Es agosto en Mallorca y el sol cae lento sobre los tejados de piedra dorada mientras el Mediterráneo chispea como una copa de vino frío. Aquí, el verano se vive con calma y con hambre. Hambre de sal, de campo, de planes con encanto. Y, por supuesto, de buena mesa. Porque la isla más deseada del verano español es también un festín de sabores, paisajes y mesas con personalidad. Desde calas secretas hasta fincas entre olivos, estos son los restaurantes COOL (y no siempre evidentes) que están marcando el ritmo de la temporada en Mallorca.
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El Vicenç
Subes por la costa norte, entre acantilados y calas escondidas, y llegas a uno de los secretos mejor guardados del verano: el rooftop del hotel El Vicenç. El chef Santi Taura firma una carta elegante, con influencias mallorquinas y mediterráneas. Arroz de gamba roja con emulsión de sus cabezas, lubina en papillote de algas, o simplemente unas ostras con champagne mientras cae la tarde. Aquí todo está pensado para que te sientas como en una postal. Uno de los restaurantes en Mallorca que no te puedes perder.
Neni Mallorca
En lo alto del Bikini Island & Mountain Hotel, este restaurante vibra con energía bohemia, música suave y una carta israelí-mediterránea que enamora. El mezze para compartir, los cócteles con zumos naturales y el mar de fondo hacen que cualquier cena se alargue hasta bien entrada la noche.
Patiki Beach
No hay carta. No hay manteles. Pero hay magia. En esta chiringuito chic a pie de playa, la chef Grace Berrow cocina con lo que le llega cada mañana: tomates del huerto, calamares recién pescados, sandías que huelen a sol. Todo se sirve en platos coloridos, con flores comestibles y ese aire de libertad que sólo se encuentra a orillas del mar. Llegas a mediodía y te vas cuando cae la noche. Así se vive agosto.
Béns d’Avall
Un clásico que sigue reinventándose. Situado entre Deià y Sóller, con unas vistas vertiginosas sobre el mar, este restaurante lleva más de 40 años enamorando a comensales. Ahora en manos de Benet Vicens y su hijo Jaume, ofrece una cocina mallorquina contemporánea de altísimo nivel. El menú degustación es un recorrido sensorial por la isla: esencia de almendras, calabacines en flor, cordero con hierbas silvestres. Reservar con antelación es obligatorio.
Botànic
Dentro del precioso hotel Can Bordoy, en pleno centro de Palma, este restaurante liderado por el chef Andrés Benítez reinventa la cocina vegetal desde un enfoque sofisticado y creativo. No es un sitio vegano al uso: aquí las verduras se tratan como reinas, sin renunciar a algún toque animal puntual si lo deseas. El jardín secreto donde se sirven las cenas es un oasis oculto en la ciudad. Perfecto para una noche tranquila y elegante tras un día de sol y shopping por Santa Catalina.
Finca Serena
Si buscas silencio, sofisticación y una cocina de temporada conectada con la tierra, Finca Serena es tu destino. Su restaurante, Jacaranda, ofrece menús que cambian cada día según la cosecha del huerto ecológico. El chef Óscar Molina (Estrella Michelin en Ibiza) ha traído a esta finca del centro de la isla una sensibilidad especial por el detalle y el producto. Comer aquí en agosto es una experiencia sensorial en plena naturaleza. Uno de los restaurantes más bellos de Mallorca.
Casa Maruka
No todo tiene que ser alta cocina. Casa Maruka es un favorito entre los palmesanos por sus platos honestos y sabrosos: croquetas de sepia, berenjenas con miel, albóndigas de la abuela. Es ese tipo de sitio al que vas un martes cualquiera y acabas pidiendo botella de vino y postre casero. No tiene vistas al mar ni diseño escandinavo, pero lo compensa con autenticidad.
Es Fum
Si la ocasión lo merece, Es Fum, el restaurante con estrella Michelin del St. Regis Mardavall, ofrece una experiencia de alta cocina con todo el glamour del Mediterráneo. El chef Miguel Navarro crea platos delicados, técnicos, pero con corazón. El entorno es majestuoso, pero no frío. Perfecto para una cena especial con vistas al mar y servicio impecable.
Restaurante Jardín
El nombre de Maca de Castro resuena fuerte en la alta gastronomía balear, y su buque insignia, Jardín, en Alcúdia, es prueba de ello. El espacio, sofisticado pero sin artificios, acoge un menú degustación donde el producto del mar se sublima con técnica impecable y respeto absoluto al territorio.
3\65 by Son Brull
Dentro del hotel boutique Son Brull, en una antigua finca jesuita reconvertida en templo de descanso, se encuentra 3\65, el restaurante gastronómico que lleva la cocina local a su máxima expresión. El chef Andrés Benítez diseña menús degustación que se inspiran en el calendario agrícola mallorquín: higos, aceitunas, miel de la propiedad, caza de temporada… Cada plato conecta con la tierra y el tiempo.
Ca’s Xorc
Una antigua finca mallorquina reconvertida en hotel con encanto. Un jardín con terrazas de piedra mirando al valle de Sóller. Y una cocina que huele a tradición, a brasas y a campo. Ca’s Xorc es ese lugar al que uno va a cenar al atardecer y acaba prometiendo volver cada año. La carta combina recetas locales reinterpretadas con elegancia: cordero lechal, pescado al horno, ensaladas con productos del huerto, y postres caseros que recuerdan a infancia. Ideal para una velada íntima, con velas y copa en mano, mientras las cigarras marcan el tempo.
De Tokio a Lima
En pleno Paseo Mallorca, dentro del hotel Can Alomar, este restaurante ha sabido encontrar el equilibrio entre la cocina nikkei, el sabor peruano y el Mediterráneo más sutil. Ceviches de corvina, nigiris con sobrasada, tiraditos con aceite de oliva mallorquín… Todo convive con armonía y estilo. El espacio es sofisticado pero cálido, y su terraza entre árboles centenarios es una de las más bonitas de Palma. Uno de los restaurantes más románticos de Mallorca.
Arrels by Marga Coll
Uno de los restaurantes en Mallorca a los que ir sí, o sí. Situado en el hotel Meliá de Mar, sólo para adultos, Arrels es el proyecto más personal de la chef Marga Coll. Aquí no hay carta: hay un menú degustación que arranca con un desayuno tradicional mallorquín reinventado y termina en una cena que emociona. El hilo conductor es la cocina de la abuela, los sabores de la infancia, la despensa local. Todo ello ejecutado con maestría y sensibilidad.
