El Real Madrid, históricamente, es un club que se mueve a la perfección en el alambre. De hecho, nadie se mueve como ellos en ese escenario. Los blancos son un equipo que vive feliz instalado en una montaña rusa de emociones, donde es capaz, muchas veces más que el resto, de lo mejor y, en otras ocasiones, de lo peor. El último ejemplo se vivió hace unas horas en el estadio Santiago Bernabéu contra la Real Sociedad en las semifinales de la Copa del Rey.
El Real Madrid comenzó el partido contra los donostiarras, como en otras muchas ocasiones, con una caraja impropia de un equipo que quiere jugar una final. Así recibió el primer gol, el que igualaba la eliminatoria, ya que los blancos ganaron en la ida. Luego, Endrick puso la igualada y parecía que la tranquilidad llegaba al Bernabéu, pero nada más lejos de la realidad. Más bien todo lo contrario. En la segunda mitad, los vascos se llegaron a poner hasta 1-3 a 10 minutos del final, pero los blancos fueron capaces de igualar la eliminatoria. Luego, llegó el cuarto gol de los de San Sebastián, el que forzaba la prórroga. Y en el tiempo extra, Rüdiger terminó poniendo paz y sellando el pase a la final copera para los madridistas.
Una vez más, salió cara para el Real Madrid. Como hace unas semanas en el Metropolitano, donde los de Ancelotti también se subieron a esa montaña rusa en la que tanto disfrutan para meterse en los cuartos de final de la Champions. Aquella noche, los blancos mandaron al traste la ventaja de la ida en 28 segundos. Luego, resistieron para terminar ganando en una tanda de penaltis que pasará a la historia por ese doble toque de Julián Álvarez.
Y si nos remontamos más atrás, el camino del Real Madrid en la Copa del Rey ha estado lleno de emociones que siempre han terminado bien, pero que podrían haber salido realmente mal. Se dejaron empatar un 2-0 contra el Celta en los octavos de final para tener que golear en la prórroga, y solo un gol de Gonzalo en el descuento evitó otro tiempo extra contra el Leganés en cuartos de final.
Emociones para el futuro
Y lo que le viene por delante al Real Madrid no parece mucho más tranquilo. Por delante, los blancos, que ya han jugado 50 partidos este curso, aspiran a disputar 22 más y, por lo tanto, alcanzar todas las finales. Para ello, deberán jugar la final de la Champions y del Mundial de Clubes, aunque antes lucharán por remontar los tres puntos de desventaja que tienen en la Liga con el Barcelona. Deberán afrontar una final copera contra los azulgranas o frente al Atlético, y tendrán un sinfín de obstáculos en la Champions, donde más a gusto se sienten.