El Real Madrid se metió en la final de la Supercopa gracias a su jugador franquicia, el portero. Otra enorme actuación de Courtois, que hizo una parada milagrosa en la prórroga y también detuvo el penalti decisivo a Gayá, dio el pase a los de Ancelotti en un partido con altibajos donde la emoción estuvo en los 30 minutos de añadido. Benzema y Lino hicieron los goles del partido y en la tanda de penaltis el Madrid anotó todos sus lanzamientos.
El Real Madrid llegaba a Riad con más dudas que Falete en un bufé libre. El equipo de Ancelotti no acabó bien antes del Mundial y ha vuelto peor. Nada que no tenga arreglo con un par de victorias, pongamos por caso en la Supercopa que encima valen un titulín. Para más inri las bajas de Alaba y Tchouaméni, que se quedaron en casa, y las molestias de Carvajal y Mendy provocaban que los blancos se quedaran un poco en cueros atrás.
Carletto encajó las piezas de su puzzle defensivo y puso a Lucas por la derecha, a Nacho por la izquierda y a Rüdiger al lado de Militao, una zaga con demasiados remiendos para que no hicieran un roto a Courtois, santo y muro de este Real Madrid.
Por delante Ancelotti sorprendió con la presencia de Camavinga por Modric, al que sigue cuidando como merecen las canas de sus botas y su trucado cuentakilómetros. Por el croata entraba el bullicioso Camavinga para formar junto a Kroos y Valverde, que retrasaba su posición a un hábitat más natural. Arriba, los dos muchachos brasileños, Rodrygo y Vinicius, escoltaban a un Benzema que aún no está pero se le espera.
Enfrente el Valencia de Gatusso, ex amigo de Ancelotti, un trotón de futbolista cuyos equipos juegan como él nunca pudo. Eso sí, un Valencia en reconstrucción y necesitado de fichajes que le aporten las dosis de talento que son imprescindibles para estar arriba. Y un Valencia, vive Dios, sin nada que perder.
Aprieta el Madrid
El Real Madrid salió metido, centrado y serio. Kroos dirigía la orquesta con y sin la pelota. Camavinga y Valverde ejercían de émbolos para maniatar al Valencia en la salida del balón. En el minuto 4 Militao, a la salida de un córner, dio el primer aviso a Mamardashvili, pero su cabezazo se marchó arriba. Y cinco después fue Rodrygo el que ganó la espalda al lentísimo Cenk para plantarse solito en el área tras el gran pase de Valverde. Cuando la tenía a huevo, la echó a las nubes.
Resistía entre sudores fríos y agobios el Valencia, pertrechado por delante de su área, pero el gol sólo parecía cuestión de tiempo. Benzema bailó un chotis en el pico del área con varios defensas a los que tiró amagos y sotanas. Su disparo algo mordido se fue al lateral de la red. Y luego Valverde disparó desde la frontal del área para probar de lejos. Su disparo susurró por fuera al palo izquierdo de Mamardashvili.
El Real Madrid se había puesto en modo avión y eso se nota. Igual que cuando salen en modo ahorro de energía, que dan ganas . La presión alta del equipo de Ancelotti no dejaba vivir al Valencia, que dio sus primeras señales de vida en el 18 en un centro soberbio de Gayá que cabeceó el viejo Cavani desde el área grande para que Courtois hiciera la parada nuestra de cada día.
La jugada despistó al Real Madrid, con su habitual tendencia a perderse en el vuelo de una mosca, que se tomó cinco minutos libres aprovechados por el Valencia para hacer un par de incursiones y saludar a Courtois. Superada la torrija, los de Ancelotti encontraron a Vinicius, que se presentó al partido a la media hora con una vertiginosa diagonal que finalizó con un tiro forzado y defectuoso.
Fue el último aviso del Real Madrid. Ya no iba a perdonar más. En el 37 fue un magnífico pase en profundidad de Militao el que aprovechó a Benzema para sentar por velocidad a Cömert. El central del Valencia, en lugar de estarse quieto, decidió atropellar a Karim dentro del área. Penalti y amarilla oscura. La pena máxima la anotó Benzema para poner a su equipo por delante en la semifinal de la Supercopa.
Benzema abre plaza
El Valencia acusó el error y el gol, que provocó que el Real Madrid ganara un extra de confianza. Camavinga, amonestado como en cada partido, se pudo ir a la calle por su tendencia a correr mucho y pensar poco. Se la perdonó Hernández Hernández, así que había hecho méritos para que Ancelotti lo quitara al descanso, al que llegamos sin solución de continuidad.
