Es una obviedad que Kylian Mbappé no está cómodo. El delantero del Real Madrid, con la máscara que le protege de su fractura nasal, es otro con ella que sin ella. Ante Polonia anotó de penalti, sí, pero reconoció no estar a gusto. Y fue más de lo mismo en estos octavos de final ante Bélgica, que fue de más a menos en un partido donde Francia obtuvo el billete a los cuartos de final con un gol de Vertonghen en propia puerta. Los galos necesitan a Mbappé, pero Mbappé lo que necesita es jugar sin máscara. Algo incompatible con su lesión de nariz.
Kylian Mbappé llegaba a este partido con ganas. La selección francesa recibió importantes -a la par que numerosas- críticas por la fase de grupos realizada en la que quedaron, contra todo pronóstico, en segunda posición por detrás de Austria. Esto les hizo ir por el lado de la muerte en el cuadro de la Eurocopa. La gran favorita dejaba dudas tras haber anotado tan sólo dos goles. Uno en propia meta y otro de penalti.
En este primer día de julio, Mbappé estaba de celebración por convertirse a todos los efectos en jugador del Real Madrid. Parecía que este día nunca iba a llegar. También sonaba raro que el francés es jugador blanco, pero así es. El ex del PSG (ya de manera oficialísima) estaba con ganas de demostrar. Y lo hacía estrenando también máscara nueva. La que utilizó ante Holanda no le pareció gustar. Y diseñaron una nueva para él.
Y pasadas las 18:00 sobre el Esprit Arena de Düsseldorf el partido daba comienzo. Y lo hacía con una Francia dominadora. Y con un Kylian Mbappé ultra motivado y pidiendo todos y cada uno de los balones. Todo el peligro estaba en sus botas. La pedía al espacio, al pie, en corto o en largo y Castagne ya no sabía qué hacer para pararle, pero la realidad es que el capitán galo tampoco conseguía ventaja en sus acciones. Pero claro, había que tener los cinco sentidos puestos en él porque al mínimo despiste no iba a perdonar. Como de costumbre.
Ya lo dijo el de Bondy en rueda de prensa previa al choque: «Esperemos que sea Francia la que se levante. No hay que buscar excusas. No hemos hecho una fase de grupos de alto nivel». Y en la primera mitad se levantaron, dieron un paso al frente, pero Bélgica no se iba a amedrentar tan fácilmente. Al descanso se fueron con empate a cero, con un claro dominio de Francia pero sin ocasiones claras más allá de dos disparos a las nubes de Tchouaméni.
Un Mbappé desaparecido
En la reanudación, Francia siguió el mismo guión que en la primera. Claro dominio, pero sin éxito. De hecho, todo el protagonismo se lo llevó Tchouaméni, que tuvo hasta cuatro disparos a las nubes. Sí, cuatro ocasiones de gol desaprovechadas. Porque Mbappé, la verdad que se escondió tras su máscara en el inicio de los segundos 45 minutos. Pero Bélgica no le podía quitar el ojo al mejor (o uno de los mejores) jugadores de este planeta.
Pero obviamente Mbappé iba a tener sus ocasiones. Es un animal del área. Y en el minuto 78, con el 0-0 en el marcador y con la prórroga ya a la vuelta de la esquina, el ’10’ rozó un golazo por toda la escuadra, pero el balón salió ligeramente por fuera. Bélgica se salvaba.
Pero en el minuto 84 llegaba el gol de Francia. De rebote, en propia puerta. El tercero del equipo galo en la Eurocopa y el segundo sin que fuese de alguno de sus jugadores. Kolo Muani centró y el balón tocó en Vertonghen. Castells no pudo hacer nada porque ya estaba en el suelo. La campeona del mundo en 2018 pasaba a los cuartos de final de este torneo sin convencer y con un Kylian Mbappé visiblemente incómodo con su máscara.