La pretemporada del Real Madrid no está sirviendo para sacar grandes conclusiones, puesto que Ancelotti sigue en cuadro, pero sí que está valiendo para ver lucirse a Arda Güler. El turco ya aprovechó al máximo las oportunidades que tuvo el pasado curso, en el tramo final de la temporada. Ahora, ha hecho lo propio en el Clásico de Estados Unidos, donde volvió a brillar con luz propia, siendo el mejor del conjunto blanco.
Hizo de todo Güler en el descafeinado duelo de Nueva Jersey. En un partido marcado por la lluvia y por las ausencias, el joven futbolista del conjunto blanco fue de lo mejor que se pudo ver sobre el terreno de juego. Lideró el ataque del Real Madrid, en el que aparecía junto a Brahim y Endrick.
Como ya sucediera ante el Milan en el primer encuentro, donde fue junto al brasileño uno de los mejores en los primeros 45 minutos del Real Madrid, ante el Barça volvió a centrar las miradas. Güler cogió galones sin las principales estrellas del conjunto madridista y se destapó como uno de los mayores talentos que han pasado por el club en los últimos años, algo que ya se sospechaba después de su gran tramo final de temporada.
Fue el más participativo de los blancos en el MetLife Stadium, jugando además los 90 minutos. Ancelotti optó por el mismo once que contra el Milan –salvo la entrada de Militao por Vallejo–, pero en esta ocasión hubo cinco futbolistas que disputaron todo el encuentro. Uno de ellos fue Arda Güler, al que le dio tiempo a hacer de todo y a confirmarse, una vez más, como el gran talento que hay en el Bernabéu.
De un control mágico, Güler hizo el que habría sido el primero de los goles del partido, al batir por bajo a Ter Stegen. Sin embargo, el gol no subió al marcador por un ajustadísimo fuera de juego. Recibió un balón aéreo que bajó con un control en el aire para rematar bastante forzado ante el meta alemán, al que superó con facilidad. Aunque negaba estar adelantado, al no haber VAR, el gol no fue válido.
Pero no fue el único momento en el que el turco brilló. Durante, sobre todo, la primera parte, se hartó de meter balones al interior del área en busca de algún compañero –normalmente Endrick o Brahim–, no dudaba en ofrecerse, en presionar rápido tras pérdida con el objetivo de recuperar el balón y poner en problemas al Barcelona, llegando también a estar muy activo en defensa. Desde el costado que ocupaba, se volcó para evitar las internadas desde la banda de los culés.
El toque final de Güler llegó en los instantes finales del partido. Con el duelo con 0-2 a favor del Barça, llegó el tanto del Real Madrid. Un gol que permitió al conjunto blanco reducir diferencias en el marcador. El otomano le mandó un centro perfecto al segundo palo a otra de las grandes joyas de Valdebebas, a Nico Paz. El canterano entró sin oposición y cabeceó al fondo de la red el caramelo que el bueno de Arda le había puesto, firmando así el primer gol de la pretemporada para el conjunto blanco.
Arda Güler volvió a brillar
Arda Güler volvió a mostrarse al mundo y a confirmar algo que ya se vio el pasado curso. Aunque le costó, debido a las lesiones que acumuló al comienzo del curso, en el tramo final supo ganarse a Carlo Ancelotti y conseguir que le diera una oportunidad. En los pocos minutos que sumó, dejó bastante claro el diamante en bruto que firmó el conjunto madridista el pasado curso, procedente del Fenerbahce.
En apenas 373 minutos que jugó en Liga, hizo seis goles. Pero más llamativa que esa cifra es su increíble efectividad, puesto que en todas las ocasiones que disparó a puerta, el balón acabó dentro de la portería. Güler firmó unos registros increíbles que consiguió, además, prorrogarlos durante el comienzo de la Eurocopa.
Allí fue la gran estrella de una Turquía que firmó los cuartos de final del torneo, cayendo en ellos ante Holanda. Fue en el primer partido, cuando se impuso su selección a Georgia por 3-1, cuando mostró su carta de presentación en pleno campeonato continental, con un auténtico golazo que adelantó a los turcos bajo un diluvio universal en Dortmund. Por la misma escuadra coló el balón, en lo que fue un disparo seco y potentísimo con el que demostraba que, a todo su potencial, se sumaba también un golpeo exquisito.