SENTENCIA 'CASO NÓOS'

Urdangarin al límite: El preocupante estado físico del marido de la infanta Cristina

Iñaki Urdangarin
Iñaki Urdangarin / Gtres
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Al límite. Así se ha visto a Iñaki Urdangarin a su llegada a la Audiencia de Palma para recoger su orden de ingreso en prisión. Al marido de la infanta doña Cristina ya se le han acabado las opciones, la cárcel le espera. Cinco años y diez meses es el tiempo que ha determinado el Tribunal Supremo que el exduque debería cumplir entre rejas, y aunque no será tanto, nada podrá librarle ya de estar un período privado de libertad.

Iñaki Urdangarin llega a la Audiencia de Palma / Gtres

Si hay algo que ha llamado la atención desde que hace más de 8 años saliera a la luz el escándalo del Instituto Nóos es el cambio físico que ha sufrido Iñaki Urdangarin. Nada queda ya del antaño deportista que enamorara a la infanta Cristina y conquistara los corazones de media España -por no decir del país entero-. El vasco se convirtió en el ‘guapo’ de la Familia Real, casi a la misma altura que el entonces príncipe Felipe. Sin embargo, la presión le ha pasado factura y el tiempo se le ha echado encima. A pesar de que hasta ahora ha podido disfrutar de una ‘cárcel de oro’ en Ginebra, en la que no ha tenido más que ocuparse del cuidado de su familia y se ha dedicado a algunas de sus grandes pasiones como el deporte, parece que la tensión por la espera del veredicto le ha hecho un flaco favor al físico del exduque.

Urdangarin tiene cinco días para entrar de manera voluntaria en prisión / Gtres

A sus 50 años, Urdangarin está más desmejorado que nunca. Muy delgado, pálido y con el rictus serio, al marido de la Infanta el proceso judicial le ha dejado importantes secuelas. Su magnífica constitución, fruto de duras horas de deporte ha dejado paso a un cuerpo débil, con aspecto enfermizo, a pesar de que sigue practicando ejercicio, de hecho, es en el deporte donde encuentra los momentos de mayor tranquilidad.

Urdangarin sale de la Audiencia con la orden en las manos / Gtres

Las arrugas, fruto de la preocupación y las ojeras han campado a sus anchas en el rostro del yerno del Emérito. Lo único que no ha cambiado de manera muy sustancial es su manera de vestir, lo que provoca que su transformación se haga aún más evidente. Como Urdangarin guarda en su fondo de armario algunas prendas básicas desde hace varios años, se nota de manera especial cómo le han ido quedando grandes. Por ejemplo, hay una chaqueta que le ha acompañado en varias de sus visitas al tribunal y que si en un principio le quedaba algo estrecha, ahora parece dos tallas superior.

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