El dolor de la pérdida de Mila Ximénez se hace más profundo este domingo 23 de junio, cuando se cumplen tres años desde su triste fallecimiento. Conocida por su versatilidad como colaboradora televisiva, Mila dejó un legado significativo en el mundo mediático español antes de perder la vida en 2021 debido a un cáncer de pulmón.
Su partida dejó un vacío profundo entre aquellos que compartieron de cerca su trayectoria. Jorge Javier Vázquez, uno de sus cercanos compañeros, ha expresado en múltiples ocasiones el impacto que tuvo su ausencia. En una emotiva entrevista reciente, recordó: «Con la muerte de Mila, me hice mayor de golpe. Todo con ella era un juego, una fiesta. Tenerla era como sentirte eternamente joven. Tenía un espíritu dispuesto a todo.» Así se revelaba el carácter vivaz de la andaluza, cuya energía sigue resonando entre quienes la conocieron.
Pero la mayor pérdida fue para su hija, Alba Santana, de 40 años, quien quedó completamente devastada. Desde entonces, Alba ha optado por mantener un perfil bajo, alejada de la vida pública española. Su última aparición notable en el país fue en el funeral de su padre, Manolo Santana, en diciembre de 2021. Actualmente, Alba vive discretamente junto a su esposo, Aviv Miron, y sus dos hijos, Alexander y Victoria, de 17 y 11 años respectivamente.
Alba es la primogénita de Mila, nacida de su relación con el tenista. Se casaron en enero de 1983 en una ceremonia civil en Villalba. Sin embargo, su matrimonio terminó en enero de 1987, después de tres años juntos.
«Perdí el timón de mi vida»: el testimonio de Mila Ximénez sobre sus años oscuros
La vida de Ximénez fue un torbellino de altibajos, una montaña rusa emocional que la llevó de los brillos de Marbella a los oscuros callejones de la adversidad. Gracias a su relación con Santana, Mila se adentró en el glamoroso mundo de Marbella, frecuentando los locales más exclusivos. Sin embargo, detrás de las luces brillantes y las fiestas interminables, había una sombra que crecía.
El desenfreno de las noches marbellíes pronto cobró su precio en Mila. Ella misma admitió que esos años fueron una bacanal de excesos, donde el consumo de alcohol y drogas marcaba el ritmo de su vida. Los problemas económicos, agravados por sus malos hábitos, la llevaron al abismo más profundo: perdió la custodia de su hija Alba, un golpe devastador que la dejó a la deriva.
«Perdí el timón de mi vida», confesó Mila en un momento de sinceridad dolorosa durante su participación en Gran Hermano. «Vivía en casas temporales, pero ni siquiera recuerdo cómo llegué ni cómo salí de ellas», recordaba con la mirada perdida. «Me imaginaba vendiendo cualquier cosa en la Puerta del Sol: plata, pieles… Estaba tan desesperada que prácticamente vivía en un coche.», reveló, describiendo su lucha solitaria contra la adversidad.
Sin embargo, en medio de la oscuridad, un destello inesperado de luz llegó a su vida. Gracias a su participación en el programa Aquí Hay Tomate, Mila experimentó un renacer mediático. Desde entonces, Mila se convirtió en un pilar indispensable de la televisión española de las últimas dos décadas.