Paseo y susto antes del derbi
El Real Madrid se pasea primero y se enreda después para estar a punto de empatar un partido que ganaba 3-0
Ancelotti quitó a sus mejores jugadores mediada la segunda parte y el Alavés hizo dos goles en los minutos finales que sembraron el pánico en el Bernabéu
El Real Madrid estaba teniendo un partido de baño y masaje ante un amable Alavés en la semana del derbi. Era un paseo en el Bernabéu en un duelo que nació resuelto con el gol de Lucas Vázquez en el primer minuto. Y así estaba todo hecho… hasta el minuto 87. Antes del descanso Mbappé había marcado un golazo y al iniciar la segunda mitad Rodrygo logró el tercero. Ancelotti empezó a repartir minutos e incluso sacó a Vallejo pero entonces llegó el susto del Alavés, que logró dos goles en los minutos finales del partido y metió el miedo en el cuerpo al Bernabéu. Menos mal que el equipo blanco salvó los muebles y los tres puntos.
Parecía por fin un partido tranquilo, plácido y resuelto antes del descanso. O casi. Eso es lo que disfrutó durante mucho tiempo el público del Bernabéu al que, al contrario de lo que dice Carletto, no le vale sólo con ganar. Quiere divertirse y ver muchos goles. Y preferiblemente, que no sean de penalti. Ante el Alavés Lucas Vázquez ya había metido uno en lo que alguno andaba aún fuera del estadio. Luego llegó el golazo de Mbappé para sentenciar el partido antes del entreacto. No es que el Real Madrid hiciera el partido del siglo, pero hizo lo que se le pide: ganar y meter muchos goles.
Para Ancelotti las rotaciones duran, como cantaba Sabina, lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks. O lo que duró la declaración de Pedro Sánchez ante el juez Peinado. Un visto y no visto. Un pispás. Un decir amén. Pues eso. Si ante el Espanyol repartió descansos frente al Alavés en la semana del derbi tiró de su guardia pretoriana y apenas se cayó del once un Carvajal algo fatigado porque lleva más batallas que Napoleón. El resto, los mismos que jugarán el domingo ante el Atleti Dios mediante.
O sea que nos tendremos que aguantarnos las ganas de ver a Endrick de titular como quien aprieta la vejiga en la cola para entrar al baño en un garito. Será otro día. Frente al Alavés repetía Mbappé, uno de los dos jugadores de campo (el otro es Fede Valverde) que ha sido titular en los nueve partidos oficiales del Real Madrid. Venga, los que jugaban, que me lío. Courtois; Lucas Vázquez, Militao, Rüdiger, Mendy; Tchouaméni, Fede Valverde, Bellingham; Rodrigo, Vinicius y Mbappé.
Visitaba el Bernabéu el sorprendente Alavés de Luis García, uno de esos entrenadores con más trabajo que prensa, invisible para las portadas, de los que prefiere la pizarra al ruido y de los que exprime a sus jugadores como si fueran naranjas. Los vitorianos aterrizaban en el Bernabéu con diez puntitos y un colchón ya de cinco de ventaja sobre el descenso y a dos de la Champions.
1-0 sin bajarse del autobús
A eso de las nueve echó a rodar el balón sobre el retráctil césped del Bernabéu. Y no tardó el Real Madrid ni un minuto en hacer el primer gol. Fueron 54 segundos. El equipo tocó y tocó, encontró a Vinicius pegado a la izquierda, el brasileño la pinchó con la suela, dobló a su par y como quien dobla una servilleta, asistió con el exterior al área pequeña y por allí se asomó Lucas Vázquez para hacer el primero.
El gol picó al Alavés, que se echó al monte ya sin nada que perder. El Real Madrid, que se vio en el escenario inédito de ponerse por delante tan pronto, se echó una siestecilla con un ojo abierto. Narcotizó el partido y permitió a los de Luis García reordenar sus filas. Hubo que esperar hasta el 21 para que los blancos tuvieran su segunda ocasión, que también fue para dentro. Lo marcó Mbappé, que resolvió bien un mano a mano ante Sivera. Lástima para sus estadísticas que estaba en fuera de juego y el tanto no subió al marcador.
A falta de fútbol, los jugadores primero y el Bernabéu después acabaron desquiciados con el colegiado Muñiz Ruiz, que amonestó por protestar a Fede Valverde y a Vinicius. Eran protestas leves, pero a los jugadores del equipo blanco les han cogido la matrícula. Siguieron pasando los minutos y el Real Madrid sólo consumía tiempo. Así fue hasta que Mbappé apareció por la zona de tres cuartos para asociarse de tacón con Bellingham, que le devolvió la pared con un maravilloso pase filtrado. El francés se plantó en el área, sentó a su par y selló el golazo. Pues nada, 2-0 antes del descanso y partido finiquitado.
El descanso llegó y el Bernabéu se acordó de alguno de los familiares de Muñiz Ruiz, especialmente de su señora madre. Tras el refrigerio arrancó el segundo tiempo con los mismos once que Ancelotti había colocado de inicio. Y la segunda comenzó igual que la primera: con un gol del Real Madrid. Esta vez lo marcó Rodrygo tras una buena maniobra individual por la derecha que finalizó en solitario sin mirar a nadie. 3-0 y a otra cosa.
Partido zanjado… o no
El Real Madrid, ya con el partido en el bolsillo, no se iba a poner a acelerar la cosa. Le bastaba con jugar caminando como si fuera un partido de exhibición. Favoreció la misma un Alavés plagado de suplentes que apenas opuso resistencia. No había partido. Como vería Ancelotti la cosa que adelantó la alarma de su móvil cinco minutos para meter en el 69 a Modric y Endrick por Fede Valverde y Rodrygo.
Un par de minutos le bastaron al joven brasileño para hacer de las suyas. Cogió la pelota por la derecha, se deshizo de su par y sacó un latigazo seco que, tras tocar en un rival, se estrelló contra el travesaño. Respondió el alavés con una buena maniobra de Rebbach, cuyo venenoso disparo se estrelló contra el poste izquierdo de Courtois.
Al filo del 80 Ancelotti hizo dos cambios más: Güler por Mbappé y Vallejo por Militao. El Real Madrid siguió dormitando y acabó pagando cara su propia pereza. Marcó el Alavés en su segundo tiro entre palos con un disparo magnífico del capitán Benavídez. El partido se ponía 1-3. Y el susto llegó al Bernabéu un minuto después cuando Kike García se aprovechó de la lentitud de Vallejo para marcar el segundo y levantar los primeros pitos entre la parroquia madridista.
Menos mal para el Real Madrid que el partido estaba ya en su recta final, pero aún le dio tiempo al Alavés para meter un susto postrero a Courtois con un centro al área que remató alto Kike García. Lo mejor para el Bernabéu y para el madridismo fue que Muñiz Ruiz pitó el final, los blancos se llevaron los tres puntos… y a pensar en el derbi. Pero la conclusión es que este equipo sigue siendo una moneda al aire.