Las 7 claves del legado personal de Paquirri que Isabel Pantoja se niega a entregar
¿Por qué Isabel Pantoja se niega a entregar los vestidos y otros enseres personales de toreo que el diestro legó a sus tres hijos? ¿Cuáles son su motivos? ¿Hay alguna ley que le ampare para proceder así? ¿Hay verdades y mentiras? Repasamos las claves de un legado nunca entregado y sus protagonistas: una viuda, Isabel Pantoja, casada en segundas nupcias con Francisco Rivera ‘Paquirri’; una exmujer, Carmen Ordóñez, que defendió desde el principio la herencia de sus hijos; y unos hijos que han crecido añorando a su padre, entre la lucha por conseguir lo que él les dejó y con la esperanza de que algún día, la cantante cumpla su última voluntad.
Isabel Pantoja Martín, viuda de Francisco Rivera Paquirri, firmó en septiembre de 1987 el acuerdo particional de la herencia de su marido junto a los otros siete herederos: los tres hijos del diestro, representados por defensores judiciales, el padre de Paquirri y sus tres hermanos, José, Teresa y Antonio.
Su marido le dejó un tercio de su herencia, pero solo en usufructo. Tras tres años de pugna, la cantante consigue acordar con el resto de los herederos la venta de su usufructo por un importante paquete de acciones de Cantora S.A. que la convertían en ese momento en legitima propietaria del 52, 40 por ciento de la finca de su marido, bautizada con el mismo nombre. El 47,60 por ciento restante sería para Kiko Rivera Pantoja, el único hijo que la cantante tuvo con el diestro. De no haber firmado in extremis, horas antes de que venciera el plazo legal para el reparto, hubieran ido a juicio.
Isabel Pantoja incumple
Adjudicados todos los bienes conocidos, tanto fincas como dinero en metálico en España y de una cuenta de Nueva York, así como la parte correspondiente en deudas, la herencia de Paquirri incluía una serie de objetos personales, clasificados como Bienes Muebles en un documento anexo al cuaderno particional. Todos ellos se adjudicaron en diferentes lotes a los hijos, los hermanos y a la viuda: armas, alhajas, relojes, plumas y bolígrafos, monedas, medallas e insignias, ropa y utensilios de toreo, capilla portátil, cabezas de toro, capotes y muletas, aperos y muebles, además de un armario y una calculadora, propiedad de Carmen Ordóñez.
Depositaria
Depositaria de todos estos bienes muebles, ya que se encontraban en la finca Cantora, donde el desparecido diestro pasaba gran parte de su día a día, no existe ningún motivo conocido por el que la artista, decidiera no entregar este legado personal de su marido, a excepción de las alhajas, repartidas el día de la partición en tres sobres blancos que ella misma ordenó guardar en una sucursal de un banco de Sevilla, tras acceder al contenido de la caja fuerte de su marido en la finca Cantora. Pantoja, no solo incumple la voluntad de su marido a este respecto, sino que falta a su compromiso tras firmar y rubricar el reparto y adjudicación, en el mismo acuerdo por el que consiguió ser propietaria del 52,40 por ciento de Cantora.
Los Rivera Ordóñez demandan
Ante la negativa de Isabel Pantoja de entregar voluntariamente lo que los hermanos Rivera Ordóñez, ambos toreros como su padre, llaman “las cosas de papá” y que les corresponden personal y legalmente, la familia no ve otra opción que acudir a los juzgados. Esperaron tres años antes de actuar y en 1990, siendo aun menores Francisco y Cayetano, su madre, Carmen Ordóñez, acude a los juzgados de Sevilla e interpone una demanda en reclamación de sus cosas y las de sus niños. Sin embargo, al haber sido excluida expresamente por el propio Paquirri en su testamento – al igual que Isabel Pantoja- de la administración de los bienes que heredaran sus respectivos hijos, Carmen no puede actuar en representación de ellos, y así se lo indicó el juez.
Pantoja, condenada
Ordóñez siguió adelante con su personal reclamación judicial interpuesta en Sevilla contra Isabel Pantoja, y en paralelo se presenta en Madrid, concretamente en los juzgados de Alcobendas, otra demanda, esta vez encabezada por los propios Francisco y Cayetano, representado por su abuelo Antonio Ordóñez, por ser aún menor, demandando a la cantante sus pertenencias. Isabel Pantoja se encuentra, pues, con dos demandas en los juzgados.
