Los equipos campeones se suelen cimentar sobre una poderosa columna vertebral. Ese pasillo de seguridad que todos los entrenadores buscan y que, cuando lo encuentran, todo empieza a cobrar sentido. Zidane no hace tanto tenía claro que esa zona cero donde todo iba a nacer necesitaba la figura de Pogba. El mediocentro del Manchester United era el deseado de un Zizou que tenía decidido quién iba a ser su portero -Courtois-, su central referencia -Sergio Ramos-, su stopper -Casemiro- y su delantero – Benzema-. Estos cuatro jugadores, más el galo, tenían que dar forma al nuevo Real Madrid. Pero el francés no llegó y los planes del entrenador cambiaron.
Zidane ha estado varios meses buscando un once tipo y, sobre todo, sus cinco hombres de confianza. Con Modric y Kroos lejos de sus mejores versiones, a Zizou le costó dar con la tecla, hasta que apareció Federico Santiago Valverde Dipetta un 25 de septiembre en el Santiago Bernabéu. El Pajarito jugó ante Osasuna de titular y todo cambió. Su partido fue perfecto y demostró que tiene algo diferente.
Desde ese día, sólo ha dejado de jugar dos partidos como titular y, curiosamente, en ninguno de ellos el Real Madrid pudo conseguir los tres puntos. Fue ante el Mallorca en Son Moix, donde salió en el segundo tiempo y los blancos cayeron 1-0, y frente al Betis en el Santiago Bernabéu, encuentro que finalizó con empate a cero y donde Fede no disputó un solo minuto. El resto de las presencias del charrúa se cuentan por victoria, salvo por el empate ante el Atlético de Madrid en el Metropolitano que puede entrar dentro de lo normal.
Valverde ha sido el hombre encargado de dar sentido a todo lo que Zidane tenía en su cabeza y, tras las probaturas y algún varapalo, por fin tiene un equipo de gala donde el canterano, junto a Courtois, Ramos, Casemiro y Bezema, se ha convertido en intocable. Desde estos cinco jugadores nace el equipo de un Real Madrid cada vez más reconocible que empieza a alcanzar un nivel óptimo para poder pelear por todo cuando el momento de la verdad se acerca.