Liga: Athletic - Real Madrid

Un Madrid como una catedral

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El Real Madrid derrotó 0-2 al Athletic en San Mamés.

Un Real Madrid serio, eficaz y brillante conquistó San Mamés liderado por un imponente Bellingham, que ofició una misa de fútbol en La Catedral. Los blancos resistieron al empuje inicial del Athletic y gobernaron el partido desde el gol de Rodrygo. El mismísimo Bellingham hizo el segundo el día de su estreno en la Liga. La peor noticia para los de Ancelotti fue la lesión de rodilla de Militao, que tiene muy mala pinta.

Corren nuevos tiempos en el Real Madrid, aún no sabemos si mejores, pero son nuevos. Ancelotti, siempre dúctil y obediente, ha iniciado una transición impuesta por el club del glorioso pasado hacia un futuro incierto pero prometedor. Ver a Kroos y Modric sentados en el banquillo de San Mamés es una declaración de intenciones de la que les (y nos) espera. Al contrario de lo que decía aquel anuncio de agua mineral, en el Madrid sí que pesan los años.

El Real Madrid llegaba a Bilbao castrado en las dos áreas. Sin Courtois ni Benzema el equipo blanco es un cuchillo mellado por ambas caras y así va a ser hasta que los blancos fichen primero un portero y después quién sabe si a Mbappé. De momento, como diría Piqué, esto es lo que hay. Muchos y muy buenos centrocampistas, no tantos defensas y arriba Vinicius y el guadianesco Rodrygo.

Elegía Ancelotti para su primer once de su última temporada en el Real Madrid un equipo lleno de vigor y entusiasmo pero algo escaso de pegada, como una fiesta de fin de curso de quinceañeros. Lunin ejercía de portero interino escoltado por los tres mosqueteros de siempre –Carvajal, Militao y Alaba– a los que se unía Fran García. Por delante, el centro del campo más físico del mundo con Tchouaméni, Camavinga y Valverde, completado con Bellingham en la punta del rombo. Arriba lo dicho: Vinicius y Rodrygo.

Los blancos se medían a un Athletic con pocos leones nuevos y con Muniain y los hermanos Williams como machos alfa. Así que dieron las nueve y media y echó a rodar la pelota en el césped de San Mamés que alzaba el telón liguero para rojiblancos y madridistas.

Aprieta el Athletic

Furioso e intenso salió el Athletic empujado por el imponente ambiente de La Catedral. Alta la presión, rápida la circulación y pierna fuerte en las pelotas divididas. El Real Madrid no sabía por dónde le daba el aire y apenas conectaba tres pases seguidos incapaz de superar su propia mitad de campo. El acoso duró cinco minutos, los que tardaron los de Valverde en levantar un poco el pie y los blancos en encontrar los suyos. Un par de posesiones largas pero inofensivas permitieron respirar a los de Ancelotti.

Pronto se vio que el nuevo sistema de Carletto saca lo peor de Vinicius, porque le aleja de la banda y le encaja entre los centrales, además de desplazar a Rodrygo y condenar a Bellingham a correr de más para incorporarse como delantero centro en todas las jugadas de ataque. En una palabra: sindiós.

Un par de regates de Bellingham, trazados en una baldosa de su propio campo, fue el primer detalle de un partido que careció de áreas en los primeros diez minutos. Vino después un disparo lejano de Fede Valverde que se marchó por encima del larguero de Unai Simón. Balas de fogueo en el primer cuarto de hora en San Mamés.

El partido era una sucesión infumable de pérdidas de balón. Ni Athletic ni Real Madrid eran capaces de dar tres pases seguidos. Y así fue hasta que en el 27 Carvajal y Rodrygo trazaron una pared en el pico del área. El brasileño se repuso de su mal control y utilizó bien su trasero para alejar a su par. Rodrygo empaló un disparo seco casi de puntera que se comió Unai Simón por su palo por un bote que se envenenó. Pues nada, a lo tonto, a lo tonto, el Real Madrid se ponía por delante en San Mamés.

Zarpazo de Rodrygo

El Athletic acusó el sopapo y Alaba pudo sentenciar en el 33 con un cabezazo peinado al primer palo que sacaron con suspense entre Unai Simón y el poste. Y otra vez el meta del Athletic evitó el segundo con una buena mano a un disparo centrado y a bocajarro de Vinicius. No pudo evitar a la tercera el gol de Bellingham en el 36. El tanto fue a la salida de un córner en una volea aparentemente defectuosa que botó con muy mala uva contra el suelo y acabó en la escuadra. Bellingham lo celebró para enojo de San Mamés.

Reclamaría después el Athletic un penalti por derribo de Militao a Unai Gómez. El contacto era clamoroso porque el brasileño es un jugador que actúa primero y piensa después, pero el derribo fue posterior al disparo del jugador rojiblanco, por lo que el colegiado entendió que no había nada que señalar. El VAR levantó el pulgar hacia arriba.

En los minutos finales del primer tiempo Bellingham impartió una clase magistral de desmarques y pases filtrados a un toque. De uno de ellos pudo haber llegado el tercero si Rodrygo hubiera llegado a conectar lo que se quedó en una chilena interruptus. El descanso amainó el vendaval madridista.

Regresamos del entreacto con el duelo encarrilado para el Real Madrid y con un Athletic necesitado y exigido. Al equipo blanco, eso sí, le ha mirado un tuerto. A Militao se le enganchó la rodilla derecha en una acción feísima que hacía temer lo peor. Se retiró llorando y apoyado en los fisios y entró por él Rüdiger. Su baja, a la espera de lo que digan las pruebas, también pinta larga para un equipo madridista que no gana para lesionados.

Bellingham puede con todos

Menos mal que al Real Madrid le bastaba con Bellingham para gobernar el partido. El inglés dibujó un jugadón propio de Di Stéfano en los 50 y fue eliminando rivales a golpe de cadera y zancada desde el campo propio hasta el área del Athletic. Quiso ser generoso y asistir a Vinicius, pero Lekue abortó la ocasión. La presentación del inglés en La Catedral no podía ser mejor.

En el 69 una nueva asistencia de Bellingham dejó solito en el área a Vinicius, que volvió a toparse con la mano firme de Unai Simón. Un minuto después Ancelotti retiró a Camavinga para meter a Kroos. El Real Madrid parecía tener el partido bajo control. Atrás Alaba también estaba firmando una actuación de jerarquía y autoridad que bastaba para sostener a los blancos en los momentos de dificultad.

En el 75 el colegiado dejó sin sancionar una falta clara de Galarreta a Kroos que habilitó a Sancet en el área. Menos mal que se cruzó el cuerpo salvador de Tchouaméni para evitar males mayores. Sólo un despiste o un error podría meter al Athletic en el partido. Ancelotti quitó de golpe a Vinicius y Rodrygo para meter a Modric y Joselu. Era el 79 y languidecía un poco el partido hacia su final.

El Real Madrid supo guardar la ropa después de tanto tiempo de haber nadado y resistió los minutos postreros, incluidos los cinco de alargue, para abrochar su victoria en San Mamés con un triunfo cómodo y solvente que le permite dormir como líder de esta Liga recién estrenada. Y eso que el equipo, lastrado por las lesiones, todavía está sin terminar.

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