El arbitraje en España cada vez carece de más sentido. Lo que un día es al otro no. Y la decisión que una vez no tomo a la siguiente sí. Que se lo digan a Trujillo Suárez, el árbitro de VAR del Real Madrid-Real Sociedad que no avisó a Alberola Rojas del manotazo de Álex Remiro sobre Jude Bellingham y que tres días más tarde sí lo hizo con un penalti inexistente en el Rayo Vallecano-Espanyol.
Aunque todo apunta a un toque del Comité Técnico Arbitral por su inacción en el partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu, Trujillo Suárez volvió a levantar mucha polémica al avisar a Hernández Hernández de un posible penalti de Pathe Ciss sobre Roberto en la segunda parte del Rayo Vallecano-Espanyol que acabó suponiendo el tercer gol del equipo catalán.
Sorprendente es que un árbitro consolidado en Europa como el canario contemplase dicha acción como digna de pitar pena máxima, cuando el contacto del centrocampista rayista con el delantero perico se produjo ya sin el balón en juego, pero más todavía lo es que el colegiado de VAR que este martes no abrió la boca ante uno de los penaltis más groseros de la temporada corrigiera a su compañero en el campo por una jugada tan surrealista.
Además, pese a la clasificación del Real Madrid a la final, ocurrió en una situación de partido en la que podía haber cambiado todo. Con empate (1-1), Alberola Rojas no vio en el terreno de juego ese manotazo del portero de la Real Sociedad sobre Bellingham en el segundo palo tras un lanzamiento de córner. Remiro impactó con su guante derecho directamente en la cara del inglés, pero el árbitro mandó reanudar el juego y encima Trujillo Suárez se escondió desde Las Rozas.
Trujillo Suárez refleja el desconcierto del CTA
Tres días después, alza la voz para instar a Hernández Hernández a pitar un penalti surrealista, posiblemente tras un severo aviso del CTA de Medina Cantalejo. Como decimos, el nivel del arbitraje en las competiciones españolas está cayendo en picado y situaciones como estas en las que claramente se contempla un doble rasero deja muy tocada la credibilidad del cuerpo arbitral.