Y del que volvimos con un cambio en el Real Madrid –Modric por Camavinga– y con los blancos dispuestos a darle emoción al partido. Un error en cadena entre Nacho, Militao y Lucas Vázquez provocó que marcara el Valencia en 21 segundos. Lato la puso como un guante sin que Nacho le apretara, Militao vio volar la pelota sin atacarla, tampoco salió Courtois, y para colmo Lucas Vázquez se dejó robar la cartera por Lino, que marcó a placer el 1-1.
Respondió el Madrid con sendas ocasiones de Benzema y Nacho, que pudieron hacer el segundo en un pispás. Se libró por poco el Valencia. Ancelotti ponía a calentar a todos los españoles de su banquillo: Carvajal, Ceballos y Asensio. Su equipo, que se había metido en un lío por sus propios deméritos, parecía atascado y con Vinicius más invisible que un camaleón en la selva.
En el 63 Lucas Vázquez se dobló la rodilla y el tobillo de mala manera. Entraron a atenderle pero no podía ni apoyar el pie. Carvajal se desvistió del chándal para saltar al campo. El partido se había convertido en un muermo insoportable. Ambos equipos caminaban por el césped. El Real Madrid se metió incomprensiblemente atrás como si fuera ganando o como si no le importara demasiado perder.
De repente… un tostón
Más problemas Ancelotti. Militao, mareado tras recibir un pelotazo en la cabeza, tuvo que ser sustituido por Mendy. Lo de la plaga de lesiones en la defensa del Madrid ya es una broma pesada. Pasaron infames los siguientes minutos y en el 83 Carletto metió a Asensio por un intrascendente Rodrygo. El partido desprendía un insoportable pestazo a prórroga.
Lo intentó el Madrid en los minutos postreros como si le hubieran entrado las prisas. Un cabezazo de Benzema a centro de Valverde en el 87 se fue arriba por un pelo. Siete minutos de añadido concedió Hernández Hernández por si 90 no hubieran sido suficientes. Vinicius apareció en la prolongación para asustar pero fue sólo eso: susto y no muerte. Definió un mano a mano ante Mamardashvili como en sus peores tiempos, así que nada, nos fuimos a la prórroga.
Empezó mandando el Madrid con un Valencia tocado que trataba de resistir. Mamardashvili volvió a evitar el gol de Vinicius en un disparo del brasileño desde fuera del área. Respondió el equipo de Gatusso con un remate con la rodilla de Hugo Duro. El duelo bamboleaba de un área a otra pero el Madrid llevaba un puntito más de peligro en sus ataques.
El correcalles al menos nos enseñaba un poco a los porteros, sobre todo a Mamardashvili, que había salvado a su equipo en un par de ocasiones. Como lo haría en el 104 con un complicadísimo disparo de Kroos que le botó delante y que supo sacarse de encima con mano firme. El Madrid tocaba a rebato y el Valencia se tambaleaba, pero resistió hasta el descanso.
A los de Gatusso les quedaban 15 minutos para llegar a la tanda de penaltis. Que con el Real Madrid delante son molto longos. Pero fue precisamente el Valencia el que pudo marcar en el minuto 109 en una acción en la que Fran Pérez se quedó solito ante Courtois. Ahí emergió el gigantesco, memorable, magnífico portero del Madrid, que metió un brazo incorrupto y salvador otra vez.
Había más fútbol, más ocasiones y más emoción en la prórroga que en los 90 minutos previos. Lo que no quedaba era demasiado tiempo. Así que el fantasma de los penaltis oteaba su sábana en el horizonte. Y se materializó después de que ni el Real Madrid ni el Valencia pudieran ni con las medias en los minutos postreros. Pues nada, penaltis, oiga.
Abría plaza Cavani, viejo rockero. Enfrente Courtois, siempre gigante. Pues gol. Por el Real Madrid repetía Benzema. Gol sin inmutarse. 1-1. Por el Valencia Cömert. A las nubes. Turno para Modric, otro veterano. Gol. 2-1 para el Madrid. Ilaix iba con el tercero para el Valencia. Gol. Por el Madrid le tocaba a Kroos. También gol. 3-2. Guillamón también marcó. El cuarto del Madrid era para Asensio. Gol. 4-3. Le tocaba a Gayá. No podía fallar. Pero ahí volvió a emerger el gigante Courtois para salvar a su equipo y meterle en la final de la Supercopa. Como siempre.