Agricultores

Productores ecológicos españoles, pioneros de la agricultura del futuro

Ecovalia da a conocer de primera mano cuatro ejemplos exitosos de producción ecológica enmarcados dentro de la campaña "El futuro está en tu mesa con la hoja verde"

Productores ecológicos
Francisco Robles, entre sus viñedos ecológicos en Montilla
Antonio Quilis Sanz
  • Antonio Quilis Sanz
  • Periodista especializado en información medioambiental desde hace más de 20 años y ahora responsable de OKGREEN en OKDIARIO. Antiguo director de El Mundo Ecológico y colaborador en temas de medioambiente, ecología y sostenibilidad en Cadena Ser.

A los productores ecológicos el tiempo les da la razón, siempre y cuando ocurra que haya algún loco o visionario que se empeñe en sacar adelante una misión que vaya a contracorriente del pensamiento establecido, de lo convencional.

Esta podría ser la conclusión de un viaje en el que Ecovalia nos sumerge mostrando cuatro ejemplos que seguro luego muchos seguirán muy pronto: pioneros de la agricultura y de la ganadería ecológicas en los territorios de Huelva, Sevilla y Córdoba.

En esta didáctica peregrinación por tierras andaluzas, en la que hemos hablado con los responsables de empresas e iniciativas que muestran pasión por el cuidado del entorno y el equilibrio natural, aparece demasiadas veces la locura con la que etiquetaban a estos emprendedores en el pasado, cuando iniciaban su aventura en la senda del producto ecológico.

A contracorriente

Sus entornos profesionales, sus vecinos, les miraban extrañados, «me decían que estaba loco», dice uno de los productores. Loco por no querer sacar el máximo rendimiento a sus plantas hasta el agotamiento, por no utilizar químicos o por producir menos que el resto.

Esta es una de las constantes con la que nos encontramos conversando con unos amantes del campo, de los animales y de la naturaleza, en un acercamiento que nos facilita Ecovalia con motivo de la campaña El futuro está en tu mesa con la hoja verde, para dar a conocer y promocionar la producción ecológica.

Recorremos distintas explotaciones y fincas ecológicas andaluzas, para conocer de primera mano a unos locos muy cuerdos, que saben lo que hacen, que investigan, que ensayan nuevas formas de producir y luchar contra las plagas de forma constante e innovadora. En definitiva, que han ido durante muchos años a contracorriente porque sabían que la respuesta estaba al otro lado.

Parte de la solución

Estos héroes de los campos y dehesas que también sufren la sequía y luchan contra los cada vez más habituales efectos del cambio climático en sus fincas, pero saben que son parte de la solución para aportar sensatez a un mundo que nos alerta de su agotamiento.

Pelean contra las plagas de manera ecológica, aunque esto sea mucho más complicado que si lo hicieran con los tóxicos químicos, arriesgan más por sacar menos rendimiento a sus tierras y tienen más dificultad por hacerse hueco en el mercado con un producto excelente.

Fundación Dehesa
Corderos en la Dehesa de San Francisco en Santa Olalla del Cala (Huelva)

De la locura a la cordura

Aun así, merece la pena, porque después de décadas apostando por seguir luciendo la Eurohoja, siguen creciendo y viviendo, con dificultades, alegrías y desvelos, de sus frutos.

Y de esta forma, experimentamos el viaje de la locura a la cordura, descubriendo que hace muchos años ya hubo un sabio espíritu emprendedor y ecológico en el campo, en sus mentes o en las de sus familias, para sacar adelante un producto auténtico, arraigado a la tierra, que busca preservar tesoros puros heredados.

Berries en Doñana

Es el caso de Juan María Rodríguez, gerente de Flor de Doñana, una empresa local y familiar que empezó hace 25 años a producir y a comercializar fresas, frambuesas, arándanos y moras en la Finca El Rocío, a un paso de Almonte, en Huelva.

Juan, ingeniero agrónomo, nos cuenta el cíclico trasiego anual en las 70 hectáreas de extensión. Son la única empresa de la comarca dedicada 100% al cultivo ecológico de berries, con el compromiso ecológico por bandera en un entorno tan delicado como el Parque Nacional de Doñana.

Allí, entre fresas y moras, vemos cómo recogen a mano cada uno de los frutos. Una recolección que tiene lugar mayoritariamente entre noviembre y junio y que emplea en un 80% a mujeres.

