Gareth Bale pasa el ostracismo más absoluto en el Real Madrid. De hecho, son varias las voces autorizadas dentro del club las que cada día dudan más si Carlo Ancelotti le volverá a dar la oportunidad de jugar con la camiseta del 13 veces campeón de Europa, algo que no hace desde el pasado 28 de agosto, cuando en la tercera jornada de Liga fue titular ante el Betis. Luego, las lesiones que sólo le han afectado con la entidad blanca, ya que sí ha jugado con Gales en este tiempo, le han impedido participar durante muchos meses. Pero desde el pasado 12 de diciembre, cuando se sentó en el banquillo para ver desde una posición privilegiada el derbi contra el Atlético, ha entrado en cuatro convocatorias y nunca ha llegado a participar. De hecho, casi nunca ha calentado.
Esta situación llamó mucho la atención contra el Granada, cuando Ancelotti prefirió que calentase Juanmi Latasa, delantero del Castilla de Raúl, antes que Gareth Bale, que no se movió del banquillo durante los 90 minutos que duró el encuentro. Lo más grave es que la sensación que transmite el futbolista es que esta situación le importa muy poco. Sus risas en el banquillo de San Mamés son el último ejemplo. Ahora, será Ancelotti el que tendrá que decidir si le da la oportunidad de jugar o no, aunque si esto ocurre en el estadio Santiago Bernabéu la afición madridista ya ha sentenciado al galés y el momento parece que no será sencillo.
En los prolegómenos del encuentro ante el Granada, cuando el nombre de Bale fue anunciado junto al resto de suplentes por la megafonía del estadio, el público respondió con una sonora pitada. Si volviese a jugar, se espera que la bronca sea mucho mayor. Y es que, tanto el aficionado como el club están muy cansados de la actitud de un futbolista que lleva tiempo sin estar comprometido con el equipo.
Ancelotti está decepcionado con Bale y tiene motivos de sobra para ello. Hay que recordar que el italiano dio la cara por el galés a principio de temporada apostando por él como titular en las tres primeras jornadas de Liga, pero luego, lejos de comprometerse con el entrenador, ha decidido tener una actitud que no ha sentado bien al italiano.