Tan libre, tan imprevisible, tan desquiciante para sus enemigos. Una temible dicotomía de sangre fría y corazón incandescente blindados en un cuerpo menudo, fibroso, de apariencia alocada y mirada intensa. Ese era Mel Gibson en la saga Arma Letal.
Carvajal se maneja en la tensión del momento, en el fuego cruzado, en el filo de lo imposible como aquel agente Martin Riggs. Tozudo y resuelto. Por encima incluso de su propio físico. Sin nada que perder.
Almería (enfermería) o puerta grande
Era cuanto se necesitaba. Porque la noche se puso en versión remontada por muchos motivos. El Plan Infinito del Bernabéu puede cambiar de rivales, de fechas, de actores y héroes… pero es inmutable a dos variables: Su final ya está escrito y será blanco. Y dos; por increíble que parezca, nunca, nunca se verá representada la misma obra, el mismo guion.
Por eso el Coliseo Blanco disfruta casi tanto (o más) en la agonía de la épica, de la cuenta atrás hacia el abismo de la caída que con una goleada de vino y rosas. Están más cerca de su equipo, más vivos, mientras los suyos van una y otra vez contra las rocas intentando evitar un naufragio que parece cantado… Y en realidad lo es. El hundimiento para la mayoría de equipos. Pero no para el Madrid. Nunca en este estadio. Sí, puede que el Almería no haya ganado ni un solo partido de Liga hasta la fecha, pero, puede también, que el del Bernabéu fuese casi con total seguridad el que más cerca estuvo de convertirlo en una victoria única. Llevar al campeón de todo a hacer una primera parte para el olvido, no tiró a puerta hasta casi el descanso, a tenerlo atrapado en una desventaja de dos goles, atenazado sin poder gobernar retaguardia, media y vanguardia al mismo tiempo… y con la amenaza de encajar alguno más… Los blancos parecían navegar en aguas que desconocían, sin rumbo, sin brújula, pero al menos conservaban la fe y las ganas de seguir remando. Necesitaban un norte.
Magister Carletto
El buen maestro. Es el gurú, el guía que no deja de ser hombre, que se humaniza en cada instante y decisión. Sus pasos, sus ideas y sus palabras. Sabe reconocer sus errores y no duda en seguir aprendiendo porque al tetracampeón de Europa, al señor de la Champions Carlo Ancelotti, no se le caen los anillos por reconocer que si su equipo no rindió como esperaba en la primera mitad, fue decisión y responsabilidad suyas. Por eso ejecutó al descanso su Jugada Maestra que cambiaría la manera de relacionarse las piezas en el tablero. De hecho, Carletto estuvo con los tres cambios en el descanso mientras calentaban y no en el vestuario para la habitual charla entre partes.
- Primer movimiento: Fran García por Mendy. Primera consecuencia: Vinicius más libre y brutal, Fran es más profundo que el galo y eso libera al brasileño. Problemas para el Almería. El Madrid, por fin, empieza a usar las bandas y el peligro de 1×1 interior.
- Segundo movimiento: Brahim por Rodrygo. Primera derivada: Brahim como medio por la derecha, con metros por delante, para su imparable regate en carrera, con balón o al espacio, para tirar paredes o filtrarse a la espalda, pero desde más atrás que donde estaba el brasileño, porque con los 5 defensas y los 4 medios por delante de Garitano tan lejos del área hacían muy complicadas las maniobras habituales de Rodrygo. Tenía muchos metros hasta el área y demasiados jugadores pegados.
- Tercer movimiento: Joselu por Nacho. Primer efecto colateral: Tchouámeni queda como central. Lejos de culpar a Nacho de forma directa en los goles del Almería (no estuvo bien en el despeje) el cambio es evidente que llega para completar la Jugada Maestra de la ofensiva blanca. Con un ‘9’ referencia, todos se benefician a su alrededor y todo pivota en torno a Joselu. Ese Dentro (mediocentro que inicia), Fuera (lateral que la pone), Dentro (delantero como Joselu que remata o la cede para otros posibles rematadores). Y sus múltiples versiones. Balón al 9 y este abre para seguir jugada en campo rival, etc. En definitiva: Un lanzador, un colocador y un rematador. Una vez llegado el momento y el lugar. Ahora el diamante ofensivo serían de derecha a izquierda: Brahim, Bellingham, Vinicius y Joselu arriba. Pista libre para Carvajal y Fran en las alas.
Tres de tres. Y reviso porque me toca
Es curioso. Las reacciones, supongo. Pero no tanto como que de tres revisiones, de tres jugadas valor gol, de las tres, todas hayan caído del lado del Madrid. En contra sí había pasado.
- La primera: Penalti por mano en el área del Almería. Gol de Bellingham. 1-2. La mano de Kaiky es clara. Ocupa espacio. Se ha pitado en otras muchas ocasiones. En contra de Almería y del Madrid también.
- La segunda: Gol anulado al Almería por falta a Bellingham en el inicio de la jugada. Bien anulado porque Dion Lopy da un manotazo a Jude y lo saca de la jugada donde se inicia el gol de Arribas que suponía el 1-3. El reglamento es claro. Falta en el inicio de la jugada del gol.
- La tercera: Gol de Vinicius. El colegiado no lo da por bueno en el campo porque cree que el brasileño golpea el balón con el brazo y no con el hombro. Vini ya ha marcado así otros tantos. Para que sea brazo (mano) el reglamento dibuja la línea claramente, porque el hombro, el deltoides, es superficie legal para marcar. El VAR lo da por bueno.
En cada revisión, los jugadores, rivales y aliados, todos entremezclados, esperaban detrás de una línea. Como si de un casting de OT o Factor X se tratara aguardaban el veredicto del Risto Mejide de Las Rozas… A Garitano le daba algo, el abrigo le venía pequeño, la situación enorme y no pudo más. Y el árbitro lo mandó a la calle. Al menos irse a vestuarios antes de tiempo le hizo escapar de su pesadilla de Elm Street… que esta vez se situaba en La Castellana. Donde el público acabó cantando “cómo no te voy a querer”. Quizá porque sufrir, luchar, ganar y sentir con este Madrid sigue siendo real, muy real.