Cuidado y reciclaje

Nos cuenta que las más de 3.000 horas de luz y el viento húmedo proporcionan un clima propicio para producir anualmente unas 3.000 toneladas de producto. Entre 15 y 30 toneladas al día que llegan en un 88% a Alemania, Polonia, Reino Unido, Dinamarca o Suecia.

Todo ello, con el máximo cuidado, sin químicos ni pesticidas, llega en poco tiempo a los mercados una mercancía con una caducidad muy corta. Allí, cerca de El Rocío, crecen sus frutos, con riego mesurado gracias a un sistema de sondas que optimiza la huella hídrica, tan importante y sensible en Doñana, controlando los insumos y luchando biológicamente contra las plagas.

No sólo cuidan los frutos. «Aquí se recicla todo, el hierro, el plástico, medimos la huella de carbono y envasamos con RPET o papel FSC», dice el gerente, que también nos destaca el esfuerzo que significa el mantener las ocho certificaciones y el ser campo de investigación con universidades.

Flor de Doñana
Fresas ecológicas en la finca Flor de Doñana, en Huelva

Dehesa contra el desierto

Otra luchadora convencida de estar en el camino correcto es Ernestine Lüdeke, presidenta de la Fundación Monte Mediterráneo, una entidad que gestiona la Dehesa de San Francisco en Santa Olalla del Cala (Huelva).

Allí, en un entorno muy especial, inició el proyecto para preservar la dehesa desde 1994 junto con Hans-Gerd Neglein para que esta masa viva de árboles pueda seguir siendo la «barrera ante el desierto».

Una ingente labor para alberegar y conservar en cientos de hectáreas el mayor número de especies de flora y fauna posible, con un aprovechamiento sostenible y ecológico gracias a diferentes tipos de ganado y trabajos forestales.

Junto con Juan Luis, graduado en Ingeniería Forestal y del Medio Natural y gerente de la fundación, nos adentramos con Ernestine en la Dehesa, que recibe a sus visitantes con una imponente y acogedora encina centenaria, con cerca de 500 años, declarada Monumento Natural por la Junta de Andalucía.

Desarrollo ecosocial

Nos adentran en su universo hablando sobre cómo la dehesa es el modelo ideal para el desarrollo social, económico y ambiental del territorio. Nos cuentan sus peripecias con la trashumancia anual de casi 14.000 ovejas desde los pastos del sur al norte de España y que ellos gestionan íntegramentes. Todo ello cuidando su alimentación, poniendo en valor los sistemas ecológicos y salvando con éxito a lobos y osos.

Un aprovechamiento forestal modélico que acoge a ovejas, cabras y cerdos ibéricos, de dónde también se saca corcho con permiso del cambio climático. Y que por supuesto también vende sus propios productos y hasta alberga una escuela de formación.

Esfuerzo en vino

Nuestro siguiente destino está en Montilla, al sur de Córdoba, cuna de vinos elaborados con la variedad Pedro Ximénez. Nos recibe Francisco Robles, propietario de las Bodegas Robles, en una pequeña parcela de viñedos, zona de ensayo e investigación en la que ya asoman los racimos y las futuras uvas.

La Familia Robles se ha dedicado a la elaboración de vinos en Montilla desde 1927 pero, a finales de los años 90, la tercera generación comprende que, «nuestro progreso pasa irremediablemente por el regreso», nos cuenta Francisco, como si fueran viajeros en el tiempo.

Se inició en 1999 en la producción bio por su cuenta y riesgo, con la bendición familiar, con vinos generosos ecológicos. Empezó con 800 botellas y ahora ya produce 35.000 botellas anuales. Nos confiesa que toda esta aventura «ha tenido sentido tras 25 años» o, como ellos mismos dicen, «todo nuestro esfuerzo ha sido en vino».

Uvas ecológicas Montilla
Racimo de uvas ecológicas de Bodegas Robles en Montilla (Foto: Bodegas Robles)

Vinos ecológicos premiados

Cuenta Francisco que cuando se iniciaron en el 99 con la agricultura ecológica, «el concepto era más pseudo político. Era como quitarte un resfriado sin Clamoxil, usted va a cultivar la vid sin productos de síntesis»,  entre ellos la levadura.

