Reivindicativo Zinedine Zidane en la sala de prensa y reivindicativo sobre el césped. El entrenador del Real Madrid se presentó en El Alcoraz con lo puesto, con un equipo muy mermado por las lesiones y sin apenas fondo de armario. Marcelo, Mariano, Marvin y Chust eran los únicos jugadores de campo de los que disponía el técnico en el banquillo para el encuentro ante el Huesca. Sea por la carencia de recursos o por ideas propias, revolucionó el partido con los cambios, acercando a los suyos a la victoria.
Zidane llegó al partido tras dar un golpe sobre la mesa en la previa y, al ver que el partido se le complicaba, pasó al ataque para demostrar que es verdad que aún no tienen el campeonato perdido. En lugar de sus inefectivos cambios hombre por hombre que en la mayoría de los encuentros no han servido de nada, esta vez plantó un dibujo diferente, para darle el vuelco necesario al choque y llevarse la victoria.
El técnico disponía de inicio de su habitual 4-3-3, formado por Courtois en la meta, Odriozola, Varane, Nacho y Mendy en defensa, Casemiro, Modric y Kroos en la medular y Vinicius, Asensio y Benzema arriba. Un equipo con pocos cambios respecto al habitual e igual de inefectivo que en los últimos encuentros. Pese a las intentonas durante la primera parte, los madridistas no lograron llegar con claridad y terminaron pagándolo después de un mal arranque en el segundo tiempo. Reaccionaron a tiempo, lograron el empate y comenzaron a volcarse sobre la portería de un acertadísimo Álvaro Fernández.
Entonces la falta de efectividad volvió a aparecer. Benzema, Asensio y Vinicius no terminaban de acertar, el tiempo pasaba y el entrenador se vio obligado a mover el banquillo, cambiando por completo el devenir del partido.
Riesgo de una nueva ‘zidanada’
Odriozola se lesionó y Marcelo era la única opción que tenía Zidane en el banquillo para suplirle. Cambió a Mendy de banda, asumiendo el riesgo de que el Huesca llegara con peligro a la espalda del brasileño, pero sabiendo que sumaba prácticamente un efectivo más al ataque por el carril zurdo. Sin embargo, la eficacia de los suyos seguía siendo la misma. Fue entonces cuando con un doble cambió propició el asedio constante sobre la portería del Huesca.
Daba miedo imaginar cual iba a ser la reacción del entrenador ante la imposibilidad de los suyos por darle la vuelta al marcador. Mariano y Marvin esperaban su entrada en la banda y, echando la vista atrás, no podía descartarse una nueva ‘zidanada’. De nuevo se demoraban en exceso los cambios y aparecía el riesgo de que volviese a sentar a Benzema, para «buscar frescura en ataque».
El francés parece que ha dejado de ser insustituible para su gran valedor. Zidane había mostrado siempre una fe absoluta en el ariete madridista que en los últimos partidos ha quedado en entredicho. En las semifinales de la Supercopa ante el Athletic o en la derrota frente al Levante, le quitó con tiempo aún por delante y con la necesidad de hacer dos goles para darle la vuelta al partido. Consciente del error cometido, ante el Huesca no lo repitió.
Cambio de dibujo para ganar el partido
El técnico sorprendió con un cambio de dibujo que deja atrás el conservadurismo que le ha caracterizado hasta la fecha. Zidane dejaba el palabrerío al margen y pasaba al ataque con hechos, callando a todos aquellos que, cinco años después, siguen definiéndole únicamente como un buen gestor de grupos y señalándole por su inoperancia desde la banda a la hora de darle un giro al partido.
Con 10 minutos por delante, en los que los blancos se jugaban tirar las pocas opciones que les quedan por competir hasta el final el título de Liga, Zidane hacía un cambio ultraofensivo, metiendo a Mariano y a Marvin -extremo en el Castilla- por Mendy y Vinicius.
El esquema de los blancos quedaba con Casemiro incrustado entre Varane y Nacho, con una línea de cuatro por delante formada por Marvin, Modric, Kroos y Marcelo, Asensio como enganche y en la delantera la dupla formada por Mariano y Benzema. Pocos minutos por delante, pero suficientes para asediar al Huesca y tratar de encontrar una acción que les diera la victoria.
Surtió efecto. El Real Madrid embotelló aún más al conjunto aragonés sobre su área. Hasta el gol, los blancos gozaron de dos oportunidades claras y un córner, además de provocar una falta lateral que terminó con el gol de la victoria. Zidane tenía claro que para ganar debía dar un golpe encima de la mesa y supo plasmar sobre el césped lo que reclamó en la sala del prensa antes del encuentro. En un momento comprometido, en el que su mano se tuvo que hacer notar sobre el césped, hizo los ajustes necesarios para volcar a los suyos en busca de los tres puntos y logró sacar una necesitada victoria que les aferra a la pelea por la Liga, siempre y cuando el Atlético lo permita.