El Bernabéu llora a Benzema
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Karim Benzema se despidió del Bernabéu en una tarde triste. Se va una leyenda y deja un vacío en la camiseta número 9 del Real Madrid que no será fácil de llenar. El francés, después de 14 años de blanco, jugó su último partido como madridista y lo abrochó con un gol de penalti. No le sirvió al equipo de Ancelotti, de vacaciones desde el naufragio del Etihad, para ganar a un combativo Athletic que se adelantó en el marcador e incluso falló un penalti.
Era una tarde triste en el Bernabéu. Todas las despedidas lo son. Y, como dicen en los entierros, siempre se van los mejores. Y Benzema lo ha sido. Puede que aún lo sea, pero tenía doscientos millones de razones para irse a Arabia. Que son razones, vive Dios. Era una tarde triste en el Bernabéu, digo, porque Karim deja un socavón en la delantera del Real Madrid que parece un agujero negro. Y seguro que vendrá otro pero no será Karim, porque Karim no hay más que uno.
El madridismo, aún en estado de shock por la decisión de Benzema, intentó ahogar las lágrimas y despedir a su 9 entre vítores. Los mismos que tantas veces le silbaron en sus partidos canallas, se rendían a la perspectiva de una carrera imponente, inesperada para el propio Karim en día que Florentino Pérez llamó a su puerta. Llamó en sentido literal de la expresión.
Además de Karim se despedían también del Bernabéu dos bultos sospechosos, Mariano y Hazard, y un jugador que pudo ser rey pero ni supo ni quiso entender el juego de tronos de jugar en el Real Madrid: Marco Asensio. Ancelotti no le dio la camiseta de titular a ninguno de los tres. Los dos primeros porque no se la merecen, Asensio puede que por la decepción del técnico italiano por perderle o por decisión propia del futbolista.
Sí jugaban, para no seguir disertando, estos once: Courtois; Carvajal, Militao, Nacho, Rüdiger; Camavinga, Kroos, Ceballos; Vinicius, Rodrygo y Benzema. Enfrente un Athletic que aspiraba al modesto premio de la Conference en una temporada en la que el equipo de Valverde ha ido de más a menos como las expectativas electorales del PSOE.
A eso de las seis y media arrancó el fútbol en el Bernabéu. Real Madrid y Athletic salieron valientes y dispuestos a divertirse. Ritmo, presión, carreras… una pura fiesta de fin de curso. El descaro visitante sorprendió a los de Ancelotti, apurados para sacar la pelota ante la asfixiante presión alta del equipo rojiblanco.
Courtois y el tonto-penalti
En pleno intercambio de golpes al Athletic le pitaron un inexplicable penalti por una mano de Kroos difícil de explicar. Baste decir que el alemán estaba de espaldas y que era imposible que viera cómo la pelota le golpeaba en su brazo derecho. El penalti lo ejecutó Vesga con violencia, pero se tomó con el inconmensurable Courtois. El meta del Real Madrid desvió el lanzamiento del jugador del Athletic con las dos manos en un paradón antológico, memorable. En un paradón muy de Courtois.
La mano de Courtois meció el juego del Real Madrid. Espabilaron los blancos que recuperaron el balón pero no lograban inquietar a un Athletic siempre bien colocado. Fue Vinicius en el 23 el primero que probó a Unai Simón tras una acción individual en el pico del área. La respuesta del internacional español fue meter una dura mano abajo.
Toque a toque, sin prisa ni pausa, el Real Madrid fue encerrando al Athletic en torno a su área. Unai Simón empezaba a salir mucho en plano. Como Courtois, que se lució a la media hora al desviar a córner un zurdazo venenoso de Yuri. Luego el bullicioso Nico Williams no sobrevivió a una incursión en el área que dejó lastradas las caderas de Carvajal y Militao.
En los minutos finales de la primera mitad el juego languideció todavía más. Dominó el Madrid y replegó el Athletic pero sólo inquietó el área en sendas acciones individuales de un Rodrygo siempre ratonero en el área y en un cabezazo forzado de Carvajal justo al filo del descanso. Al vestuario nos fuimos con el 0-0 inicial y las ganas por parte del personal de disfrutar en la segunda parte o de abreviar el trámite para llegar a cenar a casa a una hora decente.
El último gol de Karim
En el inicio de la segunda parte salió a calentar Asensio, recibido por el Bernabéu con tímidos aplausos de indiferencia. Volvió a apretar el Athletic de salida como en la primera parte. Y tanto apretó que le sirvió a De Marcos para robar un balón a un dormido Ceballos y generar la jugada que acabó en el 0-1. lo marcó Sancet, que tuvo que fusilar dos veces a Courtois en el área pequeña para batirle ante la pasividad de Camavinga.
El gol espoleó al Athletic que apretó a un Real Madrid ya embarcando para Ibiza. Iñaki Williams pudo y debió marcar el 0-2 en un mano a mano ante Courtois. El meta del Real Madrid se agigantó y sacó un pie maravilloso para evitarlo. Ancelotti, enfadado como una mona, quitó de golpe a Ceballos y a Camavinga para meter a Asensio y Tchouaméni. El Madrid necesitaba un punto de agitación y puede que también de vergüenza torera.
El vértigo lo puso Vinicius, que se picó con el colegiado por un penalti que no le señalaron tras un empujón clamoroso de Vivian con los dos brazos. Pero al Madrid con Vini no le bastaba. El equipo seguía añorando a un Benzema de cuerpo presente como tantas veces esta temporada. Tuvo que ser de penalti, cometido por un manotazo de Yuri a Militao, como Karim lograra su último gol en el Real Madrid. Ejecutó Benzema la pena máxima con sutileza y por el centro como corolario a una carrera memorable.
Y Ancelotti le sustituyó por Modric. El Bernabéu despidió a Benzema con una ovación merecida y él lo agradeció sin soltar una lágrima, con la frialdad de un genio que siempre se expresó mejor con la pelota que con la palabra, con los pies que con la sonrisa.
Vinicius quería brindarle la remontada a Benzema. Logró un golazo de bandera pero el colegiado lo anuló por fuera de juego y el VAR lo ratificó. Al Real Madrid no le quedaban demasiados intentos para ganar al Athletic y sólo el brasileño parecía interesado en la empresa. Hasta Rodrygo malogró un gol servido en bandeja por Vinicius en el 88. Era más fácil fallarla que meterla, así que al final acabó pasando lo más previsible: que el marcador no se movió y el partido concluyó con el 1-1 que sí le sirve ni al Madrid para lograr el premio de consolación del segundo puesto pero no al Athletic para meterse en la Conference.
Por cierto, en el 90 Ancelotti tuvo el detalle de quitar a Marco Asensio para que le aplaudiera el Bernabéu. Lo hizo el madridismo y el balear se marchó tragándose las lágrimas porque Asensio sí que es de emocionarse. A pesar de sus intermitencias el Real Madrid le va a echar de menos.