Un Bono de confianza para el Real Madrid… y para Zidane. Un solitario gol, marcado a medias entre Vinicius y el portero del Sevilla, dio a los blancos un merecido triunfo en el Pizjuán. Los de Zizou hicieron un partido serio, comprometido y solidario, pero volvieron a demostrar que la falta de gol es un déficit con el que tendrán que convivir hasta que venga Mbappé, Haaland… o los dos. Les cuesta lo mismo hacer un gol que a Pedro Sánchez decir una verdad.
Zidane se fue a Sevilla sin miedo a perder su silla. Sabía que lo del Pizjuán sólo era el aperitivo, que el plato fuerte será el del miércoles en Champions. Ahí sí que se jugará el bigote el bueno de Zizou. A octavos o al carrer el Real Madrid y, posiblemente, su técnico. Pera esa será otra historia. La que nos ocupa es la del Pizjuán, así que iremos al estilo Simeone: partido a partido.
Zidane apenas retocó su once con respecto a los que fracasaron en Kiev y le dejaron a los pies de la destitución. Un par de cambios y a correr. Casemiro por Ödegaard y Vinicius por Asensio. A falta de Carvajal, Ramos y Hazard, tampoco tiene mucho más donde elegir el técnico del Real Madrid. Dicho de otro modo, Lucas Vázquez volvía a ser lateral derecho de emergencia, Nacho central por necesidad –o Militao se ha vuelto invisible para Zidane o el técnico se ha dado cuenta de que es un bulto sospechoso de 50 millones–, el centro del campo era el mismo que jugaba en los tiempos de Rajoy y arriba los dos muchachos brasileños, Rodrygo y Vinicius, escoltaban a Benzema.
Enfrente el Sevilla de un Lopetegui que ni olvida ni perdona que le pusieron en la boca el caramelo del Real Madrid y se lo sacaron a la fuerza sin haber empezado a degustarlo siguiera. Julen había reservado a medio equipo en la Champions –quizá por eso el Chelsea le metió cuatro– y todos volvían ante el Real Madrid: Bono, Koundé, Jordán, Ocampos, Munir o De Jong, que no fueron titulares en la Champions. Para Lopetegui sí era una final.
Presiona el Madrid
Antes del primer minuto tuvo Vinicius un gol cantado. Se vio solo dentro del área, quizá se puso nervioso, hizo un mal control y cuando quiso salvar la salida de Bono, el disparo se le marchó como un concejal de VOX: demasiado desviado a la derecha. Cierto que Vinicius es capaz de rematar peor, pero un delantero del Real Madrid tiene que meter esas. Quizá por eso Vinicius no es delantero para el Real Madrid.
El partido tenía ritmo e intensidad. Presionaba tan arriba el Real Madrid que Vinicius estuvo a punto de marcar de rechace cuando encimó a Bono en el minuto 4. El rechace lo cabeceó en boca de gol Benzema y Diego Carlos evitó el 0-1 con su cuerpo de antidisturbio. El Madrid había salido muy metido, con la presión muy alta y metiendo al Sevilla en marrones una y otra vez.
Sonreía Zidane, sabedor de que su equipo había salido dispuesto a dar el perfil bueno. Benzema, Rodrygo un un activo Vinicius horadaban la defensa del Sevilla. Diego Carlos se multiplicaba para tapar agujeros. El que no supo aprovechar Casemiro al cuarto de hora después de que Bono no pudiera atrapar una falta lateral de Kroos. El partido era un monólogo del Real Madrid, que había salido al Pizjuán concentrado, serio y con mucha confianza.
En el minuto 20 tuvo el Real Madrid la cuarta. Kroos la miró cara a cara, levantó la cabeza y buscó la escuadra izquierda de Bono. Se le fue por un pelo. Los de Zidane volvían a demostrar que les cuesta lo mismo meter un gol que a Paquirrín comer judías verdes. Para los de Zidane marcar un gol es más doloroso que ir al baño para un estreñido. Es que hay días que no hay manera.
Los blancos no la saben meter
El Real Madrid fue levantando el pie de la presión según pasaban los minutos. Creció el Sevilla pero sin incomodar tampoco a los de Zidane. El duelo se encaminaba al entretiempo con 0-0. Entre otras cosas gracias al paradón de Bono en el 37 a un disparo envenenadísimo de Benzema desde la frontal tras un buen amago de Vinicius. Fue la última ocasión del equipo blanco, que dejó vivo al descanso a los de Lopetegui.
El Real Madrid recuperó su mejor presión en el inicio de la segunda parte. Resistía el Sevilla consciente de que tendría su oportunidad. Por ejemplo, en una preciosa chilena de De Jong en el 51 la atrapó sin apuros Courtois. Al holandés le salió muy centrado el remate. Volvieron los de Zidane a gobernar el partido con un ubicuo Kroos y un hiperactivo Vinicius.
Y entonces se hizo el milagro. Marcó Vinicius. Kroos y Benzema cocinaron una pared en el medio del campo. El francés vio la subida de Mendy por la izquierda como si fuera el AVE a la Meca. Mendy aceleró, la puso al primer palo y allí apareció de la nada Vinicius. Remató suavemente y mal, pero Bono, en su intento por atraparla, se la metió dentro. Así que, entre Vinicius y Bono, hicieron el 0-1 del Madrid. Feo y merecido a partes iguales.
Vinicius… o Bono
Lopetegui respondió al 0-1 con un triple cambio: Gudelj por Jordán, En-Nesyri por De Jong y Suso por Rakitic. Zidane no movía ficha pero su equipo se replegó inmediatamente después de marcar. En el 65 metió Zizou a Marco Asensio por un desfondado Rodrygo. El Real Madrid sólo tenía que resistir 25 minutos. Sólo entre comillas.
En el 75 la tuvo el Sevilla en una falta directa que ejecutó con maestría Gudelj. Fue gol… pero por fuera. El Real Madrid necesitaba un cambio pero Zidane no lo veía. Debatía con Bettoni en busca de consejo pero no movía el banquillo. Modric estaba sin fuelle y los blancos habían perdido la batalla del centro del campo.
Apretaba el Sevilla y aguantaba el Real Madrid, cada vez más encerrado. Una chilena de Ocampos en el 85 la rechazó como pudo Courtois en pleno asedio local. El Madrid pedía la hora e intentaba contragolpear al mismo tiempo. Vinicius se vaciaba en defensa y desesperaba en ataque. El reloj acabó siendo el mejor aliado de los blancos (y de Zidane) que sacaron, gracias al error del portero del Sevilla, un Bono de confianza en el Pizjuán.