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Prueba de gases de la ITV: qué es, cómo pasarla y en qué consiste

Carbonilla del tubo de escape

Todo aquel que haya acudido, al menos una vez, a la Inspección Técnica de Vehículos sabe que debe de enfrentarse a la temida prueba de gases de gases de la ITV.  Tras las diferentes limitaciones impuestas, sobre todo en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona, entre otras, es una de las comprobaciones más importantes que se pueden realizar en estos momentos para verificar si nuestro vehículo contamina -o no- más de lo permitido por la normativa vigente europea.

¿En qué consiste la prueba? Pues bien, durante el proceso los técnicos conectarán como una especie de analizador de gases al tubo de escape del coche (o al sistema OBD en vehículos más modernos) para medir los respectivos gases emitidos por el motor mientras el automóvil en cuestión funciona a diferentes revoluciones. En motores de gasolina, se comprueba principalmente el monóxido de carbono y si su combustión es correcta; los hidrocarburos no quemados; y la relación entre el aire y combustible, es decir, la lambda, que debe estar más cerca de 1 para que la mezcla entre estos dos componentes esté equilibrada o muy equilibrada. En cambio, en vehículos diésel, no se mide el tipo de gas, sino la opacidad del humo, es decir, la cantidad de luz que deja pasar el mismo. ¿Cómo se hace? acelerando el motor en diversas ocasiones para medir la densidad y si el motor echa demasiado humo negro es señal de que la combustión, lógicamente, no es limpia.

Cómo pasar la prueba de gases de la ITV: trucos y recomendaciones

En primer lugar, es recomendable para pasar la ITV sin problema es hacer al vehículo una revisión general y previa, acudiendo a un taller de confianza o personalmente. Luces, intermitentes, matrícula, retrovisores, nivel de aceite, líquido refrigerante, limpiaparabrisas, frenos, estado de los neumáticos (que cumplan con la presión y profundidad pertinente), cinturones de seguridad, limpiaparabrisas, pito o comprobar que los testigos no estén encendidos, entre otros, son algunos de los elementos que debemos de revisar antes de acudir a la cita con la ITV.

Por otro lado, es recomendable lavar el automóvil, tanto el interior del habitáculo como la carrocería y, si es posible, limpiar el motor, las matrículas, retirar todo tipo de objetos del maletero o elementos que puedan entorpecer la visibilidad, sobre todo para no generar mala impresión a los mecánicos y dificultar la inspección.

Otro de los aspectos claves a destacar es asegurarnos de las emisiones. Antes que nada, revisaremos que nuestro tubo de escape no tenga fugas ni agujeros. Luego, es recomendable acudir a la ITV tras conducir previamente unos 20 o 30 minutos para que el motor logre su temperatura óptima. Lo ideal es ejecutar una conducción a altas revoluciones para limpiar el sistema de escape para evitar confusiones en la prueba de los gases. Una vez lleguemos a nuestra ubicación, es importante seguir las directrices del técnico, no hacer movimientos bruscos con el vehículo y es importante acudir con toda la documentación en regla.

La prueba de gases de la ITV en diésel

  1. Antes de iniciar la prueba, el motor deberá estar a una temperatura óptima. A partir de ahí, los técnicos revisarán que no haya fugas ni humo negro.
  2. Introducirán una especie de tubo en el escape para detectar posibles fallos en el motor o de emisiones en este caso.
  3. Se acelerará en varias ocasiones a una intensidad alta, entre tres y cinco, para lograr el régimen máximo del motor.
  4. En cada una de ellas, lógicamente, el tubo medirá la gran cantidad de partículas que impiden el paso de la luz, y se valorará y comparará con los límites legales según lo establecido en la normativa.
  5. Por último, si la prueba es favorable, podrás marcharte con la inspección aprobada; de lo contrario, deberás reparar el proceso de combustión/control de emisiones y volver a pasar la ITV.

La prueba de gases de la ITV en gasolina

  1. Tal y como sucede en motores diésel, en gasolina también debe estar el motor a una temperatura óptima y el vehículo en general en buen estado, es decir, sin ruidos extraños o fugas.
  2. Se introducirá el tubo en el escape para comprobar posibles fallos.
  3. El técnico realizará la medición al ralentí y a revoluciones altas.
  4. Medirán el monóxido de carbono, hidrocarburos y el índice lambda.
  5. Los valores obtenidos se compararán con los límites de la normativa y se definirá si es apto o no apto para seguir circulando.

 

 

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