El blog de Paloma García-Pelayo

Exclusiva: La clave de la supuesta venta prohibida de Cantora

Kiko Rivera duda públicamente de su madre. La venta de parte de Cantora en entredicho. ¿Fue legal lo que hizo la cantante? El hijo de Isabel Pantoja y Francisco Rivera 'Paquirri' cuestiona el cómo, el cuándo y el porqué de cada una de las gestiones que la artista hizo de su patrimonio.

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Kiko Rivera dice sentirse perjudicado en la gestión del patrimonio que, como hijo, heredó de su padre cuando el diestro perdió la vida en aquel viaje mortal hacia el hospital de Córdoba, tras la gravísima cogida de un toro en la plaza de Pozoblanco -Córdoba- en septiembre de 1987. Hay nombres que termina por no pronunciar, pero el de su madre, Isabel Pantoja Martín, ha quedado señalado para la posteridad. Se ha roto algo entre ellos, la confianza, la complicidad y ese amor que siempre se han profesado públicamente ha quedado dañado, en cuarentena. Su único hijo con Paquirri, la ha puesto contra las cuerdas y desde un plató de televisión. Huérfano de padre desde los siete meses, su madre ha sido siempre lo máximo, su todo.

Ella lo adora. «Es mi vida», me dijo en una reciente llamada telefónica. Se quieren, pero desde hace un tiempo se llevan a matar. Pantoja lo ha criado sola, sin un marido a su lado, pero con el apoyo de dos personas fundamentales en su vida: Ana Martín, su madre y Agustín, uno de sus hermanos, con el que siempre ha mantenido una relación muy cercana; la «yaya» y el «tito» que llenaron sus horas de ausencia obligada por su trabajo de aquí y allá por los escenarios de España y Latinoamérica. Los tres, en su punto de mira. ¿Alguno lo ha protegido de verdad? ¿Ha sido capaz su madre de vender alguna parte suya de Cantora sin poder hacerlo?

Isabel Pantoja en la final de 'Supervivientes 2019'./Gtres

Isabel Pantoja en la final de ‘Supervivientes 2019’./Gtres

El DJ está dolido, confundido y necesita explicaciones. Asegura que ha intentado hablar con su madre y no ha habido forma en los últimos tiempos. El 17 de octubre, durante una entrevista en el programa ‘Sábado Deluxe’, sus primeras declaraciones en contra de ella provocaron la llamada telefónica de la cantante. La guerra había comenzado y no supieron pararla. Llamadas infructuosas, cada uno en su atalaya y sin ser capaces de quedar para hablar. La información seguía fluyendo. El DJ hablaba con periodistas; Pantoja, también. Todo empeoraba. Cuatro semanas después, Kiko Rivera se volvía a sentar en un plató. Esta vez en el especial ‘Cantora: la herencia envenenada’. El hijo menor de Paquirri contratacaba. Había estado averiguando sobre el reparto de la herencia, la gestión que su madre había hecho de lo suyo, de su parte. Llevaba documentos y para más inri, dijo haber visto las cosas de su padre, esas que, desde hace 33 años la cantante se niega a entregar a sus hermanos mayores, Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez, legítimos herederos. Todo un misil. Fuego a discreción.

Isabel Pantoja en una imagen de archivo./Gtres

Isabel Pantoja en una imagen de archivo./Gtres

Han sido semanas de durísimas declaraciones, pero Kiko ha cometido algunos errores. Desconozco si su indignación le cegó, pero ha mantenido argumentos equivocados. Pantoja no le ha aclarado aun nada. Sigue atrincherada en Cantora entre el disgusto y ver cómo salir de esta pesadilla. Prepara su respuesta, de hecho, ya lo hizo en ‘¡Hola!’ en una exclusiva disfrazada de comunicado. No, no habló con su hijo. Eligió hacerlo con la prestigiosa publicación. El titular, «Isabel Pantoja se defiende». Negaba la mayor y anunciaba medidas legales contra todos lo que hubieran atacado su honor e intimidad. ¿Su hijo, quizá, que fue quien la cuestionó duramente en público?

