Más allá de la Reina Isabel: la mujer que ejerció de verdadera madre para Carlos III
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Carlos III nunca tuvo una relación ‘al uso’ con su madre. Para la Reina Isabel, la Corona siempre estuvo por encima del resto, lo cual le ocasionó a lo largo de su extensa vida más de un disgusto. En sus primeros años como princesa y, sobre todo, una vez que se convirtió en soberana en el año 1953, la monarca se esforzó en demostrar que su juventud no era un obstáculo para reinar con la suficiente madurez y templanza. Pero esto, como es lógico, pasó factura a otros ámbitos de su vida. Más allá de las cuestiones relacionadas con su matrimonio y el papel secundario que jugaba el príncipe Felipe -y sobre el que muchas veces se quejó-, lo cierto es que a sus hijos mayores en especial, el compromiso de Isabel II con la Corona afectó en sus primeros años de vida.
Siempre se ha dicho que el príncipe Andrés era el favorito de la Reina. No tanto por una cuestión de carácter o afinidad sino porque, en realidad, cuando el duque de York nació, la monarca estaba algo más ‘liberada’ y podía dedicarle más tiempo. No así cuando el actual rey y su hermana, la princesa Ana, vinieron al mundo. Ambos nacieron siendo Isabel todavía princesa, en un momento en el que no imaginaba que la muerte prematura de su padre la colocaría en el trono de manera precipitada, pero así fue. En febrero de 1952, la princesa Isabel se convertía en reina. Una princesa que, de no ser por la polémica abdicación de su tío, Eduardo VIII, nunca habría dejado su huella en la Historia y habría sido una royal de segunda fila más, como son hoy las princesas Beatriz y Eugenia.
El destino quiso que Isabel no solo ocupara el trono, sino que su reinado haya sido uno de los más memorables de la monarquía británica. Sin embargo, aunque como reina ha destacado sobre muchos de sus ancestros, como madre, al menos para algunos de sus hijos, ha tenido varias cuentas pendientes.
Carlos sigue rindiendo homenaje al legado de su madre y a todas las cosas que hizo a lo largo de sus más de 95 años de vida, pero, la realidad, es que la relación del actual monarca con sus padres no fue nunca especialmente sencilla. Varias fuentes apuntan a que en más de una ocasión, el entonces heredero percibió que su madre no estaba pendiente de él, pero no era algo que resultase extraño. La Reina tenía muchas obligaciones y, por este motivo, confiaba el cuidado de sus hijos a institutrices y niñeras, al igual que hacían las demás aristócratas. Sin embargo, aunque Carlos no podía contar con la atención constante de su madre, sí que había una figura que le dedicaba más tiempo y que, en parte, es la responsable del carácter que ha desarrollado el monarca.
Se trata de su abuela materna, la Reina Madre, Isabel Bowes-Lyon, uno de los personajes más destacados de la monarquía británica por muchos motivos. La Reina Madre fue para Carlos como una segunda madre, quizás la mujer más importante de su vida. Mientras que Isabel II estaba cumpliendo con sus compromisos oficiales, su madre era la que estaba pendiente de sus nietos mayores, sobre todo de Carlos, que era un niño tímido, sensible e inseguro. Prueba de esto es que no se sintió cómodo en el internado escocés de Gordonstoun y, por iniciativa de su abuela, recaló en Eton, donde también estudiaron sus hijos más adelante.
Aunque algunas fuentes aseguran que la Reina Madre fue una de las ‘manos de hierro’ contra la crisis provocada por Eduardo VIII y Wallis Simpson y que siempre se mostró muy dura con el ex rey y su esposa -por motivos obvios, como es lógico-, la realidad es que fue uno de los miembros más queridos por los británicos, a lo largo de sus 101 años de vida.
Su influjo no solo se hizo notar en su propia hija, la Reina Isabel, sino especialmente en Carlos. De hecho, aunque facilitó la relación entre su nieto y Camila Parker Bowles -siempre y cuando no afectara a la estabilidad de la Corona porque nunca pudo dejar atrás el fantasma del escándalo de la abdicación de Eduardo VIII-, ella fue la que más abogó por el hecho de que el heredero se casara con una Spencer. Esto se debe a que era amiga de la abuela de Diana de Gales y, es más, nunca quiso que la pareja se divorciara, sino que tratara de alcanzar un acuerdo provechoso para todos sin romper el matrimonio.
Además de la influencia de la Reina Madre, en los primeros años de Carlos tuvieron un papel destacado su niñera, Mabel Anderson, y su institutriz, Catherine Peebles. Ellas tres, junto al influjo posterior de Camila Parker Bowles son, en realidad, las mujeres que hay detrás de un monarca cuyo deseo es hacer las cosas de una manera diferente a su madre.