EL JUICIO FINAL

Toño Sanchís, el acusado consorte

Toño Sanchís
Toño Sanchís junto a su mujer Lorena Romero en imagen de archivo /Gtres

Las excepciones, dicen, confirman la regla y así parece que va a ocurrir en el juicio de Belén Esteban contra su ex representante Toño Sanchís. Es un juicio contra Toño, pero sin Toño. Será su mujer, Lorena Romero quien dé la cara este martes en los juzgados de Torrejón de Ardoz; es la única responsable ante el juez, por ahora.

Con él no va la cosa, al menos la demanda por reclamación de cantidad no va contra su persona. Belén Esteban solicita judicialmente 465.322 euros, por trabajos que realizó de la mano de Sanchís y que éste nunca le liquidó.

Pero él no se sentará en el banquillo de los acusados, ni será interrogado. Puede que ni siquiera entre en sala. No; él, no. Este no es un caso en el que, como en otros procedimientos judiciales mediáticos – Malaya, Blanqueo, Noos, Gürtel- la esposa aparece como cooperadora necesaria y resulta imputada, perdón, investigada. No es como una Pantoja, infanta Cristina o Ana Mato cualquiera. ‘Señoras de’ que delante del juez no saben, no contestan, no recuerdan, no les consta y, sobretodo, confiaban plenamente en sus maridos. Lorena es una excepción: ella es la que tendrá que dar explicaciones ante el juez, ella es a quien interrogan, ella es la responsable. Casada con el representante de artistas Toño Sanchís en septiembre de 2012, tras casi doce años de relación, es ella quien este martes se sienta en el banquillo.

Toño Sanchís

Toño Sanchís y Lorena Romero el día de su boda /Gtres

Su marido, no. Él se queda fuera, como cuando acompañaba a Belén a plató, esperando que acabara su intervención. En el juicio, es su mujer quien da la cara. Sé que resulta extraño porque los seguidores de la Esteban saben que quien la representaba, la acompañaba a platós, aeropuertos y estrenos; quien decidía sobre el no parar de ofertas que desde el 2007 a finales de 2015 le llegaban a Belén, quien gestionaba su carrera, su elevado caché y facturaba y cobraba por cada éxito obtenido, se llama Toño Sanchís. Lorena, mientras, se dedicaba amorosa y dignamente a su casa y su familia.

Pero resulta que un día ambos constituyeron Agencia de Servicios Lorant. Sí, Lorant como suena: con lor, de Lorena y ant, de Antonio. Muy romántico, sí, pero sobre el papel -negro sobre blanco- solo aparece el nombre de Lorena como administradora de la sociedad demandada y, por lo tanto, única responsable legal ahora ante el juez. Romanticismo puro.
Lorena nunca supo realmente qué pasó con los 372.000 que de un día para otro su marido transfirió a su representada cuando todo estalló. El 1 de diciembre de 2015 Belén declara públicamente que ha roto profesionalmente con su representante, tras comprobar vía auditoría que Toño no le había liquidado una gran parte de los trabajos realizados. Una reclamación de Hacienda de unos 500.000 euros, en julio de ese mismo año, que ella no esperaba, fue lo que le alertó de que algo no encajaba: había trabajado mucho y faltaba dinero.

Toño Sanchís

Belén Esteban junto a su exrepresentante Toño Sanchís /Gtres

Su representante y ‘hermano’, el hombre que manejaba en cierta manera su vida y en quien había depositado toda su confianza, sostenía que todo estaba en orden y que ‘ no pasaba nada, ¿vale?’. Llamadas, correos electrónicos y cruce de conversaciones que no llegaban a ningún lado y Hacienda pisándole los talones a ella; a él, no. El último intento lo hizo Belén con una llamada desde Londres, donde pasaba el puente de noviembre de 2015. La Esteban estaba muy preocupada y con razón. Toño volvió a negarlo todo, según relata ella. Sin embargo, a la vida de Belén había llegado otro hombre, Miguel Marcos, un técnico en ambulancias que moría por sus huesos y que la apoyó sin condición. Auditoría, cambio de gestores, no renovar con Toño y abogados para defender sus derechos.

El ‘caballero enamorado’ de Lorant, se hizo con la carrera de la imparable Esteban cuando ella terminó en 2007 con otro ‘grande’, Amador Mohedano, y después de casi diez años bregando entre despachos y bambalinas, consiguió dominar la puesta en escena televisiva. Ahora, mientras su mujer afronta este juicio, él juega al despiste en los medios y niega la mayor. Nadie está obligado a declarar en su contra, pero su agresividad verbal cuando aborda el judicializado asunto, le delata. ¿Será que no tiene argumentos?

Toño Sanchís

Toño Sanchís el día en que dio el ‘sí, quiero’ a su mujer Lorena Romero /Gtres

La esposa de Toño Sanchís, que en un principio quiso apoyar a Belén con documentación que su marido le había negado, afronta ella solita el ‘marrón’. En la audiencia previa celebrada anterior al juicio, Lorena se quebró, no supo contestar. Probablemente ella sí que no sabía, oiga, sí que no conocía, y terminó llorando. La juez decidió entonces el embargo preventivo de la casa que el matrimonio posee a las afueras de Madrid. Para no pasar ‘nada’, la cosa se ponía fea para el matrimonio. Él me negó con grosería pata negra que hubieran intentado sin éxito un acuerdo, pero sé que no dijo la verdad.

Ya no hay marcha atrás y el juez escuchará, en una única sesión, los informes de las partes, la declaración de Lorena y a los testigos – entre los que se incluyen peritos caligráficos por las dudas sobre una apertura de cuenta bancaria con una supuesta firma de Belén Esteban. Muy romántico, también. ¿Y Toño? Bien, gracias. Atrincherado en su papel de acusado consorte. Muy pendientes de lo que ocurra y, sin duda, la última palabra, solo la tiene el juez.

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