La ruptura entre madre e hijo es obvia y la posibilidad de que lleguen a los tribunales no está del todo descartada. La cantante ha contratado a un prestigioso abogado sevillano. Sin embargo, en esta guerra Rivera-Pantoja en la que los periodistas nos hemos ido adelantando a los acontecimientos con informaciones que han ido dando respuesta a muchas cuestiones y a las excesivas especulaciones, de nuevo un dato hasta ahora desconocido que aclara dudas clave que incumben a los verdaderos protagonistas de esta batalla maternofilial sinsentido y devorada por la audiencia.

Isabel e Isa Pantoja y Kiko Rivera en una imagen de archivo./Gtres

Isabel e Isa Pantoja y Kiko Rivera en una imagen de archivo./Gtres

Aclarado que la primera hipoteca que Kiko dijo había solicitado su madre sobre la finca Cantora, de la que él también es propietario, en 1986, la pidieron realmente los albaceas para pagar deudas pendientes en la herencia que dejó Paquirri, el DJ señaló la operación que posiblemente ponía más en duda la honestidad de su madre. Según el propio Kiko declaró en el mencionado especial televisivo: la venta de parte de Cantora que la artista gestionó en 1992 cuando él era solo un niño de 8 años. Pantoja tenía prohibido administrar los bienes que heredara su hijo por deseo expreso de Paquirri en su testamento. Esa, junto con el destino final del capital -casi 1millon de dólares del año 1984- que Paquirri tenía en América y que algunos albaceas, nombrados por el diestro para el reparto de su herencia, se encargaron de traer a España, eran las dos cuestiones más peliagudas para Kiko. ¿Y ese dinero? ¿Cómo vendió su madre parte de Cantora si estaba excluida expresamente de la administración de sus bienes? ¿Con qué permiso? ¿Por qué un contrato privado? Kiko Rivera tenía -quizá sigue teniéndola- serias dudas. Se siente perjudicado.

Isabel Pantoja en el plató de 'Supervivientes'./Gtres

Isabel Pantoja en el plató de ‘Supervivientes’./Gtres

Isabel Pantoja firmó un contrato privado con Angel Vilariño Fontecoba en el que acordaron la compraventa de 5 fincas, cuyos terrenos formaban parte de Cantora, en mayo de 1992. Tres de ellas, las denominadas ‘Huelva’, ‘Los Riscos’ y ‘San Cayetano’, «propiedad de Isabel Pantoja y de su hijo menor de edad, Francisco José Rivera Pantoja, en proindiviso en las proporciones de 52 enteros y 46 centésimas por ciento, y de cuarenta y siete enteros, sesenta centésimas por ciento, respectivamente», según reza el texto del acuerdo privado. La cantante negoció también el alquiler del resto de fincas de Cantora, «con inclusión de las naves, vivienda de guarda, plaza de toros y sus anejos, y exclusión expresa del cortijo, zona de recreo y nave de fiestas, que se reserva para uso de la propietaria de la finca». Acuerda arrendarlas por 9 millones anuales de las entonces pesetas, durante un mínimo 6 años -estuvo en vigor hasta 2013-; la venta de las 5 fincas, por 80 millones de pesetas y 25 millones más por el ganado.

El contrato con Vilariño, que la propia Isabel aportó a la investigación del caso Malaya para justificar sus ingresos, supusieron para la cantante el equivalente a 631.000 €, por la venta de las fincas y la ganadería, y el equivalente a 1. 190.000 € por los 22 años de alquiler. 1,8 millones de euros de los que tendría que dar algún tipo de explicación a Kiko. Beneficios aparte, la cuestión es si Isabel Pantoja vendió de manera legal o no, si la artista hizo lo que no debía hacer según la ley. Según la información de que dispongo, Isabel Pantoja pidió el permiso pertinente un año antes de vender y lo consiguió. Kiko no puede reprocharle que vendiera de manera irregular, no. La clave era conseguir un permiso y la cantante lo obtuvo. Sabedora de que no  podía administrar los bienes de su hijo, Pantoja solicitó en Sevilla, cuatro años después del reparto de la herencia de Paquirri, en 1991, autorización judicial para vender varias fincas de Cantora, 3 de ellas propiedad también de Kiko. En mayo de 1992, un juez de Sevilla le concedió el permiso. La autorización incluía la condición de que esa venta sirviera para dejar libre de cargas, especialmente la parte de su hijo, menor de edad. Es tan fácil como aclarárselo a su hijo, no dejar más tiempo ni guardarse ningún as bajo la manga.

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