Copa del Rey: Real Madrid - Barcelona

El Barça asalta el Bernabéu

El Barcelona asaltó el Bernabéu y pegó una buena mordida a la Copa. Como en los tiempos de Negreira. Un gol de carambola, que anotó Militao en su portería, dio el triunfo al equipo de Xavi, que colocó el autobús por delante de Ter Stegen y regaló la pelota al Real Madrid. Los azulgrana cuidaron el 0-1 con esfuerzo, sacrificio y tesón. Jugaron como un equipo pequeño y renegaron del balón como si quemara, pero se llevaron un botín gigantesco ante un Madrid atascado y falto de ideas. En un mes el Camp Nou verá el desenlace de la semifinal de Copa.

Estadio Santiago Bernabéu, Madrid. El Clásico, capítulo III. Esta vez pintaba en Copa. Y de balón, como las que les gustan a Tito Berni y sus compinches. Y con bajas. Ancelotti, acostumbrado a remendar su defensa sin Alaba ni Mendy con los parches de Rüdiger y Nacho que molan como los de una chupa ochentera. Xavi, sin Pedri, ni Dembélé ni Lewandowski, se presentaba en el Bernabéu como si fuera a cazar elefantes con una escopeta sin balas.

Ancelotti sólo se guardaba una sorpresa en el forro de su chaleco de lana: Camavinga por Tchouaméni. El resto era el equipo previsible en el Real Madrid: Courtois; Carvajal, Rüdiger, Militao, Nacho; Camavinga, Kroos, Modric; Valverde, Vinicius y Benzema. Xavi resolvía el sudoku de sus ausencias con una alineación más blindada que Pedro Sánchez en el Falcon. La baja de última hora de Christensen la cubría Marcos Alonso como central, mientras que Araujo se desplazaba al costado derecho para marcar a Vinicius. Nadie le ha frenado como el uruguayo, posiblemente el mejor defensa del mundo. Así que este era el once del Barcelona: Ter Stegen; Araujo, Koundé, Alonso, Balde; Busquets, De Jong, Kessié, Gavi; Rapinha y Ferran Torres.

Nos dieron las nueve y arrancó el Clásico. El Real Madrid salió con prisa como un diputado del Congreso en vísperas de un puente. Modric se plantaba solito ante Ter Stegen antes del primer minuto pero Munuera sopló fuera de juego. La jugada quedó en nada, pero la posición de Luka era correcta. Replegó el Barça ante el empuje vikingo. Los de Ancelotti eran anchos y profundos y se quedaron con el usufructo de la pelota. Modric se movía entre líneas libre y liviano. Le guardaban la espalda Camavinga y Kroos.

Presionaba alto el Real Madrid, algo poco frecuente en el equipo de Ancelotti. Benzema marcó en el minuto 12 pero estaba en fuera de juego por medio cuerpo. Lástima porque el gol había sido de los que se regalan con el periódico al día siguiente. Había asistido Vinicius en la primera ocasión que pudo zafarse de la pegajosa marca de Araujo.

Asedia el Madrid, marca el Barça

El Real Madrid impuso el cierre perimetral al área del Barcelona. Cocinaban las jugadas con criterio y sin prisa. Munuera se hizo el sueco ante un agarrón de Kessié a Rüdiger dentro del área. Pues era penalti oiga. Pero el Madrid hace rato que dio esa batalla por perdida, así que no quedaban ganas ni para protestar. Sólo a Vinicius, que vio una amarilla justa que le sacó de quicio por agarrar por el cuello a De Jong en un forcejeo.

La jugada despistó al Madrid, que decidió pegarse un tiro en el pie en una jugada algo atolondrada. Camavinga asistió sin querer a Ferran Torres en una pérdida estúpida. El yernísimo de Luis Enrique se la puso a Kessié, que encaró a Courtois, cuyo rechace golpeó en Militao, que introdujo la pelota en su portería ante la impotencia de Nacho para despejar. Una serie de catastróficas desdichas ponía por delante al Barcelona, que apenas había hecho otra cosa que defenderse en el Bernabéu.

El gol desquició a un Real Madrid que había dejado la presión a beneficio de inventario como una mala herencia. Superamos la primera media hora de Clásico y el Bernabéu la tomaba con Munuera por no enfadarse con su equipo. El Barça, que se pellizcaba con el 0-1, comenzó a sentirse cómodo. Munuera dio motivos al madridismo para seguir mosqueado al perdonar sendas amarillas a Araujo y Gavi en acciones consecutivas. Como en los tiempos de Negreira.

En el 40 Carvajal horadó el techo retráctil y las megacerchas del Bernabéu al rematar picudo un centro medido de Kroos. Fue la última jugada antes de que el Clásico encarara el descanso con un resultado inesperado y puede que inmerecido. Regresamos del entretiempo sin cambios aunque Ancelotti puso a calentar rápidamente a Ceballos, Asensio, Rodrygo y Tchouaméni.

Vinicius, agítese antes de usar

Vinicius trató de agitar el partido con incursiones esporádicas en el área azulgrana. En tres minutos tuvo tres llegadas que levantaron a un Bernabéu sedado. El Real Madrid volvía a salir por derecho, a ver si esta vez no se torcía. Resistía de aquella manera el Barcelona con la única intención de conservar el valioso 0-1 y con el objetivo secundario de buscar una segunda amarilla para Vinicius que le privara de la vuelta.

El Barça resistió la hora de Clásico igual que Ancelotti se resistía a hacer cambios. La alarma de su Nokia sonó en el 65. El elegido era Rodrygo y Nacho el sacrificado. Camavinga pasaba al lateral izquierdo y Fede Valverde al centro del campo junto a Kroos y Modric. También movió ficha Xavi: Ansu Fati por Raphinha. El Barça tenía ya dos tercios de Clásico en el banquillo pero le faltaba resistir el arreón final del Madrid.

Y eso que Ansu Fati evitó el 0-2 (sí, no es una errata) al convertirse en un central improvisado del Madrid para despejar en el área pequeña un disparo de Kessié que iba directo a la meta de Courtois. Ancelotti quitó a Kroos para meter a Tchouaméni en el 73 en busca de equilibrar la batalla del centro del campo. El Barça continuó asido a su manual de resistencia como libro de cabecera. Y el Real Madrid alcanzó el minuto 78 con un pírrico bagaje de cero tiros a puerta.

Ancelotti apuró su último cambio y, después de haber tenido calentando media hora a Ceballos y a Asensio, metió al canterano Álvaro Rodríguez por un fundido Modric, irrelevante y ocioso como un ministro podemita. Al Real Madrid aún le quedaba la épica de los minutos finales, pero la Copa no es la Champions. Y el Barça lo sabía. Por eso aguantó con oficio y sacrificio las postrimerías de un Clásico para llevarse una victoria del Bernabéu que puede valer oro cuando se llegue a la vuelta en el Camp Nou. Aunque para eso queda todavía más de un mes. Y eso en el fútbol es una vida.

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