En el banco de pruebas nos explica, con más entusiasmo que añoranza, que antes todo se hacía con seres vivos, «la planta es un ser vivo que necesita nitrógeno, fósforo y potasio, y para ello siembro hierbas, alimentando los viñedos con estos tres elementos. Cuando selecciono y siembro hierbas, no necesito herbicidas, evito la erosión y aporto el alimento que necesita».

«Hay que jugar con la hierba vegetal para generar la cubierta que desarrolla un ecosistema sano que favorece la biodiversidad», nos alecciona con sencillez y pasión Francisco.

Transición de siete años

En sus 37 hectáreas han crecido caldos con numerosos premios, entre ellos el de Alimentos de España, con una transición a lo ecológico que duró siete años, «un cambio crítico en el que se llegó a recoger el 50% de uva con respecto a la convencional».

Respecto a este tema, Robles asevera que «debemos desterrar muchos mitos que dicen que si adoptamos la agricultura ecológica en el mundo no podríamos dar de comer a toda la población».

Y, tras un cuarto de siglo ensayando con la producción eco, ahora podemos disfrutar de vinos tranquilos, con verdejo y tempranillo. Generosos, como el fino y el oloroso, espumosos y dos extraordinarios tipos de vermús difíciles de olvidar.

Floración de olivos en la finca Luque Ecológico Productores ecológicos
Floración de olivos en la finca Luque Ecológico (Foto Luque Ecológico)

Mar de olivos

Encaramos la recta final de este recorrido bio recalando en el interminable mar de olivos que se divisa desde la tierra de Luque Ecológico, en el municipio cordobés de Castro del Río.

Allí 300 hectáreas en ecológico nos esperan Belén Luque y Rafael Gálvez, que nos explican que en el último año han luchado con la sequía, las heladas de finales de febrero y los inesperados calores de abril.

Una vez más la crisis climática llama a las puertas del campo y nos hace pensar otra vez de la importancia de seguir apostando por pioneros que trabajan por sus tierras y por las de los demás.

Tradición y biodiversidad

Tras siete generaciones de tradición olivarera, sus propietarios nos confiesan entre los árboles que iniciaron la producción en ecológico en 1986 y que han logrado tener una producción similar a la convencional gracias a la utilización de la cubierta vegetal.

Distinguen sus árboles por el verdor de las hojas, más intenso tras aportar materia orgánica en las calles de los olivares durante años, haciendo un producto de alta calidad muy apreciado en Estados Unidos, Europa, Japón y, últimamente, de una manera muy fuerte, en Corea.

Convencidos de la apuesta por mantener las variedades, atesoran 30 hectáreas de la pajarera, «no muy productiva, pero que estamos recuperando por estar adaptada a la zona, un ejemplo de biodiversidad y de información genética que hay que conservar», según nos cuentan sus propietarios.

Información genética

Una vez más el factor tiempo aparece. Cuidar el pasado también está entre sus manos, conservando ejemplares de encinas de 300 años, con variedades con nombres que los más viejos del lugar ya no recuerdan y de las que sacaron una línea paleo  que también contiene una información genética muy valiosa.

En Luque Ecológico llevan interiorizado el convencimiento del cuidado planetario, «huyendo del greenwashing, analizando de dónde provienen los materiales de nuestros proveedores», hasta tal punto que cambiaron el de las botellas de vidrio, generando el 80% de la energía con renovables o reaprovechando los productos de la almazara.

Eurohoja

Entre visita y visita, el presidente de Ecovalia, Álvaro Barrera, nos transmite que uno de los retos es el de «aumentar el consumo de los productos ecológicos y el reconocimiento de la Eurohoja. Y creo que no hay mejor manera de hacerlo que mostrando cómo trabaja el sector y los bienes que genera».

La campaña El futuro está en tu mesa con la hoja verde, que están activando Ecovalia y Agrobio, cuenta con la financiación de European Research Executive Agency, de la Unión Europea, y está englobada dentro de las campañas Enjoy, it´s from Europe, para aumentar la visibilidad de los productos agroalimentarios europeos.

Una labor de largo recorrido que empieza pisando el terreno y conociendo la labor de los productores que llevan décadas demostrando la validez de su forma de hacer las cosas. Como nos dijo de una manera muy resumida pero acertada Francisco Robles, «nos rodeamos de gente valiente y cabezona», una buena foto fija de los productores ecológicos.