Este Madrid puede con todo
Así te hemos contado el Celtic - Real Madrid
Vinicius y Valverde repitieron el gol de la Decimocuarta en Glasgow
Ni el bullicioso ambiente de Celtic Park, ni el ímpetu de un Celtic inasequible al desaliento, ni siquiera la preocupante lesión de Benzema en la primera pudieron con un Real Madrid que en la Champions lo resiste todo. Los blancos sacaron su versión letal en la segunda parte para pasaportar el partido en cinco minutos eléctricos. Vinicius y Modric encarrilaron el duelo en un pispás y Hazard, que jugó de falso nueve, lo abrochó con el tercero.
Volvía el campeón, término que se queda cortísimo para definir al Real Madrid en la Champions. Tachamos. Volvía el puto amo. Mucho mejor. El Real Madrid, con 14 Copas de Europa por banda, arrancaba viento en popa y a toda vela en la competición que es el patio de su casa. Y lo hacía en un escenario épico y ruidoso como Celtic Park, orfeón que huele a fútbol y cerveza. Y lo hacía también con un equipo casi calcado al que terminó, Orejona mediante, la última Champions en París.
Sólo faltaba Casemiro, que decidió buscar nuevos retos y poner rumbo al United. En su lugar ese portento de músculos que se llama Tchouaméni que abarca tanto campo que a veces parece que tiene un hermano gemelo escondido bajo el césped. Los otros diez de Ancelotti son los que ustedes se imaginan y ya conocen de memoria: Courtois; Carvajal, Militao, Alaba, Mendy; Kroos, Modric; Valverde, Vinicius y Benzema.
Y con esos diez más Tchouaméni arrancó el Real Madrid en Glasgow su andadura quién sabe si hacia La Decimoquinta. Por encima del cadáver del Celtic, que salió dispuesto a vender carísima su derrota. Dos córners en el primer minuto y los de Ancelotti, temerosos y encerrados, no sabían por dónde le caían los sopapos. Si hubiera podido, Carletto habría pedido tiempo muerto pero de un cuarto de hora. La salida del Celtic, torbellinesca y desmelenada como Beyoncé en el descanso de la Super Bowl, había pillado por sorpresa al Madrid.
Pasaron cinco minutos y cesó el chaparrón. El Real Madrid se asió a la pelota como su particular salvavidas en pleno temporal del Celtic. Aparecieron Modric y Benzema y de repente escampó. Las primeras escaramuzas de los blancos acabaron en nada. Respondieron los locales con el ímpetu inicial espoleados por su bullicioso público.
Tontea el Madrid
Volvió a tontear el Madrid y bien pudo marcar el Celtic. Fue en el minuto 20 y la tuvo Giakoumakis, que se sacó un latigazo desde fuera del área que repelió el palo derecho de Courtois. La flor de Ancelotti, ya saben. Que volvió a aparecer cuando Militao, en pleno vendaval local, se remató contra su propia portería y el remate, tan torpe como involuntario, se estrelló por fuera de la red de Courtois.
Pero la flor se marchitó de golpe en el 26 cuando Benzema se echó la mano a la rodilla derecha y comenzó a cojear. A Ancelotti no le quedó otra que meter a Hazard, pero el pulso se le paró a Carletto y al madridismo al unísono sólo de pensar que lo de Karim pueda ser grave, no lo permita el Señor. Al Real Madrid le entró un ataque de estrés postraumático. Un tembleque con la pelota y una sensación de horfandad rodeado de padres. Porque lo de Hazard de nueve es una broma.
El belga, jugador venido a meme, tuvo una ocasión clamorosa en el minuto 40 que habría fallado, con las mismas malas artes, el mismísimo Higuaín. También el espíritu del Pipita se metió en el cuerpo de Vinicius, que desperdició un clarísimo mano a mano ante Hart con un disparo al cuerpo. Fueron las dos ocasiones con las que el Real Madrid echó el telón a la primera parte y se encaminó al vestuario a lo importante: ver cómo estaba la rodilla de Benzema.
La segunda mitad alzó el telón con un cambio sorprendente: Rüdiger por Militao, que no había cometido grandes tropelías en la primera parte, así que sin duda fue por molestias físicas. Y salió dominando otra vez el Celtic ante un Madrid desconcertado y blandito. Lo intentaban los de Ancelotti, pero con las mismas dosis de interés que de acierto.
Huérfanos sin Karim
Y fue así hasta que en el 56 el Real Madrid encontró una cabalgada de Fede Valverde, que remontó una hectárea, levantó la cabeza y oteó a Vinicius en el horizonte. La puso al segundo palo con una maravilla de pase llovido que llegó a los pies del brasileño, que la empujó a placer. Ancelotti lo celebraba en el banquillo sin contención alguna.
El gol insufló ánimo y confianza al Real Madrid, que desató su mejor versión. En una contra tras un buen robo de Hazard, la pelota cayó en los pies de Modric, que sentó a dos contrarios en el área y se la colocó el exterior de su diestra para marcar el segundo. Nada, el campeón de Europa había pasaportado el partido en menos de cinco minutos.
Ancelotti adelantó la alarma de su Nokia al 70 para meter a Camavinga por Tchouaméni. El partido ya era un monólogo del Real Madrid que tenía su gracia. Se adueñó de la pelota y hasta marcó Hazard, que no es un chiste. El belga culminó en boca de gol una jugada coral de todo el equipo con asistencia final de Carvajal después de que Kroos trazara una diagonal maravillosa.
Con el 0-3 entraron Rodrygo y Asensio por Vinicius y Modric, ovacionado por Celtic Park. El duelo entró en su fase terminal sin incertidumbre en las postrimerías. Una buena mano de Courtois, porque no hay partido sin su parada, fue lo más destacado de unos minutos finales en los que el Real Madrid hizo valer sus poderes en la Champions. Que uno no gana catorce Copas de Europa por casualidad.