Corazón

DISPUTA FAMILIAR

La gran bronca de Isabel Pantoja

Jueves, 23 de febrero. Los huéspedes más famosos del hotel Sheraton de Santiago de Chile amanecen bien entrada la mañana. Ha sido una noche muy larga para toda la familia Pantoja. La víspera, la cantante había hecho vibrar a los 15.000 espectadores de Viña del Mar con un esperadísimo concierto que no decepcionó a nadie. América tenía ganas de Pantoja, y ella correspondía en igual medida entregándose en cuerpo y alma con una orquesta sinfónica de casi noventa músicos en el escenario. El show más complejo jamás mostrado en el prestigioso festival tuvo su recompensa. El espectáculo de Pantoja finalizó con la entrega de un galardón muy codiciado que hasta el momento solo se le había entregado a Luis Miguel: la Gaviota de Platino.

Isabel Pantoja en Viña del Mar 2017 (Gtres)

El ambiente no podía ser más eufórico en los respectivos cuartos de Isabel Pantoja, Agustín, Kiko Rivera, Isa Pantoja, Anabel… Todos se habían dormido con una sonrisa la noche de marras pero el despertar cambió de forma definitiva el rumbo de los acontecimientos de la gira americana. La matriarca citó a su familia a comer en el restaurante del hotel. Al menos, a los que tuvieran fuerzas para hacerlo.

Así, se fueron sumando a la mesa de Isabel Pantoja, Kiko Rivera y su representante, Isa y la amiga de la infancia a la que ha invitado al viaje, la fiel presidenta del club de fans Celeste y su acompañante y, por último, el maquillador de la artista. Todos comenzaron una relajada comida en la que la artista se mostraba exultante de felicidad. Una felicidad que se cortó de cuajo cuando su hija, Isa, puso sobre la mesa su plan inminente cuando desembarcaran en Perú unos días después con motivo del siguiente concierto. Ella había cerrado un reportaje exclusivo con la revista ‘Lecturas’ para posar en la tierra que la vio nacer y hablar de sus sentimientos al respecto.

La cantante Isabel Pantoja y su hija, Chabelita, en una imagen de archivo (Gtres)

Pantoja encajó de la peor manera la decisión ya tomada y cerrada por su hija sin consenso previo. Un derecho que ella, la madre, considera tener puesto que era ella y su actuación en Lima el motivo del viaje a Perú y ningún otro. Con razón o sin ella, lo cierto es que Isabel y su hija se enfrentaron en un dura discusión en la que no faltaron las palabras subidas de tono y los reproches de la progenitora, que pudieron ser escuchados incluso por los camareros que, asombrados, servían las mesas en medio de la gran bronca. Bronca de la que también estaban siendo espectadores involuntarios los comensales de la propia mesa. El remate de la discusión, con algún que otro adjetivo desagradable, fue cuando el tío Agustín Pantoja se unió a ella, quedando una vez más patente su desacuerdo con las decisiones tomadas por su sobrina, con la que bien es sabida su mala relación.

Aun así, nada cambió tras las diferentes posturas mostradas por madre e hija. Isa siguió adelante con su plan de convertirse en protagonista de un reportaje en su Perú natal, y Pantoja continuó con su gira arropada por los suyos, hija incluida. Nada como la familia para hacer borrón y cuenta nueva una y otra vez.

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