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¿Qué hace Marta Sánchez para parecer de 30 a los 59? La clave está en el Ballet Fit

El Ballet Fit es una disciplina que combina ballet clásico, fitness y pilates

Es el secreto con el que el icono del pop español, con más de 35 años de carrera, se mantiene fuerte

A nivel nacional, figuras como Paula Echevarría, Raquel Sánchez Silva y Eugenia Silva también lo hacen

Marta Sánchez posa en un evento público. (Foto: Gtres)
Marta Sánchez posa en un evento público. (Foto: Gtres)
  • Rosa Torres
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A los 59 años, Marta Sánchez no desafía al tiempo: lo doma. Mientras otros lo esquivan con bisturí o lo disimulan con filtros, ella parece haber hecho las paces con su reflejo a través del movimiento, la constancia y una convicción inquebrantable: la belleza no se rinde, pero tampoco se improvisa. Su presencia —escénica, física, simbólica— sigue siendo tan poderosa como cuando, en los noventa, encabezaba las listas de ventas. Pero detrás del carisma y de esa voz de oro con eco mediterráneo, hay algo más sutil: una estructura corporal trabajada con el rigor de una bailarina y el temple de quien sabe que el escenario, como la vida, no perdona la desidia. Por eso, mientras otras celebridades se enredan en rutinas de moda, ha apostado por una disciplina tan exigente como elegante: el Ballet Fit.

¿Y qué es exactamente? Una fusión entre la técnica del ballet clásico, la tonificación del fitness, la precisión del pilates y la respiración consciente del yoga. El método, desarrollado por la exbailarina Gloria Morales —la misma que pasó por el Ballet de Víctor Ullate y el Royal Ballet de Covent Garden— ha conquistado gimnasios de medio mundo. Y ha encontrado en Marta una embajadora ideal: mujer, artista y figura icónica que ha elegido seguir brillando con salud, no con bisturí. “Me siento mejor que nunca”, ha confesado. Y no cuesta creerla: basta verla sobre un escenario para saber que los años no han sido un peso, sino una mejora continua.

Marta Sánchez practicando ballet fit al aire libre. (Redes Sociales)

Marta Sánchez practicando ballet fit al aire libre. (Redes Sociales)

Las sesiones de Ballet Fit son completas, delicadas y exigentes. Incluyen barra, cardio coreografiado, ejercicios de suelo y estiramientos. Trabajan el cuerpo entero —sobre todo esa parte tan olvidada como fundamental: el aductor— sin descuidar la respiración y la concentración. Lo mejor es que no hace falta haber sido bailarina para beneficiarse de sus resultados: basta con constancia, elegancia y ganas de cuidarse en serio.

Los frutos están a la vista: Marta luce una silueta esbelta, brazos definidos, piernas torneadas y esa postura que es más lenguaje que estética. Pero más allá del físico, proyecta algo más profundo: una mujer que ha entendido que la edad no resta, transforma; y que cuidarse es, en realidad, una forma de quererse bien. Porque el escenario de la vida no permite ensayos generales. Y Marta, a sus casi 60, lo interpreta con la precisión de quien lleva toda una vida bailando de cara al público.

Otras famosas que confían en el Ballet Fit

Y no es la única. El Ballet Fit ha conquistado a numerosas mujeres que, como ella, han encontrado en esta práctica una forma de cuidarse con armonía. Paula Echevarría lo adoptó tras su maternidad como herramienta para recuperar tono y postura. Laura Sánchez ha confesado que es su momento de conexión cuerpo-mente. Raquel Sánchez Silva lo combina con pilates y alaba su capacidad para estilizar sin impacto.

Hiba Abouk afirma que la hace sentirse más fuerte, larga y centrada. Incluso Naty Abascal, musa eterna de la moda a sus 80 años, lo ha sumado a su rutina como aliado de tono y flexibilidad. Fuera de España, Natalie Portman lo popularizó durante su transformación para Black Swan, y Miranda Kerr lo utilizó en su recuperación postparto. Todas ellas comparten algo: entienden el movimiento como expresión de cuidado y elegancia.

Cómo empezar desde cero 

Para quienes quieran iniciarse desde cero, el camino es más accesible de lo que parece. Lo primero es buscar un centro especializado o clases online con formación oficial, que combinen danza, fitness y pilates con conocimiento del cuerpo. No hace falta lanzarse con intensidad: una o dos sesiones semanales bastan para empezar a notar cambios reales. El vestuario no requiere más que ropa cómoda, leggings elásticos y calcetines antideslizantes. Lo esencial es moverse con libertad. Y sobre todo, hay que escuchar al cuerpo, no al espejo. El progreso no se mide solo en estética sino en conciencia corporal. Con constancia, los beneficios llegan: el primer mes se siente, el segundo se ve y al tercero, te lo preguntan.

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