El pasado sábado se encendieron todas las alarmas habidas y por haber en el Bayern de Múnich. El conjunto bávaro cayó por un abultado 5-1 ante el Eintracht de Frankfurt en el Commerzbank-Arena. Hacía más de siete años que no encajaban cinco tantos en un partido, siete años desde que perdieron la DFB Pokal ante el Borussia Dortmund en Berlín, con Robert Lewandowski aún al otro lado del río. Actualmente son cuartos en la Bundesliga, a cuatro del líder, el Borussia Monchengladbach.
Como era de esperar, en el Bayern de Múnich están que trinan con el croata Niko Kovac, al que ya han despedido. El balcánico llevaba semanas en el punto de mira de la cúpula de los germanos, así como el centro del huracán de una afición que no entiende qué está pasando en el Bayern tras lograr alzarse la pasada campaña con su 29ª Bundesliga. Kovac no terminó de encontrar la solidez este curso pese al buen rendimiento que viene mostrando un Lewandowski que solo en la Bundesliga lleva 14 goles en 10 partidos.
La tesitura en Múnich ha llevado a la directiva del Bayern a levantar el teléfono y llamar… a José Mourinho. El club bávaro piensa en el portugués, uno de los grandes nombres que está en el mercado libre, para coger las riendas del equipo. En principio habría sido una simple tentativa para conocer la predisposición del portugués, por lo que no existiría aún oferta en firme.
Mourinho sigue empeñado e ilusionado con la posibilidad de volver a entrenar al Real Madrid. El luso tiene intención de esperar a los blancos ante un posible despido de Zinedine Zidane si este no consigue enderezar definitivamente el rumbo del equipo. Aunque, la idea de entrenar al Bayern seduce al portugués, que vería como una oportunidad más que interesante la de añadir un país más a su lista de títulos ligueros en Europa tras lograrlo en Portugal, Inglaterra, Italia y España. El Bayern es uno de los clubes más laureados del viejo continente y encaja en aquello que venía pidiendo: un club del mismo caché que él.