norma’, el monarca tiene la custodia de sus nietos. Brittani Barger considera que es una consideración arcaica a la que es muy poco probable que Carlos III recurra, pero aún está vigente, gracias a Jorge I, que tenía una muy mala relación con su hijo.

LOOK se ha puesto en contacto con la historiadora Marlene Koenig, para entender mejor esta norma y cómo podría afectar a los duques de Sussex, ahora que las relaciones familiares están en un momento muy tenso. Según ha explicado la historiadora, efectivamente, cuando Carlos III se convirtió en Rey, automáticamente, sus nietos pasaron a ser príncipe y princesa, aunque no tendrán el tratamiento de Alteza Real porque el de su padre, Enrique, está en suspenso.

El Rey Carlos III y la Reina Consorte / Gtres

El rey Carlos III y la reina consorte saludando. 

Según esta norma, que no es exactamente una ley, sino una prerrogativa, es decir, «el derecho o privilegio especial ejercido por un monarca sobre todas las demás personas», el soberano tiene derecho a tomar decisiones importantes en lo que respecta a la crianza de sus nietos.

La prerrogativa se remonta al siglo XVIII, cuando el rey Jorge I después de un gran desacuerdo con su hijo, sobre sus nietos planteó la cuestión de la custodia a sus jueces. Diez de los 12 jueces dictaminaron que «el derecho de supervisión del rey se extendía a sus nietos y este derecho pertenece a Su Majestad, Rey del Reino, incluso durante la vida de su padre». Un derecho que el rey Jorge ejerció en varias ocasiones, a pesar del descontento de su hijo. De hecho, llegó a desterrar a su hijo de la corte y asumió la custodia de los cuatro hijos menores del Príncipe y la Princesa de Gales.

Para la historiadora, a pesar de que la norma podría aplicarse, es poco probable que Carlos recurra a ella: «Enrique es el hijo menor, sus hijos no están en línea directa de sucesión, no necesita viajar separado de su hijo cuando viajen en avión, como sí que le ocurre a Guillermo que, seguramente hable con su padre de la educación de sus hijos», comenta la experta.

Un escenario diferente al que vivió Diana de Gales. Tal como recuerda Marlene Koenig, en plena crisis entre los entonces príncipes de Gales, Diana amenazó con llevarse a sus hijos y mudarse a Australia. Rápidamente se le recordó que necesitaría el permiso de la Reina para sacar del país a los príncipes Guillermo y Enrique. Antes de eso, cuando Guillermo era un bebé, fue el propio Carlos el que le tuvo que pedir permiso a su madre para viajar a Balmoral con Guillermo los tres juntos, en lugar de que el bebé fuera con la niñera. Cuando nació Enrique, ya empezaron a viajar por separado.

Aunque en el acuerdo de divorcio de Carlos y Diana no intervino directamente la Reina Isabel y se puso como residencia principal de los príncipes el Palacio de Kensington, Diana nunca tuvo el control completo sobre sus hijos, ya que todas las decisiones importantes tenían que estar consensuadas con la Corona. Tal como ha recordado la historiadora Marlene Koenig, en un artículo de The Times publicado en el mes de diciembre de 1993, Michael L. Nash, un prestigioso experto constitucional se refirió a este tema: «La Reina tiene la última palabra en la custodia, crianza, educación e incluso el derecho de residencia de los Príncipes, incluso durante su vida». Un texto en el que además apuntaba que lo que opinara Diana no era decisivo, aunque se podía tener en cuenta.

Aunque a día de hoy ya no tiene mucho sentido que se pueda aplicar esta prerrogativa, lo cierto es que, tal como explica Marlene Koening, «es mucho más habitual que el heredero al trono discuta los viajes y la educación de sus hijos con el soberano». La experta cree que, si Enrique hubiera permanecido en Reino Unido, quizás también consultaría algunas cuestiones con su padre, aunque «es poco probable que estuviera sujeto a la prerrogativa, ya que sería el hijo menor del soberano y sus hijos no serían herederos directos del trono», explica. Eso sí, la ‘norma’ sigue vigente y la realidad es que, en caso de considerarlo oportuno, el Rey podría recurrir a ella.

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