Un cliente intenta cometer un fraude después de dejar una propina de 1.600 euros
Los pocos restaurantes que vuelven a abrir después de un duro confinamiento son grandes héroes que se merecen una medalla al honor y al amor por su trabajo.
Son tiempos difíciles para el sector de la restauración en todo el mundo. El arte de dar de comer a los demás, de servirles los mejores productos y de cocinar manjares para alegrar la vida de las personas, está en peligro. Atrás quedan aquellos cafés a primera hora disfrutando de la conversación con el camarero y de un croissant de chocolate o los platos de cuchara calientes cocinados como una madre para aquellos que trabajan fuera de casa, todo ha quedado destruido por el coronavirus. Disfrutar del tiempo invertido en estos locales, que son casi como una segunda casa, es imposible en algunos países del mundo. Los pocos que vuelven a abrir después de un duro confinamiento son grandes héroes que se merecen una medalla al honor y al amor por su trabajo. Es el caso de los miembros de un restaurante de Estados Unidos que vivieron la peor parte del confinamiento y el desconfinamiento.
Una camarera recibe una propina de 1.600 euros por su trabajo
Emily Bauer llevaba dos semanas trabajando en un bar de San Antonio (Texas, Estados Unidos). Después de que la economía se empezará a reactivar necesitaba un trabajo para mantener a sus dos hijos. Los clientes llegan a los bares y restaurantes en busca de buena comida y servicio, algo que justo el día que recibió la propina más grande de su vida, no pudo darles.
La camarera veía como los clientes se acumulaban, durante estas fiestas. Acción de Gracias y los días previos suelen ser de mucha actividad en bares, restaurantes y tiendas de esta localidad. La alegría de volver a la rutina sin restricciones, Texas es uno de los lugares en los que menos se han aplicado, apostando por la libertad, llevó a ese restaurante a estar lleno a la hora de los servicios. Emily hizo todo lo que pudo, pero no fue capaz de atender correctamente a sus clientes, motivo por el cual se disculpó explicando su caso, como madre de dos niños trabajadora, sabía la importancia de un buen servicio, pero también de poder conservar su trabajo.
Un comensal deja una propina de 1.600 euros sin comer nada
Uno de los comensales se mostró muy amable con la joven. Incluso llegó a comentarle que entendía su situación al ser dueño de un negocio de restauración. Fue tan amable que canceló el servicio para que la camarera pudiera seguir atendiendo al resto de mesas. Al recibir la cuenta Emily se dio cuenta que había dejado una propia de 2.000 dólares. Le deseaba una feliz Navidad y mucha fuerza para realizar el trabajo tan duro que hacía.
La camarera no podía creer la suerte que había tenido, hasta que comprendió lo que había pasado. Después de que se hiciera famoso, nunca se hizo efectiva la transacción. El pago se realizó con tarjeta por lo que no se llegó a aceptar. La ilusión quedo en nada, solo se hizo famosa por salir en la televisión y poco más, después de un serio debate.
Solo se puede recibir una propina de 500 dólares como máximo
El dueño del local fue el primero en indicarle que como camarera de este lugar solo puede aceptar un máximo de 500 dólares. Así lo estipula el contrato que evita de esta manera que se incumplan las normas a la hora de cobrar un sueldo superior de los clientes que del propio local. La decepción fue máxima, aunque como después se demostró esta propina nunca llegó a hacerse efectiva.
Esa ayuda que hubiera venido de maravilla a una madre con dos niños que debe pagar las fiestas de Navidad y a un local que ha sufrido las consecuencias de la pandemia, se quedó en nada. Por las molestias el dueño del local decidió darle a Emily su propina soñada dada la repercusión en los medios que habían tenido. La única ventaja de un cliente que intentó estafarles es que han conseguido una gran visibilidad en los medios locales.
Se puede visitar el local de la propina de 2.000 dólares y apoyar un poco a esta familia que lo está pasando mal como consecuencia del coronavirus. Por suerte, aún quedan buenos clientes que no buscan estafar a los negocios. Algunos han conseguido remontar los números de Emily y de este lugar que intentará llegar a la Navidad con el máximo aforo posible, disfrutando de las fiestas, de la alegría y la buena comida. Las cifras en Texas son similares a las del resto de Estados Unidos, con más o menos restricciones, la diferencia es mínima, lo que sí que produce efectos directos sobre la economía es limitar esta movilidad. La restauración, como el resto de los negocios afectados por esta crisis, necesita la ayuda de todos. No hay sitios seguros o inseguros, en esta guerra contra el virus mantener el ritmo de vida puede ayudar a salvar negocios y familias que de lo contrario se encaminan hacía la pobreza extrema.
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