Reconstruimos (con testimonios) la historia de Cristina Blanco: el tema tabú de Miguel Ángel Muñoz
Algo histórico ha pasado en el ‘Chester in love’ que preside Risto Mejide. La visita de Miguel Ángel Muñoz nada hacía presagiar que acabaría generando titulares coincidentes: el actor habla de su madre. Con el corazón en la mano, se desnudó emocionalmente en el programa de Cuatro: «Ver a tu madre tocar fondo, duele», rompía su hermético silencio. Esta declaración se produjo porque Risto Mejide supo buscar al actor al interpelarle a bocajarro que no todo han sido luces en su vida, sino que hubo sombras y negritud con la petición de cárcel que se le pidió a su madre. A Cristina Blanco un juez le condenó a 16 meses de prisión por robo, una pena que no cumplió por carecer de antecedentes penales pero que e, cambio, si cumplió de otro modo. Su nueva condición judicial la relegó al ostracismo, un lugar del que solo salió este domingo cuando su hijo reconoció ante Risto: «Quería que se pusiera lo mejor posible, en el plazo más corto de tiempo. Me dio una gran lección de humildad». Miguel Ángel se refería al gesto de generosidad que tuvo su madre cuando decidió desaparecer de la faz de la tierra para dejarle triunfar. Madre e hijo avanzaron en paralelo en direcciones opuestas. Él tocaba el cielo. Ella descendía a los infiernos.
Horas después de su intervención televisiva Miguel Ángel utilizaba su red social para seguir desahogándose: «Tengo que decir que la conversación fue difícil en algunos momentos, ya que no acostumbro a hablar de temas tan personales delante de las cámaras, pero también reconozco que fue muy liberador y me alegro de haber compartido la charla con Risto y con todos vosotros». Para el actor el tema de su madre siempre fue tabú, si bien nunca expresó que no fuera fluida su relación, esquivaba incómodo cualquier alusión. Y esto tiene una explicación.
Miguel Ángel y Mónica Cruz en imagen de archivo / Gtres
Manuela Blanco Cantero, nombre real de Cristina Blanco, pasó de ser la vidente de la jet a desaparecer por completo. Desde joven sintió predilección por los oráculos y encontró en predecir el futuro su fuente de ingresos. Muchos destacan que su ambición profesional por erigirse como una gran vidente la llevó a descuidar su vertiente más familiar, de la que pocos datos se manejan. Contrajo matrimonio con el promotor inmobiliario Miguel Ángel Muñoz, con el que tuvo al actor que se llama como su padre, y del que se separó una vez desatado el escándalo del robo. A su lado siempre estuvieron, sin embargo, las dos niñas peruanas que adoptó cuando no era propio de la época. Este trámite lo llevó a cabo en el más receloso de los silencios y o único que salió a la luz del mismo fue gracias a ‘La Razón’, que arrojó un llamativo dato: Lara Dibildos amadrinó a una de sus hijas, Andrea Muñoz Blanco. Puestos en contacto con la actriz, confirma la información pero declina hacer más declaraciones. «Por la amistad que mantuve con su madre y mantengo con Miguel Ángel», suscribe.
De los viajes a Londres con Terelu a su amistad con Mayte Zaldívar
Que ya estuviera la pitonisa codeada con Dibildos y con el mundo del corazón en ese amadrinamiento fue la consecuencia directa de aparecer en el espacio que la encumbraría a su punto más álgido de fama: el programa ‘Con T de tarde’. El espacio era conducido por Terelu Campos, con quien también forjó una buena relación. Tanta, que míticos eran sus viajes a Londres a comprar zapatos.
La vidente tuvo mucha influencia sobre diferentes personas conocidas, motivándoles a que tomaran decisiones que ella consideraba oportunas. Lo mismo echaba las cartas al alcalde Jesús Gil que a Mae Dominguín y su tropa con Olivia Valère. Mayte Zaldívar, por ejemplo, era una afeccionada del oráculo con quien enseguida forjó una estrecha amistad. Puestos en contacto con ella, Mayte recuerda apenada la desaparición de su amiga. «Cuando salió lo del robo la llamé por teléfono pero cambió de número. Lo mismo pasó con Miguel Ángel, su marido, y, simplemente, desaparecieron. Nunca más volví a saber nada de ellos», explica a LOOK.
