El Real Madrid nunca falla en la Champions porque la Champions es su régimen. El equipo blanco, con un partido solvente y serio, se impuso al Chelsea en Stamford Bridge con doblete de Rodrygo y reclama su trono de rey de Europa, en el que ya ha sentado sus posaderas catorce veces. Se las verá en semifinales con el Manchester City… o con el Bayern. Ninguno de ellos se alegrará de tener enfrente al equipo de Ancelotti porque enfrentarse con el Madrid en la Champions es casi una condena a muerte.
Llegaba el Real Madrid a Stamford Bridge como Ayuso en la encuestas: lanzadísimo. No sólo por el 2-0 de la ida, bueno y corto, sino por la sensación desde el partido de Copa en el Camp Nou de que el equipo va como un tiro. Lo de la caldera y la temperatura que decía Carletto. Por eso la alineación no sufría ni un retoque. Los mismos de Barcelona, que fueron los mismos que ganaron al Chelsea en el Bernabéu. Claro, si no está roto, no lo arregles.
Otra vez Camavinga, que es la llave inglesa de Ancelotti, ocupaba el lateral izquierdo al que le condena su polivalencia y la delicada salud de Mendy. Otra vez Fede Valverde para donar sus pulmones a Kroos y Modric, que tienen el culo pelao de partidos como el de Stamford Bridge. Y otra vez Rodrygo, que fue Robinho en Cádiz, al lado de Vinicius y Benzema como el amenazante tridente para un Chelsea que necesitaba una remontada propia del Bernabéu.
Precisamente en el Chelsea Lampard apostó por repetir su defensa de tres centrales sin Koulibally, lesionado en la ida. Además se cargó a Joao Félix y a Sterling y puso arriba a Gallagher y Havertz con Reece James y Cucurella como laterales profundos. En el centro repetía con el trío Kanté, Kovacic y Enzo Fernández. Sobre el papel suena de gloria. Sobre el césped desafinan. Al menos hasta ahora. Los que no desafinaron en los prolegómenos fueron los aficionados que abarrotaban Stamford Bridge y que alentaron a coro a su equipo.
No se callaron cuando echó a rodar el balón y con él la suerte de Chelsea y Real Madrid rumbo a las semifinales de la Champions. Apretaron los locales en busca de un gol tempranero que enderezara el trastazo de la ida por la vía rápida. Lo hicieron con más voluntad que acierto y con una sucesión de faltas ante la precisión de los blancos con la pelota.
El Real Madrid, tranquilo y eficaz, esquivaba las cornadas del Chelsea con un juego a uno o dos toques que obligaba a los de Lampard a perseguir sombras y a hacer más kilómetros que el Falcon de Pedro Sánchez. Resistieron los blancos el arreón inicial de los azules, que perdieron efervescencia. Eso sí, dieron el primer susto a Courtois en un balón llovido al área que despejó Alaba y Kanté desperdició el rechace con un remate defectuoso.
Aprieta el Chelsea
La ocasión espoleó al Chelsea y sembró dudas en el Real Madrid. Camavinga y Modric habían arrancado el duelo con demasiados errores no forzados y los locales empujaban con un fútbol sencillo y directo. Los blues buscaban el costado izquierdo, el lado débil del equipo de Ancelotti. El Madrid se replegó y cerró filas.
Por fin al filo del minuto 20 los blancos encontraron a Rodrygo, emboscado en el pico derecho del área. El brasileño se sacó de la nada un disparo seco que se estrelló contra el poste izquierdo de Kepa. Esa fue la buena noticia para el Real Madrid. La mala fue la amarilla que vio Militao por llegar tarde a una contra de Havertz y despejarle el pie. Orsato no lo dudó y dejó al brasileño fuera de la ida de unas hipotéticas semifinales.
Alcanzamos la media hora de juego (de juego, por decir algo) sin que el marcador se moviera en Stamford Bridge. Casi lo consigue Modric en una maniobra individual que desbarató Kepa en un tiro a bocajarro. Con muy poquito el Real Madrid hacía daño a un Chelsea demasiado endeble atrás. Que podría decirse lo mismo a la inversa, aunque los de Ancelotti apretaban los dientes y defendían con orden y compromiso.
En el 40 Vinicius tuvo en sus botas el 0-1 pero se apoderó de él el espíritu del Vinicius del pasado y dobló el tobillo en boca de gol para enviar el centro de Modric a saque de banda. Y en el 42 Fede Valverde recorrió el campo entero para asistir a Benzema que llegó muy forzado al remate en el segundo palo.
La mano incorrupta de Courtois
Y en el 46, en el añadido de la primera parte, Courtois obró el milagro de que el Real Madrid llegara al descanso con la puerta a cero. Lo hizo en un mano a mano ante Cucurella al que le achicó el espacio y le sacó una mano valiente, poderosa, gigantesca. Por algo es el mejor portero del mundo. Y con el susto en el cuerpo el Real Madrid se marchó al descanso con muchas dudas en el juego pero con la certeza de los dos goles de ventaja.
Al descanso tuvo que quitar Ancelotti a Alaba, lesionado, y meter a Rüdiger. Mala noticia con vistas a una hipotética semifinal sin Militao en la ida. La buena fue que los blancos salieron con una marcha más. Como Reece James, que metió un pisotón alevoso a Camavinga que era una roja de manual. Lo resolvió Orsato con una amarilla y el VAR se hizo el sueco, por no decir el ciego.
En el 51 otra empanada del Real Madrid provocó una ocasión clamorosa de Kanté, cuyo disparo a bocajarro se estrelló contra el culo de un miedoso Militao, que se giró y le perdió la cara a la pelota. El duelo empezó a ser un correcalles. Del que puso salir corneado Militao en un cruce ante Cucurella por el que los futbolistas del Chelsea reclamaron la segunda amarilla. No era tal y así lo vio también Orsato.
Ancelotti puso a Tchouaméni en la banda para quitar a Rodrygo y seguir achicando agua. Y justo en la jugada previa a ser cambiado, el brasileño aceleró por la derecha, dejó sentado a Chalobah y la puso al área pequeña. No llegó Benzema, sí Vinicius, que se la devolvió a Rodrygo para hacer el 0-1 con un golito de puntera. Carletto, tan contento, anuló el cambio y regaló unos minutos extra al brasileño.
En el 63, y con media estocada en la eliminatoria, Lampard se lio la manta a la cabeza e hizo tres cambios de golpe: Joao Félix, Mudryk y Sterling por Enzo Fernández, Cucurella y Gallagher. El Chelsea era un despelote. El Real Madrid, sin hacer un partido redondo, lo tenía todo bajo control. Tanto que Ancelotti se permitió el lujo de quitar a Benzema, tocado y mosqueado, para meter a Tchouaméni en el 70. Luego a Ceballos por Kroos cinco minutos después.
Al Real Madrid aún le dio tiempo a redondear la victoria con un segundo tanto de Rodrygo, que se aprovechó de una magnífica maniobra individual de Fede Valverde, que se la cedió en boca de gol. Era el minuto 80 y los blancos abrochaban una victoria solidaria y contundente en Stamford Bridge que sellaba su billete a semifinales. Allí se las verá con el Manchester City o con el Bayern, pero esa ya será otra historia.