El Real Madrid jugó ante el Levante al ritmo impuesto por Luka Modric. A sus 35 años, el croata vive su segunda juventud y recuerda a su mejor versión. Fue determinante y el guía absoluto de los blancos en el centro del campo, dándole una gran fluidez al juego del equipo. Los de Zidane sometieron durante casi una hora a los granotas, justo el tiempo que le duró la gasolina al mediocentro.
Sin Kroos y acompañado por Valverde en el centro del campo, Modric repetía de inicio tras ser uno de los mejores de los blancos ante el Valladolid. De nuevo se hizo con el dominio absoluto del balón y del juego del conjunto madridista, dando un recital durante los 55 minutos en los que los de Zidane fueron superiores.
Los mejores minutos de los madridistas coincidieron con los mejores de Modric, que se asociaba constantemente con Vinicius y Benzema para que liderasen los ataques de los blancos. El croata fue el jefe de la orquesta y de sus botas salían las jugadas más prometedoras de los madridistas, aunque no terminaban de ejecutarse con acierto. Llegó a asistir también a Sergio Ramos, en un lanzamiento de falta que el capitán mandó al fondo de la red, pero que fue anulado por un milimétrico fuera de juego.
La falta de contundencia del Madrid, junto al acierto del Levante con los cambios, provocó que una vez se quedó sin fuerzas, el equipo lo acusase en exceso. Modric desapareció a partir de la hora de partido y los granotas comenzaron a superar en el medio a los madridistas, quitándoles el dominio de la pelota y encerrándoles atrás, lo que llevó a una nueva exhibición de Courtois.
Ante la explosión de Valverde y la llegada de Ödegaard que amenazan con sentarle, Modric se rebela y vuelve a sacar su mejor nivel. El croata sigue empeñado en demostrar que aún le queda mucho que dar a este Real Madrid y que no será fácil dejarle en el banquillo. Modric vive una segunda juventud que le lleva a seguir siendo el timón del conjunto que dirige Zidane.