La vida nómada de Richard Gere y Alejandra Silva podría afectar a su matrimonio, según un terapeuta
Casados desde 2018, Richard Gere y Alejandra Silva han formado una familia con sus hijos Alexander y James
Tras un año instalados en España, la pareja finalmente volvió a Nueva York, ciudad en la que viven ahora
Richard Gere y Alejandra Silva han vivido en los últimos años una etapa llena de cambios. Lo que desde fuera podría parecer un proyecto emocionante -viajar entre dos países y combinar trabajo, familia y causas humanitarias- para ellos ha sido una dinámica exigente que obliga a reorganizar la vida familiar constantemente. En octubre de 2024 vendieron su mansión de Connecticut, un estado del noreste de Estados Unidos muy cercano a Nueva York, por 10,75 millones de dólares, unos diez millones de euros, y se mudaron a La Moraleja con la intención de asentarse en España. Sin embargo, el plan duró poco y, en menos de un año, la familia regresó a Nueva York.
Aun así, el intérprete sigue muy ligado a España. En diciembre estuvo en Murcia para encender el gran árbol de Navidad y colocar la primera piedra de un gimnasio terapéutico para pacientes pediátricos en el Hospital de la Arrixaca, financiado con un millón de euros por su fundación. Él mismo ha contado que una de las cosas que más disfrutaba de su vida madrileña eran las comidas de domingo para treinta y cinco personas, y no es un secreto que siempre se ha sentido especialmente a gusto en nuestro país.

Richard Gere y Alejandra Silva, en un acto de la organización Human Rights First. (Foto: Redes Sociales)
Sin embargo, esa conexión no ha sido suficiente para fijar su residencia aquí. Con el paso del tiempo, las obligaciones profesionales han terminado imponiéndose. El actor viaja constantemente a su país por rodajes, actos públicos y compromisos de The Gere Foundation. Alejandra, su mujer, le acompaña cuando puede, aunque la organización familiar es compleja: ella tiene a su hijo Albert, y juntos crían a Alexander, nacido en febrero de 2019, y a James, nacido en abril de 2020. Ambos niños nacieron en Estados Unidos y están plenamente adaptados a ese entorno. Además, Homer, el hijo mayor de Gere, vive también en Nueva York, un factor que confirma que, por ahora, la mayor parte de la vida familiar transcurre al otro lado del Atlántico.




Richard Gere y Alejandra Silva posan en el avión celebrando el Goya Internacional que el actor recibió. (Foto: Redes Sociales)
Para comprender qué impacto puede tener una vida repartida entre dos países, hablamos con el psicólogo Luis Guillén Plaza, general sanitario y especialista en terapia de pareja y sexualidad en PsicoPartner, quien explica por qué un estilo de vida tan cambiante puede generar tensiones y desgaste emocional, especialmente cuando hay niños pequeños.
Muchas mudanzas, menos raíces
Según Guillén Plaza, un estilo de vida marcado por mudanzas frecuentes provoca inevitablemente desgaste. Explica que «las mudanzas están clasificadas entre las experiencias más estresantes de la vida y pueden poner a prueba incluso a las relaciones más sólidas». No se trata solo de cambiar de casa, sino de rehacer rutinas, perder redes de apoyo y volver a empezar una y otra vez. Ese proceso, añade, suele generar «estrés acumulado, irritabilidad y fatiga emocional», tres factores que pueden desencadenar roces o incluso cierto distanciamiento si no se gestionan bien.
El especialista también señala que las parejas que pasan temporadas separadas, debido al trabajo o a los desplazamientos constantes, suelen enfrentarse a una dificultad añadida. En sus palabras, «la separación física frecuente supone perder los reforzadores positivos del día a día… y eso levanta una muralla entre ambos». Detalla que estos ciclos de separaciones y reencuentros requieren un esfuerzo emocional sostenido y que, con el tiempo, pueden resultar agotadores.




Alejandra Silva presta juramento al obtener la ciudadanía estadounidense en una ceremonia oficial. (Foto: Redes Sociales)
Otra cuestión relevante es el impacto del desarraigo. Cuando uno de los miembros vive lejos de su país, explica Guillén Plaza, aparecen sensaciones que pueden ir desde la nostalgia hasta la desconexión. «La persona siente que ha perdido sus referencias, su red social cercana y el sentido de pertenencia». señala. En el caso de una vida entre dos continentes, esta sensación puede intensificarse, sobre todo cuando hay niños y la pareja debe decidir dónde establecer su base.
Los hijos forman parte de esta ecuación emocional
Alexander y James han cambiado varias veces de país y de colegio en muy poco tiempo. Para el psicólogo, esto puede influir en su desarrollo: «mudar a los niños repetidamente de hogar y colegio puede llegar a ser traumático». Además, recuerda que la falta de un lugar fijo que puedan considerar su hogar «podría afectar la formación de su identidad».




Alejandra Silva y Richard Gere, junto a sus hijos, posan con sudaderas de Open Arms. (Foto: Redes Sociales)
Por último, Guillén Plaza advierte que vivir en constante adaptación desgasta tanto a nivel individual como de pareja. «Vivir siempre en adaptación desgasta nuestras reservas psicológicas», afirma, lo que aumenta el riesgo de cansancio emocional y desconexión.
¿La solución?
El experto no habla específicamente de Gere y Silva, pero sí deja claro que un estilo de vida tan móvil y exigente «puede erosionar una relación si no se gestiona con mucha atención». Su conclusión apunta a la importancia de cuidar la comunicación, mantener rutinas estables para los niños y atender tanto las necesidades de cada miembro como las de la pareja.