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Adiós a este bar de toda la vida en San Sebastián: daba los mejores bocatas vegetarianos del casco viejo

La Parte Vieja de San Sebastián pierde uno de sus locales más reconocibles. Giroki Taberna, un bar tradicional situado en la calle Enbeltran, número 4, ha anunciado su cierre definitivo tras doce años de actividad bajo la gestión de sus actuales propietarios. La noticia ha despertado numerosos mensajes de despedida entre vecinos y clientes habituales, que durante años han encontrado en este pequeño local un punto de referencia gastronómico en pleno corazón del casco viejo.

El anuncio se hizo público a través de las redes sociales del propio establecimiento, acompañado de un mensaje de agradecimiento y dos fotografías que mostraban la fachada del bar en 2013 y otra captada recientemente. Las imágenes simbolizan el recorrido de un negocio que, sin grandes pretensiones, logró consolidarse como una parada habitual para quienes buscaban un bocadillo, un plato combinado o un pintxo preparado con sencillez y rapidez. «Ha llegado el momento de decir agur. Ha sido una experiencia dura, pero bonita», señalaban los propietarios en su publicación. Junto a esa frase, enviaron un mensaje directo a la clientela que les ha acompañado durante más de una década: «Muchas gracias por estos 12 años de amor incondicional. Hemos conocido gente maravillosa a la que ya consideramos parte de nosotros». La despedida ha generado una reacción inmediata entre los seguidores del local, que no han tardado en compartir recuerdos y comentarios de apoyo.

Adiós a este bar de toda la vida en San Sebastián

Aunque la Parte Vieja cuenta con numerosos bares, cada uno con su estilo y especialidad, Giroki Taberna había conseguido un espacio propio entre la oferta gastronómica de la zona. Su ambiente sencillo, la rapidez del servicio y una carta sin complicaciones lo convertían en una opción recurrente para trabajadores de la zona, jóvenes, turistas y vecinos que buscaban una comida informal sin renunciar al buen precio.

Entre sus elaboraciones más conocidas, destacaba el bocata Carolina, uno de los más populares del local. Elaborado con pechuga de pollo empanada, lechuga y mayonesa, este bocadillo se había convertido en un pequeño emblema para muchos clientes. «Gracias por tantas Carolinas», se podía leer en los comentarios de despedida.

Pero no era el único producto que identificaba a la taberna. A lo largo de los años, el local se había consolidado también como una de las opciones favoritas para quienes buscaban bocatas vegetarianos en el casco viejo, una oferta que no era tan común en su momento y que fue ganando protagonismo entre la clientela. «Tenían los mejores bocatas vegetarianos de la zona», lamentaba una usuaria habitual. La propuesta se completaba con platos combinados, pintxos y raciones clásicas.