Kylian Mbappé es la última víctima de Leo Messi. Desde la llegada del argentino al Paris Saint Germain, la sensación de malestar e incomodidad en el club para el delantero francés ha ido in crescendo hasta el punto de ser insoportable. En estos momentos, la relación entre ambos es prácticamente inexistente y ambos jugadores simplemente se llevan y conviven en el mismo vestuario. La cosa es que no es la primera que el astro argentino provoca esto en su plantilla. En su etapa en el FC Barcelona la lista es amplísima…
Pero vamos al presente, como adelantó el director de OKDIARIO Eduardo Inda en El Chiringuito, Mbappé «está hasta las narices de Messi». No se llevan ni dentro ni fuera del terreno. Ahí están los datos de asociación cuando ambos comparten minutos sobre el terreno de juego, muy escasas. Se evitan y optan a otras opciones de pase antes que mirarse mutuamente. Inda explicó que la reciente foto en la que se ven felices el tridente Mbappé, Messi y Neymar es un mero montaje, algo orquestado por el club y con el brasileño como ejecutor. De hecho es Neymar el que está limando asperezas entre ambos para que la comunicación fluya.
Pero ese feeling no llega ni fuera ni dentro del terreno de juego y el delantero francés ya comienza a notar esa falta de conexión con el francés. Los datos con el tridente sobre el césped son claros: cero goles para Mbappé en los cuatro partidos con ellos, y un tanto para Messi y otro para Neymar. Sin ellos, el galo ha sumado cuatro goles en los siete partidos que ha disputado. Números alarmantes dado el ritmo goleador que habituaba el francés.
No es nada nuevo esto para Leo Messi. El argentino acostumbra a generar situaciones de este tipo temporada tras temporada. Así lo hizo durante su extensa trayectoria en el Barcelona, donde protagonizó episodios similares con otros futbolistas, a los que aisló hasta provocar su marcha. El caso más reciente es el de Antoine Griezmann. Estos dos últimos años no han sido fáciles para el francés. Desde que firmó por los culés, su adaptación ha estado cuestionada partido a partido y ha sido notoria su falta de relación con el argentino. Aunque en este embrollo, la sensación es que el culpable de que no fuera bien su amistad con Leo era únicamente él.
Griezmann se pasó su primera temporada como blaugrana intentando encajar en el equipo, lejos de encontrar un vestuario afable se encontró otro hostil y en el que su fútbol no terminó de explotar. Ni siquiera en el segundo año, con bajas sensibles como la de Luis Suárez, su papel con el argentino mejoró. Existía cordialidad. El galo acabó este verano marchándose de vuelta al Atlético de Madrid, donde vivió sus años más felices como futbolista.
Antes de Griezmann fueron otros. El caso de Rakitic también fue sonado tras filtrarse que su relación con Messi (y Suárez) no era la mejor. Fue el propio croata, ya meses después de su marcha, también de vuelta a la que fue su casa como Sevilla, cuando éste reconoció que su relación con ellos «no ha sido nunca de amigos íntimos», dejando entrever la tensión existente con ellos.
Villa, Ibra, Alexis…
Fueron muchos los rumores que hubo también en torno a la relación con David Villa. En aquella época, al poco de llegar el delantero al equipo tras proclamarse campeón del mundo con España, se cuenta que Messi le imperó que en el Barça «los goles son cosa mía» y obligó al de Langreo a tirarse a un extremo ante la imposición del argentino de jugar él por el centro como falso 9. Acabó saliendo antes de tiempo.
Prácticamente calcada fue la situación con Zlatan Ibrahimovic, que duró una sola temporada en el Barça por la misma situación. Messi quería jugar por dentro y el sueco no entiende otra zona que no sea el área. Otro que tuvo que jugar de extremo. ¿A Alexis Sánchez? Otro. Bojan o Cesc Fábregas también fueron jugadores que vivieron las imposiciones de Leo Messi sobre el terreno de juego, también otros como Cuenca o Tello, aunque eran canteranos incapaces de hacer sombra al cortijo del argentino en el vestuario culé.