Meghan Markle, con la etiqueta del vestido colgando en su última aparición
El viaje oficial de los duques de Sussex por Oceanía está dando sus últimos coletazos. Tras visitar las islas de Australia, Nueva Zelanda y Fiji, la pareja ha aterrizado en Tonga, la última parada de su largo tour antes de regresar a casa. Todas las miradas estaban puestas en el avión que llevaba a la pareja hasta la isla y no solo por la curiosidad de su llegada, sino porque todo el mundo quería saber qué look había elegido Meghan Markle para aquel día. Si hace unos días se dejaba ver con un conjunto en blanco y poco después con un vestido boho de lo más favorecedor, en esta ocasión apostó por el color favorito de la reina Letizia, el rojo.
Un vestido del color de la pasión, de largo midi y con encaje en el pecho y cinturón de una de sus firmas británicas favoritas, Self-Portrait, que tan solo tuvo un fallo y es que en la falda asomaba la etiqueta de la prenda, que se movía con cada paso que daba Meghan.
Un error que le podría haber pasado a cualquiera pero que, en el caso de Meghan, tiene más repercusión dado que la duquesa tiene a una persona que le ayuda a vestirse y a elegir sus outfits. Un asistente que se encarga de que cada aparición pública sea perfecta, más teniendo en cuenta que, como pasa con el resto de royals durante su viaje oficial, los looks son los grandes protagonistas.
La pieza se encuentra a la venta en la web de la página de la firma por 450 euros, aunque en una versión diferente, ya que al tratarse de un evento de día Meghan prefirió cortar la falda para la rodilla, dándole un tono más fresco y propiciando que la etiqueta se asomara. En las redes sociales muchos se han preguntado por qué no la quitaron para evitar problemas y la respuesta es simple: se suelen dejar para poder hacer una devolución.