En marzo de 1991, Isabel Pantoja es condenada en firme a entregar a Carmen Ordóñez el armario y la calculadora reclamados y que nunca tuvo a bien entregarle. Conocido el fallo de la sentencia, su abogado, acompañado de procurador y funcionario judicial se personan en Cantora para iniciar el procedimiento de entrega de las pertenencias. La artista, declarada depositaria de esos enseres en litigio, presenta posteriormente un escrito ante el juzgado de Sevilla que llevaba el caso, alegando un robo en el cortijo de Cantora, del que no se aporta denuncia. Isabel Pantoja volvía a decir no.
Francisco y Cayetano ganan; Pantoja recurre
La demanda interpuesta por Francisco y Cayetano siguió su curso y en mayo de 1994, el Juzgado número 2 de los de Alcobendas reconoce el derecho de propiedad de los enseres personales y de toreo que detallan y condena a Isabel Pantoja a entregarlos a los demandantes, que no son otros que los hijos mayores de su marido. Segunda condena, pero Isabel Pantoja, lejos de replantearse la situación y entregar lo que no es legítimamente suyo a sus verdaderos dueños, recurre la sentencia. Vuelve a decir no.
Estiman el recurso de Isabel
La artista presenta un recurso ante la Audiencia Provincial de Madrid alegando la excepción jurídica de litisconsorcio pasivo necesario. ¿Qué significa? El tribunal estima la pretensión de la cantante y señala que para conseguir el cumplimiento íntegro de dicha partición es necesario sean llamados al procedimiento todos los interesados en el reparto. Es decir, para que Francisco y Cayetano Rivera Ordóñez pudieran demandar a Pantoja por su enseres tendrían que demandar también al resto de herederos: a su abuelo Rivera, a sus tres tíos y a su propio hermano Kiko. La sentencia judicial les planteaba algo impensable. No demandarían a ningún Rivera. Ellos también eran afectados. Los hermanos seguirían sin sus cosas. No conseguían nada. Isabel volvía a decir no y ganaba tiempo, por lo menos, hasta ahora. Diciembre 2020. Tras revelar públicamente Kiko Rivera que las cosas de sus hermanos seguían en Cantora, decidieron enviar la pasada semana un requerimiento notarial a la cantante con una nueva reclamación.
Verdades y mentiras
Según se han ido conociendo los hechos y con la confirmación del recurso de apelación, desconocido hasta este viernes y que reveló el programa ‘Sálvame’, interpuesto por Isabel Pantoja contra la sentencia condenatoria de 1994, que ganaron los hermanos Rivera Ordóñez en Primera Instancia, la única verdad y realidad es que la artista no ha cumplido la voluntad de su marido ni ha respetado el acuerdo particional que ella misma firmó y al que se comprometió en 1987. Judicialmente, los Rivera desistieron. No se trataba de demandar a su propia familia. Solo de que Pantoja cumpliera. La artista está obligada legalmente desde hace 33 años.
Se ha dicho que Francisco Rivera ha mentido. Cuando el diestro dijo en un programa de televisión que Isabel se negó a entregarles las cosas, decía la verdad. Cuando dijo que su madre llevó a juicio a la cantante y la ganó, también; y cuando explicó que, al presentarse en Cantora para recoger las cosas, alegaron un robo, también. Otra cosa es que su abogado, Joaquín Moeckel, se precipitara y hablara de sentencia firme antes de conocer a fondo el caso, que ha tomado recientemente. Se equivocó. ¿La supuesta mentira de Rivera es referirse a todas las cosas? Ese día se podían reclamar solo las de su madre, avaladas en sentencia judicial firme; las suyas y las de su hermano, que también estaban allí – confirmado por el propio Kiko Rivera en recientes declaraciones- no podían aún, según Pantoja. Se equivoca. Su obligación nace en el momento de firmar el reparto, no llega con la sentencia de un juez. Es cierto que Francisco se refiere a todas las cosas, ¿pero también es cierto que Isabel seguía ese día sin entregárselas ni a su hermano ni a él? Todas las cosas: ni las de su madre ni las de ellos. El reparto de la herencia de su padre obligaba ya entonces a Isabel, pero Fran y Cayetano, tendrían que esperar a que un juez lo dijera. El mundo al revés. Algunos llaman a esa declaración mentira. Y llegó el día en el que un juez les dio la razón a ellos, pero Isabel no les dio nada. Recurrió. Se lo estimaron. La sentencia no entra en el fondo- lo señala textualmente-, no anula el derecho de propiedad de los hijos mayores de Paquirri. Les indica que, para continuar, tienen que demandar a la familia Rivera. Desistieron. Pantoja no ganó nada en realidad. Solo tiempo. Todo el que lleva sin entregar las legitimas pertenencias a los hijos de su marido y Carmen Ordóñez.