El Real Madrid de Ancelotti se estrenó en Mendizorroza con un partido notable y un enorme Benzema, que firmó un doblete que pasaportó al Alavés. En lo que llega (o no llega) Mbappé, los blancos se encomiendan a Karim, que tampoco es manco. El Madrid se puso 0-3, pero un error grosero de Militao permitió al Alavés acortar distancias, aunque los locales se quedaron sin fuelle para intentar una remontada imposible y Vinicius selló el definitivo 1-4.
El nuevo (viejo) Real Madrid de Ancelotti se ponía de largo en Mendizorroza con la insoportable levedad de un equipo que ha perdido este verano (Sergio Ramos, Varane y próximamente, Ödegaard) más de lo que ha ganado (el estupendo Alaba). Carletto no sorprendía a nadie con el once, quizá porque no le sobran las habas o quizá porque el técnico es más conservador que Angela Merkel.
Les contaré que jugaba Courtois de portero, con una defensa de cuatro por delante formada por Lucas Vázquez y Alaba en los laterales, con Nacho y Militao (es que casi pongo Varane y Ramos) como pareja de centrales. El centro del campo era para Casemiro, al que Ancelotti nunca vio en su anterior etapa, Modric y Fede Valverde. Arriba, la BBC de toda la vida, pero sin Cristiano y con Hazard. O sea: Bale, que también volvía tras su temporada en el Tottenham, Benzema y Hazard.
Un Real Madrid que lleva en transición desde que se marchó Cristiano Ronaldo, y de eso hace ya tres años, y que lleva construyendo la casa por el tejado desde entonces, porque la primera piedra de este equipo tiene que ser Mbappé y eso lo sabe todo el mundo tiempo ha, desde Florentino hasta el portero de la puerta 57 del Bernabéu, también en reconstrucción.
Un Real Madrid al que el Covid le ha librado del veredicto (y de los pitos) del Bernabéu desde hace año y medio, pero al que apenas le queda un mes más de tregua.
Un Real Madrid cuyos mejores futbolistas (Modric y Benzema) superan holgadamente la treintena, con una desesperante falta de gol y que se ha tenido que quedar con Marcelo, Isco y Bale porque no tiene quien los quiera.
Un Real Madrid que no tiene a Mbappé (todavía) pero que tiene a Benzema. Y eso es mucho tener.
Presiona el Alavés
El duelo de Mendizorroza arrancó con dominio del Alavés. La presión alta del equipo de Calleja asfixió la salida de balón del Real Madrid, que necesitaba que Casemiro o a Modric se incrustaran muy atrás entre los centrales por las dificultades endémicas de Nacho y Militao para sacar la pelota.
Joselu de cabeza y Rioja con el pie dieron los primeros avisos a la zaga del Real Madrid antes de los seis minutos. El delantero centro del Alavés se las tenía tiesas con Nacho, ex compañero suyo en la cantera blanca. Los blancos no sabían cómo salir de las emboscadas que tendía el equipo de calleja. Sólo el carril de Alaba parecía una vía de escape.
Ancelotti, repantingado en el banquillo, mascaba chicle a mandíbula batiente. También repantingados parecían los tres de arriba del Real Madrid, con mención especial para el invisible Gareth Bale. Sí que apareció Hazard en el 17 para disparar fuera en la frontal tras una magnífica pared trazada por Modric.
Disminuyó la presión del Alavés y creció al toquecito el Real Madrid. Dirigidos por Modric, una suerte de Benjamin Button pero en centrocampista, los blancos se hicieron con los mandos del partido. Hazard estaba activo y con más trabajo que el piloto del Falcon de Pedro Sánchez. El belga, que llega con dos años de retraso a su cita con el Madrid, parecía quería compensar sus temporadas en blanco.
Modric reina y gobierna
Pero, como siempre desde que se fue Cristiano, al Madrid le faltaba pegada. O puntería. La que no tuvo Benzema superada la media hora al echar fuera un disparo cruzado tras una buena maniobra individual en la frontal del área. Ni Hazard un poco después, que la pegó mordida dentro del área tras un buen control con el pecho.
Benzema se llevó una tarascada de Manu García que le costó la primera amarilla. Y un minuto después pudo llegar el 1-0 si Pere Pons hubiera acertado en su vaselina ante Courtois después de una contra vertiginosa del equipo de Calleja. Los jugadores del Alavés reclamaron una mano de Lucas Vázquez dentro del área, pero sólo la hubo de rechace. No era penalti.
Todavía le quedaba fuelle al Alavés para una contra más, que culminó Luis Rioja con un disparo cruzado. Era el tercer aviso para un Madrid que se volvía a partir como en los peores tiempos de Zidane. O de la primera etapa de Ancelotti. Y con una falta botada por Alaba al cielo de Vitoria nos fuimos al descanso con la sensación de que el Real Madrid vive su particular día de la marmota: juega correctamente pero le falta gol.
A la vuelta del vestuario el Real Madrid encontró por el gol perdido… antes que el fútbol. Aleluya. Lo marcó, faltaría más, Benzema, quién si no. La jugada nació de la zurda de Bale desde la izquierda, cayó en los pies de Lucas Vázquez en la derecha, la perfiló Hazard con un taconazo involuntario que se convirtió en asistencia, y la culminó Karim con una volea ante la que no pudo reaccionar Pacheco.
Karim, para variar
A falta de Mbappé a Ancelotti al menos le queda Benzema, un goleador tardío que es el hombre orquesta de la delantera del Real Madrid. El tanto hirió de muerte al Alavés y espoleó a los blancos, que se encontraron casi sin quererlo con el 0-2 en un centro al área de Modric, muy mal defendido por la zaga vitoriana, que se dejó robar la cartera por Nacho, el más listo de la clase, que se cascó un remate más propio de Haaland que de un central.
El Real Madrid tocó a rebato en diez minutos vertiginosos. Si el 0-2 llegó en el 55, Pacheco evitó el 0-3 con una buena mano en el 60. No pudo hacer lo mismo dos minutos después cuando la estampida blanca la culminó Benzema tras el rechace del meta alavesista.
Los de Ancelotti tenían el partido en el bolsillo hasta que apareció Militao para meter su pifia de cada partido. Un tolili futbolístico. Hizo una entrega suicida y defectuosa a Courtois, que no tuvo más remedio que cometer un penalti para subsanar la grosería de su compañero, que empeora cada temporada que pasa. Joselu hizo el 1-3 para el Alavés desde los once metros.
Todavía amenazó con liarla un par de veces más mientras Ancelotti quitaba a Hazard y Bale por Vinicius y Rodrigo, pero mantenía a Militao en el campo. Menos mal que el Madrid aún tenía un par de goles de colchón, porque el fantasma de una militada sobrevolaba Mendizorroza.
Por suerte para Ancelotti al Alavés no le quedaba ni fuelle ni tiempo para intentar la remontada que sí le hizo, por ejemplo, el Liverpool de Rafa Benítez a su Milan en una final de Champions que ganaba 3-0 al descanso. En Mendizorroza no hubo descalabro y el Real Madrid supo guardar la ropa en los minutos postreros del partido para arrancar la segunda etapa de la era Ancelotti con una victoria solvente y cómoda, abrochada por el 1-4 de Vinicius de cabeza, que tuvo a Benzema como MVP. Que en lo que llega (o no llega) Mbappé, no está nada mal.