Copa del Rey: Villarreal-Real Madrid

Ceballos resucita a un Madrid inmortal

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El Real Madrid remontó ante el Villarreal para meterse en cuartos de Copa.

El Real Madrid siempre vuelve. La remontada es su ADN y volvió a demostrarlo en La Cerámica. Los de Ancelotti perdían 2-0 al descanso y parecían un equipo roto, desnortado y hundido. Sin embargo, la entrada de Ceballos en la segunda mitad resucitó al Madrid. Dos asistencias y un gol del utrerano en su mejor actuación de blanco devolvieron la vida al equipo de Carletto, que remontó a un Villarreal lastrado por las lesiones y se metió en cuartos de la Copa del Rey. Con emoción y épica. Como siempre.

Más tocado que la barandilla del Empire State. Así llegó el Real Madrid al estadio de La Céramica. Lo que hace meses parecía un proyecto sólido y firme ahora se muestra blandito y frágil. Porque este Madrid de ahora es como el CIS de Tezanos: poco fiable. La palabra crisis resuena como un eco en los pasillos de Valdebebas y el fantasma de las segundas temporadas de Ancelotti revolotea con su sábana por el vestuario. El meneo del Barça en la Supercopa no hizo sino ratificar los síntomas de desvanecimiento que el equipo lleva trasmitiendo desde un mes antes del Mundial.

De la coartada del «tienen la cabeza en el Mundial» hemos pasado a la de «han vuelto tiesos del Mundial». Pero Qatar no lo explica todo, aunque sí lo de Mbappé, que debería haber estado aquí y se quedó allí. En su intento de frenar la crisis Ancelotti tiró de los pesos pesados y puso a Courtois de portero y a Benzema arriba, los dos clavos ardiendo a los que se asió tantas veces el Real Madrid la temporada pasada.

Entre medias un equipo con pocas novedades, porque no está la cosa en el Madrid para experimentos. Nacho ocupaba el flanco derecho y repetían (porque no había más) los otros tres defensas del Clásico: Mendy en la izquierda y la pareja Rüdiger-Militao en el centro. Por delante el atolondrado Camavinga y el irreconocible Valverde escoltaban a Kroos, que volvía a ese mediocentro que tan poco le gusta. Arriba, otra vez Vinicius y Rodrygo, que aún no han vuelto del Mundial, secundaban a Benzema.

Enfrente Setién casi calcaba el once del Villarreal que había derrotado al Real Madrid hace apenas unos días. Y en un pispás, casi sin haber entrado en el partido (no habían pasado 200 segundos), marcaron los locales… a la salida de un saque de banda. El tanto lo anotó Capoue después de que Gerard Moreno le hiciera un nudo marinero a un endeble Rüdiger en el pico del área. El delantero, tan genial como siempre, asistió de espaldas al centrocampista, que batió a Courtois de volea cruzada.

El circo y los enanos

Saben aquello del circo y los enanos, pues los de Ancelotti ya juegan en la NBA, así que al Real Madrid se le torcía el partido nada más empezar. Camavinga, que ejercía esta vez de mediocentro, trataba de sujetar a un Villarreal desatado. Pero era en vano. El Submarino Amarillo torpedeaba la línea de flotación del Titanic blanco.

Espabiló el Real Madrid. Y respondió a los nueve minutos en una buena galopada de Mendy, abrochada por un mejor pase que desperdició Fede Valverde cuando tenía todo a favor. El uruguayo la echó al cielo cuando era más fácil marcar que despejar. Los blancos empezaron a jugar como quien dice de perdidos, al río.

También se destapó atrás y Yeremi Pino pudo marcar el 2-0 en una contra en la que a los del Real Madrid se les volvían a ver las costuras. En descargo de los de Ancelotti es de justicia decir que no se les ponía poner un pero en cuanto a actitud, porque el equipo estaba corriendo (y sufriendo) lo más grande.

Resistía con oficio y patadas el Villarreal, especialmente a Vinicius, siempre en la diana. En el Real Madrid, sin un plan estratégico como toda la temporada, el mejor era Camavinga, así que no hacía falta decir mucho más. El francés, faltaría más, vio la amarilla nuestra de cada día. Mientras, transcurrían los minutos y los de Setién dispusieron de un par de aproximaciones peligrosas al área que abortó con buen protocolo Militao, otro de los mejores, lo que muestra el nivel del resto de sus compañeros.

Yeremi Pino y Gerard Moreno campaban a sus anchas entre la defensa de mantequilla del Real Madrid. En el 41, con el equipo de Ancelotti más roto que los vaqueros de un quinceañero, llegó el segundo. La jugada la cocinó otra vez Gerard Moreno, que sentó a Mendy, Rüdiger y Kroos y vio el desmarque de Chukwueze que batió a Courtois y abrochó un golazo.

Del hundimiento a la épica

Con el Real Madrid abatido pudo llegar el tercero del Villarreal antes del descanso pero lo evitó Courtois con una maravillosa mano a disparo de Alberto Moreno. Con esa ocasión nos fuimos al vestuario con el equipo de Ancelotti medio eliminado de la Copa por deméritos propios. Pasó el descanso y volvió a rodar la pelota y con ella el drama para el madridismo. Carletto, que nunca fue un rayo en leer los partidos, no hizo cambios. Esperó al 55 para meter a Ceballos por Kroos y a Asensio por Rodrygo.

Un minuto después, sí, un minuto después, llegó el gol del Real Madrid. Lo dibujaron al primer toque entre Camavinga, Benzema, Ceballos (que filtró un gran pase) y Vinicius, que marcó un gol 78 días después. El Villarreal, sin los sustituidos por lesión Albiol y Foyth, hacía aguas por su costado derecho.

El Real Madrid tiró de orgullo y apeló a esa heroica que tiene tatuada en su ADN. Ahora sufría el Villarreal. Incluso Vinicius pudo hacer el 2-2 cinco minutos después tras un fallo del meta Jorgensen, que corrigió su error con un despeje in extremis con el pie.

Ceballos había dado la vuelta al partido. Su omnipresencia agitó a un Madrid que cambió radicalmente su cara. El toque de corneta y la épica funcionó al equipo de Ancelotti. Otro pase medido de Ceballos le cayó en la cabeza de Benzema. El francés picó la pelota y Jorgensen, que quiso adornarse en la parada, la dejó muerta para que Militao, que estaba sin marca en boca de gol igual que Rüdiger, marcara a placer. El Madrid igualaba el partido y la eliminatoria estaba más abierta que nunca y ahora el que parecía hundido era el Villarreal.

Camavinga tuvo el 2-3 en el 75 en un mano a mano ante Jorgensen. El francés, desequilibrado dentro del área por el empujón de Pau Torres, no quiso tirarse, lo que habría sido un penalti de manual. El Villarreal estaba roto y el Real Madrid desatado. Olía a remontada. Pero mucho. Muchísimo. Y acabó llegando en el 86 con un golazo de Ceballos, que abrochaba su mejor partido de blanco. La asistencia fue de Asensio, el otro cambio de Ancelotti, que también había agitado a su equipo.

El Villarreal, desconectado y roto, sólo podía pegar patadas. El Real Madrid se sabía ganador del partido ya en los minutos finales. El físico del equipo blanco se imponía por fin. En los minutos finales, los de Ancelotti supieron guardar la ropa y abrochar una remontada de Champions que sirve para zanjar (al menos hasta la próxima derrota) la crisis y para demostrar que el Madrid siempre vuelve.

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