Un equipo llamado milagro. No se puede explicar de otra manera lo que es el Real Madrid. Una institución única capaz de hacer cosas imposibles. Lo ha hecho tantas veces y tiene pinta de que lo hará muchas más veces. Está dentro de su ADN. De hecho, en muchas ocasiones da la sensación de que no saben vivir de otra manera. El último capítulo de este sinfín de milagros se vivió en el estadio Santiago Bernabéu ante el Bayern de Múnich. Y eso que parecía que esta vez iba a ser diferente.
El Real Madrid dominó y fue mejor que los alemanes durante todo el encuentro. Mereció sentenciar el pase a la final de Wembley por la vía rápida, pero ya sabemos que esto para los blancos no suele ser suficiente. Por eso, tuvieron que sufrir varapalo con el gol que Davies hizo a los 68 minutos. Tremendo derechazo para poner la eliminatoria patas arribas. Y, por lo tanto, tocaba épica.
El Real Madrid se volcó en busca del empate y lo logró, relativamente, rápido. Pero era demasiado fácil, por ello, tras consultar el árbitro con el VAR, decidió anularlo por falta previa de Nacho sobre Kimmich. Más complicado todavía. Y en estas, entró Joselu y, de repente, el milagro.
Neuer, que había hecho un partidazo, fallaba en el rechazo de un balón que Joselu remataba para hacer el empate a uno. Eliminatoria empatada de nuevo, pero quedaba más. Quedaba la épica más absoluta. Y en estas, se cumplía el minuto 91 de la prórroga, cuando Rüdiger centraba y Joselu remataba un balón que terminaba dentro de la portera del Bayern. El gol, en un primer momento, quedaba anulado por fuera de juego que, finalmente, el VAR corrigió para darle validez.
Incluso, en la última oportunidad del Bayern, la pelota terminaba entrenando, pero Marciniak anulaba la acción por el fuera de juego que señaló su línea. Lo correcto era esperar y que el VAR revisase, pero hasta en esto el milagro apareció para no tener que jugar la prórroga.
«Ha pasado otra vez. Lo que ha pasado muchas veces, que es algo inexplicable, ha pasado otra vez. Una afición que empuja, un estadio que apoya, un ambiente fantástico y unos jugadores que creen. Algo mágico. Hemos jugado bien, creo que ha sido un partido difícil, pero hemos tenido buen control, no hemos perdido la cabeza cuando nos han marcado y hemos recuperado el partido. Agradezco a la afición, al club y sobre todo a los jugadores, que han hecho una temporada que nadie esperaba, yo tampoco. No esperaba que fuera capaz esta plantilla de hacer lo que ha hecho. Llegar a la final… lo vamos a pasar muy bien con la afición, ya que estos días vamos a celebrar la Liga y pido la hora para celebrar, para ir a Cibeles. Hay una felicidad que contagia a los jugadores», explicaba Ancelotti en rueda de prensa.
«Es difícil explicar. Imposible de explicar. Es la magia de este club en esta competición, en este estadio y con estos aficionados. Es especial. Cuando te pones esta camiseta sientes algo especial. La afición ha marcado las diferencias esta noche, como otras veces. Parece una costumbre hacer esto en este magnífico estadio y con esta magnífica afición. Estamos encantados de jugar en este estadio con esta afición», añadía el entrenador italiano.
Método en el milagro
Y sí, claro que es bonito hablar del milagro, de épica y de todo lo que se quiera, pero sobre todo hay que hablar de un proyecto. De un método. El Real Madrid es un club dirigido con acierto por Florentino Pérez, que es el arquitecto de un proyecto llamado a liderar el fútbol en la próxima década.
El Real Madrid jugará el 1 de junio su sexta final de la Champions en la última década, el dato asusta, pero la realidad es que los blancos tienen una plantilla en la que se compensa a la perfección la juventud con la veteranía para poder decir que en los próximos pueden seguir haciendo historia.
Ancelotti lo explicaba a la perfección ante los medios de comunicación: «El capitán es Florentino Pérez y todos nosotros somos marineros. Es un fantástico presidente capaz de crear esta generación de futbolistas, que ha logrado muchas cosas y ojalá podamos lograr otra Champions».
