El 26 de octubre de 2024 fue el día más complicado de Ancelotti como entrenador del Real Madrid en esta segunda etapa. No lo decimos nosotros, lo reconoció el propio técnico italiano antes de finalizar el año, cuando se le hicieron las típicas preguntas de balance. La realidad es que ese día marcó el inicio de una semana que fue un torbellino de acontecimientos, algunos desagradables y difíciles de digerir para el conjunto blanco.
El Real Madrid vivió lo que se podría considerar una semana trágica. Primero, recibió una goleada humillante contra el Barcelona en el Santiago Bernabéu, y unos días después, fue derrotado por el Milan en Champions League por un contundente 1-3. Sí, un 1-7 entre estos dos partidos, un golpe tan fuerte que hizo a los madridistas tocar fondo y afrontar la situación con urgencia, aunque para ello tuvieran que decir cosas que nunca antes se habían dicho.
El paso al frente de Bellingham
Jude Bellingham fue uno de los pocos que dio un paso al frente en esos días difíciles. El inglés no dudó en expresar lo que pensaba, incluso a sus compañeros. Por ejemplo, les hizo saber a Vinicius y Mbappé que debían cambiar su enfoque del juego, mostrando más sacrificio a la hora de presionar sin balón. También señaló un individualismo que no beneficiaba al equipo en su conjunto.
El momento de Ancelotti
Ancelotti también atravesó días complicados. Nunca antes había sido tan cuestionado. El italiano asegura que nunca sintió que enfrentaba una «final», pero si no hubiera conseguido ganar a Osasuna en el Bernabéu al final de esa semana trágica, posiblemente estaríamos hablando de una situación muy diferente en el Real Madrid, con Carletto fuera del club.
El sistema táctico utilizado por Ancelotti, ese 4-4-2 que nunca terminó de entender del todo el vestuario, estaba en tela de juicio. Fue duramente criticado. Y, en ciertos momentos, el italiano se vio superado por una situación para la que no tenía una solución clara. Todo parecía ir a la deriva. Pero, como es típico del Real Madrid, de repente todo se ordenó.
Un orgullo tocado
Los jugadores asumieron su parte de culpa, y su orgullo se vio tocado. Una de las cosas que más molestó dentro del vestuario fueron los datos que indicaban que el Real Madrid era el equipo que menos corría tanto en La Liga como en Champions League. También, se destacó que Vinicius y Mbappé eran los futbolistas que más «paseaban» por el campo en el campeonato nacional. Esto incomodó a un grupo de campeones heridos, que supieron reaccionar, primero por ellos mismos y luego por Ancelotti, el hombre que siempre les ha respaldado.
La semana trágica que comenzó con la goleada del Barcelona en el Bernabéu terminó con una victoria convincente en el mismo escenario ante Osasuna. No era lo mismo, pero desde el vestuario madridista se reconoce que ese triunfo ante los navarros fue un punto de inflexión. A partir de ese momento, la «máquina madridista» empezó a engranarse, aunque con algunos momentos delicados, como las derrotas en Liverpool o en San Mamés, pero siempre con un crecimiento constante.
Ancelotti, con trabajo y el apoyo de su cuerpo técnico, logró encontrar el camino perdido. Bellingham regresó a su posición y los números hablan por sí solos. Mbappé comenzó a crecer y a ser ese jugador decisivo que siempre fue en el PSG y en Francia. Vinicius también ha ido a más y, sobre todo, la defensa, en bloque, ha comenzado a funcionar. En definitiva, a partir de esa goleada, de la que este domingo se cumplirán 78 días, el Real Madrid tocó fondo para luego despegar, recuperando el nivel y el espíritu de equipo que siempre ha caracterizado al club. Hoy, los blancos son nuevamente un equipo que aspira a todo.