Maite Zaldívar por las calles Marbella (Gtres)
Según la exmujer de Julián Muñoz, Cristina decidió borrar de su vida a todas sus amistades que tuvieran relación con los medios de comunicación, es decir, la mayoría. No quería que se supiera nada de ella y tan a pecho debieron de tomárselo algunas de sus compañías que llegaron incluso a renegar de ella. Mayte, sin embargo, siempre creyó en ella y recuerda con nostalgia qué fue de aquella amistad que terminó de la noche a la mañana. «Me acompañó mucho durante mi separación. Se portó muy bien conmigo», dice. «Siempre fue muy espléndida. No sé que necesidad tenía de lo del robo. No tenía ninguna, yo creo».
Desde hace más de 10 años Mayte y Cristina no tienen ninguna relación. A ella le hubiera gustado que la vidente le llamara para preguntarle por todo lo que le ha pasado en estos últimos años, pero su teléfono no ha sonado. Tampoco el de su hija Elia, íntima amiga de Miguel Ángel Muñoz y miembro de su pandilla de Marbella.
Su relación con Belén Esteban
Metida en ese barullo mediático, y mecida por los famosos, que la llegaban a considerar como de su familia, tuvo especial afinidad con Belén Esteban, con la que fraguó una amistad rayada en la dependencia. Blanco apareció en la vida de la tertuliana en su momento de ascenso. Acababa de romper con Jesulín de Ubrique y su vida estaba envuelta en ruido, polémica y excesos. Cristina se convirtió en una especie de socia de la Esteban y le aconsejaba en todo. Sin embargo, su relación terminó como el rosario de la aurora. Unas fotos de Belén con Miguel Ángel, al que lleva 15 años, parece que tuvieron la culpa. Para algunos fue la de San Blas quien se encontraba detrás de las instantáneas, para otros, fue Cristina.
Se le subió la fama a la cabeza y perdió el norte
Quien también vivió los momentos de auge de la vidente de la jet, fue Rosa Villacastín, que confirma a LOOK: «Empezó a llevarse mal con todo el mundo. Se le subió la fama a la cabeza y perdió el norte. Yo traté mucho más a su hijo, pero a ella solo la veía de vez en cuando en aeropuertos». Lo que tuvo claro la periodista es que algo turbio había en todo aquello: «Sus compañías, sus relaciones, los robos, los viajes a Marbella siempre me parecieron extraños. Siempre que la veía adulaba mucho a su hijo, estaba encantada de su carrera. Tampoco me habló nunca ni Miguel Ángel ni ella de sus hijas peruanas. En lo relativo a su vida privada, todo fue un misterio», asevera a este portal.
La vidente Cristina Blanco / Gtres
Mucho más contundente y drástico se muestra al teléfono el vidente Rappel: «No quiero saber nada de esta señora, ni para bien ni para mal. Que Dios le de salud y suerte en su vida», espeta a LOOK.
Su descenso a los infiernos
Pasados los años 90, ya Cristina Blanco no gozaba de tantos brillos, los famosos comenzaron a percatarse de que sus dotes para predecir el futuro eran más de ínfulas que de contenido, y unos famosos le cantaban a otros quién era en realidad la madre de Miguel Ángel Muñoz. Comenzó a plegarse y ya cuando se sentía más cómoda en su papel de Manuela, su nombre resonó en 2007 por una triste noticia. Su carrera se fue al traste tras ser condenada por robar en un hotel de Málaga.
Cristina Blanco, Lara Dibildos, Terelu Campos y Rocío Carrasco /Gtres
Fue condenada a 16 meses de cárcel por robar tarjetas de crédito y móviles de los clientes del hotel. No llegó a entrar en prisión porque no tenía antecedentes, pero sin dudas fue un varapalo para la vidente que la hundió en el ostracismo mediático y su nombre fue zarandeado por los programas de entonces. En 2007 fue ingresada en en la Clínica López Ibor porque padecía un supuesto trastorno bipolar. Además, en aquella época se habló de que podría haber pensado incluso en quitarse la vida.
Entre tanto, su hijo siguió con su carrera profesional, que iba inflándose como la espuma, mientras se iba fabricando una coraza protectora entorno al escándalo, que muchos interpretaron como un posicionamiento en contra de su madre. Gracias a su entrevista con Risto, se ha sabido que nada más lejos de la realidad. En la actualidad, Manuela vive arrullada en el anonimato en un pueblo de Madrid. Poco o nada se sabe de ella. Solo lo que su hijo ha decidido que se sepa.