Una Barbie, ocho bisnietos y el distanciamiento familiar: diez años de la Casa de Alba sin Cayetana

El 20 de noviembre de 2014, la duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart, fallecía en el Palacio de Dueñas, dejando un vacío profundo no solo en la familia, sino también en la sociedad española, donde su figura representaba el arquetipo de la aristocracia. A diez años de su muerte, la Casa de Alba sigue marcada por un legado complicado, tanto por la magnitud de su patrimonio como por los conflictos familiares que surgieron tras su partida. Así, este aniversario, a la espera de reacciones, se convierte en un momento de reflexión sobre el impacto de su ausencia, especialmente en sus hijos, nietos y bisnietos, y las tensiones que se han ido consolidando en el tiempo.

Uno de los aspectos más llamativos de estos años sin Cayetana ha sido el distanciamiento familiar. La duquesa de Alba, siempre considerada como la matriarca que mantenía unida a su familia, dejó tras su muerte un vacío difícil de llenar. La disputa por el control del patrimonio familiar y el manejo de los títulos nobiliarios generó fricciones entre sus hijos, en especial entre Carlos, el actual Duque de Alba, y su hermano Cayetano Martínez de Irujo. Si bien Cayetano había estado muy involucrado en la promoción de la marca Casa de Alba, especialmente en la comercialización de productos como el aceite de oliva, su relación con Carlos se deterioró después de la muerte de su madre​. Y lo mismo ocurrió con Eugenia Martínez de Irujo debido a un préstamo de tres millones de euros que Cayetano habría pedido a través de una sociedad que tiene con sus hermanos, según Paloma Barrientos.

Por otro lado, la figura de Alfonso Díez, el viudo de Cayetana, ha permanecido en un segundo plano, fiel a la discreción que siempre mostró durante su matrimonio. Sin embargo, su relación con la familia Alba ha sido fría en los últimos años, a pesar de que la duquesa le dejó ciertos arreglos para que pudiera vivir cómodamente. El distanciamiento de los hijos de Cayetana Fitz-James Stuart hacia Alfonso Díez fue evidente tras la muerte de duquesa​. De hecho, con el único con quien mantendría una relación cercana, a juzgar por las veces que ambos se han dejado ver juntos, es con Cayetano Martínez de Irujo.

Durante los años que compartió con Alfonso Díez, cabe destacar aquí, Cayetana de Alba vivió una etapa de gran felicidad, algo que contradecía las predicciones de muchos que anticipaban problemas, tanto personales como familiares, debido a la diferencia de edad entre ambos protagonistas. Lejos de los rumores, su matrimonio con Díez se mantuvo estable y sin controversias, incluido el tema de la herencia. Tras la muerte de la duquesa, Alfonso no generó, al menos que se conozcan, conflictos en torno al legado de la aristócrata.

Momentos de alegría: bodas y nacimientos tras la muerte de Cayetana

Aunque la Casa de Alba ha estado marcada por conflictos familiares en la última década, también ha habido momentos de alegría que han traído luz a la familia, especialmente a través de bodas y nacimientos. Estos eventos, aunque a menudo han pasado desapercibidos en medio de la atención mediática por las disputas internas, han sido fundamentales para mantener vivo el legado de la duquesa Cayetana de Alba.

Uno de los momentos más destacados para la familia fue el matrimonio de Fernando Fitz-James Stuart, el futuro Duque de Alba y primer bisnieto de Cayetana, con Sofía Palazuelo, en 2018. La ceremonia fue un evento de gran embergadura al que poco después la pareja puso el broche de oro con el nacimiento de su primera hija, María del Rosario, en 2019. En enero de 2023, Fernando y Sofía dieron la bienvenida al mundo a su segunda hija en común, Sofía, en honor a su progenitora.

Una Barbie en honor a Cayetana: el legado convertido en icono

Entre las curiosidades que han mantenido vivo el recuerdo de la duquesa de Alba en estos diez años destaca una singular creación: una Barbie inspirada en ella. Esta muñeca, presentada en 2019 como parte de una exposición en Sevilla, rinde homenaje a la icónica figura de Cayetana Fitz-James Stuart. Vestida con un traje que recuerda su amor por la moda y la cultura española, y con detalles como perlas y flores que evocan su estilo inconfundible, la Barbie se convirtió en una representación única de la duquesa. Este gesto no solo reafirma su estatus como símbolo de la aristocracia española, sino también como una figura cultural trascendente.

La exposición en la que apareció esta Barbie fue un éxito, destacando su impacto en el imaginario popular, donde Cayetana sigue siendo recordada como una mujer adelantada a su tiempo, llena de personalidad y carisma. Esta curiosa pieza de colección es un reflejo de cómo el legado de la duquesa se ha materializado de formas inesperadas, conectando con públicos más allá del ámbito tradicional de la aristocracia.