Perder un Clásico, perder una final, perder una Supercopa de España, nunca debería cuestionar el futuro del entrenador del Real Madrid. La forma de hacerlo, sí que lo hace. Los blancos cayeron con estrépito frente al Barcelona en Yeda. Un 2-5 que se quedó corto para los azulgranas. Sólo la expulsión de Szczeny en la segunda mitad evitó que el conjunto catalán enviase de vuelta a la capital de España a los madridistas con una goleada de esas que hacen mucho daño. Nada salió como quería Ancelotti, que reconoció en rueda de prensa que su equipo estuvo mal desde el primer minuto.
El futuro de Ancelotti en el Real Madrid está garantizado… de momento. Nadie se plantea echarle, eso, tiempo ya pasó. Aunque nadie puede descartar que regrese. La derrota en la final de la Supercopa de España, por las formas, por cómo se produjo, por la poca reacción que tuvo el italiano desde el banquillo, le llevan directo a una casilla de salida de donde había salido para avanzar tras un final de 2024 más que positivo.
El Real Madrid comenzó muy mal el partido. En cuatro minutos, si no llega a ser por Courtois, podría haber recibido dos goles, pero, por cosas del fútbol y de la suerte, Mbappé, en la primera ocasión de peligro de la que gozaron los blancos, puso en ventaja a los madridistas. Ver para creer. Con todo lo mal que habían empezado, iban ganando, pero Carletto decidió no mover absolutamente nada, como si el gol hubiese sido algo más que el fruto de la casualidad y de la calidad del francés.
Ancelotti no movió absolutamente nada de un equipo que, con ventaja en el marcador, seguía dominando en el terreno de juego. Hasta que, era de esperar, Lamine Yamal hizo el empate con un pase a la red lleno de calidad. Lo que vino después fue una cascada de goles. Lewandowski, Raphinha, por partida doble, y Balde, terminaron de tirar a la lona a los blancos, que veían cómo se les escapaba de las manos el título y cómo se asomaban al abismo, ya que durante algunos minutos parecía que la goleada iba a ser de esas que pasan a la historia. Si no es suficiente una manita en una final.
Ancelotti era plenamente consciente de que su equipo hacía aguas en defensa. Lo reconoció tras el encuentro. Pero no tocó nada hasta el minuto 51, cuando decidió quitar a Lucas Vázquez por Asensio. Obviamente, ya era tarde. Para agravar las malas sensaciones, ni siquiera con 10 jugadores y tras marcar justo después de quedarse en superioridad numérica, hubo espacio para la machada.
Un mes de enero capital
Estas derrotas son las que en Real Madrid pasan factura. Hacen daño. Las que cuesta digerir y las que dan motivos para tomar unas decisiones que de momento no se ejecutarán, pero que vuelven a estar encima de la mesa. El mes de enero se eleva a categoría de importantísimo, con la Copa del Rey, donde los blancos deben dar la cara, con la Liga, donde ya está confirmado que son segundos y buscarán asaltar el primer puesto, y con las dos últimas jornadas de Champions, donde deben cerrar, como mínimo, su clasificación para el playoff. Ancelotti vuelve a vivir de final en final y, todo eso, con Xabi Alonso siendo tendencia en las redes.